No sé cuánto tiempo llevo parada frente al espejo. El rímel en mi mano ya se debe haber secado, pero yo no puedo dejar de mirar mi reflejo sintiendo una completa desconexión con lo que veo. Hay algo raro en mis ojos, una mezcla de miedo, duda y deseo. No tendría que sentirme así. No después de lo que sé. Pero Guido está en la sala, esperándome como si fuera la cosa más normal del mundo.
Como si no me hubiera confesado que no es humano.
Como si no hubiera cubierto todas las ventanas de mi casa para protegerse del sol.
No tiene ningún tipo de sentido. Debería estar gritándole que se vaya, que no me toque nunca más. Y sin embargo, me estoy poniendo rímel para él.
Mi celular vibra, es Julia. Otra vez.
Me duele el pecho al ver su nombre en la pantalla. No le contesto hace dos días, ni a ella ni a nadie. No fui a trabajar, no respondí los mensajes. Me escondí del mundo.
Ju: ¿Pensás seguir ignorándome?
Ju: Hace dos días que no sé nada de vos.
Ju: Ni un mensaje, ni una llamada. ¿Estás bien?
Ju: Estoy preocupada, Api.
Estoy bien. Sólo estoy a punto de salir con mi fantasía sexual rockera, que resultó ser un vampiro, ¿cómo no voy a estar bien?
Api: Estoy con mucho trabajo, perdón. Luego te hablo.
Mentí. La mentira sale fácil. Como si decir la verdad fuera más peligroso que todo lo que estoy a punto de hacer.
Me puse mi campera de cuero, dando por finalizado el look. Me sentía estúpida, ni siquiera sabía que sería lo que debía usar. La puerta del cuarto crujió apenas al abrirla. Guido ya estaba ahí, de pie, apoyado en el marco, como si supiera el momento exacto en que iba a salir. A veces me pregunto si puede leer mis pensamientos. Quizás por eso se queda callado la mayor parte del tiempo.
porque ya lo sabe todo.
—Estás muy linda ¿Ya te dije que me encanta tu pelo? —Suelta con un deje suave en su tono, su sonrisa dibujada perfectamente en su rostro. Ya está en perfectas condiciones nuevamente. Su cabello peinado en perfectas ondas que caen sobre sus hombros, y su piel volvió a parecer porcelana. No había rastro de aquel Guido vulnerable que había visto horas atrás. No supe qué contestar. Me tiemblan los dedos. — Y tus ojos...tenés los ojos más lindos que vi en todo el tiempo que llevo en la tierra, Api.
En otras circunstancias, me hubiera reído. Le habría dicho que no exagere. Pero hay algo en su mirada que me hace creerle. Y eso me asusta más que todo lo demás.
—Vení acá... —Murmura, dando un último paso hacia adelante, llevando su mano gélida a mi mejilla, tironeando mi rostro contra el suyo para unir así sus labios con los míos. Lo hace despacio, con una suavidad que me sorprende, cómo si tuviera todo el tiempo del mundo. Mis manos se posan delicadamente en su cuello, correspondiéndole. Una parte de mi quería saber qué se siente ser completamente suya. —¿Estás lista?
No lo estoy, pero asiento.
Nos subimos al auto sin decir una palabra. Guido abre la puerta del acompañante como si fuera algo natural, como si llevarme a conocer lo peor de él fuera una cortesía más. Me acomodo en el asiento mientras él rodea el capó en silencio. Su manera de moverse siempre tiene algo de elegante, pero hoy hay una quietud en sus gestos que me pone nerviosa. Como si estuviera ocultando algo.
Arranca el auto y se sumerge en la noche sin decir adónde vamos.
Al principio, el silencio es soportable. Me concentro en las luces de la ciudad que se deslizan por la ventanilla, pero no tardo en sentir cómo se va volviendo incómodo.

ESTÁS LEYENDO
ESTADO SALVAJE - GUIDO SARDELLI | AIRBAG
VampireElla siempre había deseado que finalmente aquellos ojos que tanto admiraba un día se fijaran en su dirección. Observaba embelesada como sus manos recorrían aquella guitarra, con su cabello rubio descansando sobre sus hombros y su semblante enigmátic...