La brisa afuera del club me brindó una sensación de alivio que sin duda necesitaba, inhalando fuertemente en cuanto mis pulmones tomaron contacto con el aire limpio, que contrastaba con aquel aire prácticamente sin oxígeno que se respiraba ahí dentro. Caminé sin rumbo, con la cabeza hecha un lío. Todavía podía sentir la presencia de Guido sobre mi, sus palabras, toda esa información de un mundo nuevo que desconocía y que ahora tenía que enfrentar.
Doblé en una esquina medio vacía, buscando un poco de silencio, de distancia. Ni sabía qué hora era, y a éste punto tampoco importaba. Apoyé la espalda contra la pared de un local cerrado y dejé caer la cabeza hacia atrás. Cerré los ojos. Quería llorar, pero no sabía por qué.
—No pensé que ibas a salir sola —dijo una voz detrás mío. Me paralicé, los recuerdos del backstage me atacaron de pronto. —. Pero parece que tuve suerte.
Patricio.
Estaba apoyado contra un auto oscuro, entre las sombras, fumando un cigarrillo como si nada. Tenía una media sonrisa torcida, el cuerpo relajado, pero su mirada estaba fija en mí, como un depredador apunto de atacar.
—¿Me estás siguiendo? —pregunté, tratando de que no se me notara el temblor en la voz.
—No me hace falta seguirte, siempre tengo claro dónde vas a estar —contestó, dándole una profunda seca al cigarrillo. Después lo tiró al piso y lo aplastó con la suela de su bota. —. ¿Qué hacés con Guido?
Me tomó por sorpresa.
—Nada —mentí, Patricio se rió en voz baja, como si acabara de contarle un chiste terrible.
—Vos no servís para mentir, ¿sabés? Tenés esa carita de querer hacerte la fuerte, pero te tiembla el labio cuando me hablás —Me crucé de brazos, incómoda. Quería irme, pero algo me decía que no debía darle la espalda. —. Como ahora.
—Lo que haga o deje de hacer con Guido no te interesa. —dije, intentando desviar la conversación a un lugar en el qué pudiera al menos intentar guiar la charla.
—Claro que me interesa. Todo lo que hace Guido me interesa —Soltó, su tono era lineal, no elevó la voz en ningún momento, pero no fué necesario. Igualmente sentí un escalofrío recorrerme la nuca. —. Y vos...sos bastante interesante últimamente.
—No entiendo qué te pasa —repliqué, intentando sonar firme—. Si tenés algún problema, hablalo con Guido, yo no tengo nada que ver acá.
Él dio un paso tras otro, lentamente en mi dirección. Estaba demasiado cerca, lo justo para que me invadiera con su presencia, sin tocarme.
—El problema no lo tengo yo, Abril. El problema lo tenés vos. Porque cuando uno se mete donde no debe, después no hay salida —Me miró con sus ojos tan oscuros que daban miedo, parecían mimetizarse con la noche. —. Guido está jugando con fuego y vos sos la chispa que lo va a terminar de incendiar.
—No me estás diciendo nada.
—Te estoy diciendo todo —Murmuró, con un deje de ironía en su semblante y se inclinó levemente, como si fuera a contarme un secreto—. Vos pensás que él te elige porque sos distinta, porque no le hacés caso...porque lo desafiás. Pero no entendés cómo funciona esto, ¿no? Guido no elige, Guido devora. Y si todavía no te consumió...es porque se está tomando el tiempo de saborearte.
—Yo puedo decidir por mí misma —Sentía el peso de una piedra instalarse en mi garganta, no sabía si era miedo o furia. Quizás las dos cosas. Patricio sonrió como si acabara de escuchar una estupidez extremadamente tierna. —. No necesito que me vengas a dar un sermón.

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ESTADO SALVAJE - GUIDO SARDELLI | AIRBAG
VampireElla siempre había deseado que finalmente aquellos ojos que tanto admiraba un día se fijaran en su dirección. Observaba embelesada como sus manos recorrían aquella guitarra, con su cabello rubio descansando sobre sus hombros y su semblante enigmátic...