──★ 🪐 ̟!!
Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me senté en la cafetería con mi charola, lista para disfrutar mi comida en paz, cuando alguien se dejó caer en la silla frente a mí con un golpe seco.
—¿No me esperaste? —preguntó Miguel, mirándome con fingida indignación.
—No tengo por qué esperarte —respondí, encogiéndome de hombros—. Además, siempre te tardas.
—Es que estaba ocupado siendo el hijo favorito —dijo con una sonrisa burlona mientras robaba una de mis papas.
—Eres un descarado.
No tuvimos mucho tiempo para seguir peleando porque en cuestión de segundos llegaron los demás. Mason se dejó caer en la silla junto a Miguel, con Alex y Malachi siguiéndolo. Malia y Dior se sentaron a mi lado, mientras que Owen se acomodaba justo frente a mí.
—¿Listos para otra tarde de sufrimiento con la tarea de química? —preguntó Dior, suspirando dramáticamente.
—No me lo recuerdes —se quejó Mason—. No entiendo ni la mitad de lo que dijo el profe.
—Para eso están los inteligentes del grupo —dijo Malia, señalándome a mí y a Owen— Ustedes nos explican y nosotros ponemos la actitud.—Claro, porque la actitud es lo más importante en química —dije con sarcasmo, mientras todos reían.
Miguel, como siempre, estaba más ocupado devorando su comida que en la conversación.
—Por cierto, ¿quién va a la casa de Mason hoy? —preguntó Alex— Quedamos de ir a comer a su casa.
—Yo no puedo.—Dijimos Owen y yo a la par y todos nos miraron.
—¿Qué?—
—¿Qué?—Volvíamos a preguntar.
—¿Se pusieron de acuerdo o qué? —preguntó Mason, alzando una ceja mientras nos miraba con sospecha.
—Obvio no —respondí rápidamente, antes de que alguien comenzara a inventar cosas raras.
—¿Entonces por qué no pueden? —insistió Dior, apoyando el codo en la mesa y mirándonos con curiosidad.
Owen se encogió de hombros. —Voy a la casa de mi abuela. Ya saben que los miércoles como allá.
—Y yo no tengo ganas de nada —mentí sin mucho esfuerzo.
Miguel casi escupe su refresco de la risa. —¿Tú? ¿Con nada de ganas? Eso sí es nuevo.
—Cállate —le di un codazo—Quiero no hacer nada.
—Ay, no sean aburridos —se quejó Malia—. Mejor tráete comida de tu abuela y nos la compartes, Owen.
—Ni lo sueñes —respondió él con una sonrisa burlona—Mi abuela cocina solo para mí.