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El silencio en la cafetería era casi incómodo.
Akaashi limpiaba la barra con movimientos más meticulosos de lo necesario, su mente tratando de entender por qué su mejor amigo estaba tan raro desde que esos dos alfas entraron. Hinata no era alguien que se intimidara fácilmente, y sin embargo… ahí estaba, congelado frente a la máquina de café, con las mejillas encendidas y respirando por la boca como si le costara mantener la compostura.
—¿Estás bien? —preguntó bajito, sin dejar de mirarlo.
Hinata se giró lentamente, con los ojos vidriosos.
—Kei… me siento muy… mal. Caliente. Mareado.
Kageyama, a unos metros, escuchaba todo sin apartar la vista de él. Su mandíbula estaba apretada. Bokuto lo notó y se inclinó hacia su hermano con una sonrisa contenida.
—¿Qué pasa, Tobio? ¿Te atrapó ese pequeñito?
—Está entrando en celo —susurró con seriedad—. Pero no sabe que es omega.
Bokuto frunció el ceño y miró a Akaashi, que ahora sujetaba a Hinata por el brazo, llevándolo detrás del mostrador para que nadie notara su estado.
—¿Estás seguro? —preguntó.
—Su olor… cambió. Se está intensificando. Es sutil aún, pero va a explotar en cualquier momento.
Bokuto se quedó en silencio por un segundo, y luego su mirada volvió a Akaashi.
—Y ese chico que lo acompaña… él lo protege como si supiera algo. Como si intuyera lo que está pasando. ¿Será un omega también?
—Es un beta, lo confirmé al entrar —respondió Kageyama sin apartar los ojos de Hinata.
Pero estaba equivocado. Akaashi no era un beta.
Simplemente, aún no lo sabía.
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Hinata se sentó en la pequeña oficina al fondo del local. Akaashi le había dado una botella de agua fría y abierto la ventana. El aire ayudaba, pero no lo suficiente.
—Siento que voy a explotar —susurró, con el rostro enterrado en sus manos—. Mi cuerpo no deja de temblar, Kei. ¿Qué me está pasando?
Akaashi lo observó en silencio, preocupado. La piel de Hinata estaba erizada, sus ojos húmedos, y su respiración se aceleraba a ratos. Nunca lo había visto así. ¿Una enfermedad? ¿Una reacción alérgica? No tenía sentido.
—¿Comiste algo raro? —preguntó.
—No… lo único que cambió es que… —calló de golpe.
—¿Qué?
—Cuando esos tipos entraron… sentí algo raro. El alto de ojos azules… cuando me miró fue como si… mi cuerpo supiera algo que yo no. Como si mi corazón se hubiera rendido sin permiso.
Akaashi lo miró más fijamente ahora. Sentía un cosquilleo extraño en la nuca. Una intuición. Algo que no sabía de dónde venía.
—No salgas por ahora. Voy a atenderlos yo —dijo finalmente.
Hinata asintió, y Akaashi cerró la puerta con cuidado. Volvió a la barra, con su postura erguida y el rostro calmado.
—Disculpen, mi compañero no se siente bien —informó—. ¿Puedo tomar su orden?
Bokuto sonrió al acercarse, claramente encantado con la elegancia del muchacho frente a él.
—Un té chai para mí. Y para él… Tobio, ¿qué vas a querer?

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Dos mundos, un latido
RomanceBokuto y Kageyama, hermanos ricos y herederos de un imperio, deciden escapar de las expectativas familiares y vivir como personas normales. En otro lado, Hinata y Akaashi, mejores amigos con pocos recursos, sueñan con un futuro mejor. El destino los...