-¿Quién es mi Omega? -gruñó Harry, su voz grave, ronca, con un filo de amenaza en cada palabra.
Draco no respondió de inmediato, su orgullo luchando contra su cuerpo.
Entonces un dedo lo rozó justo ahí, provocándole un espasmo que lo dejó sin aire...
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Blaise estaba inquieto.
Miraba una y otra vez a Draco, que dormía bajo el efecto de una poción calmante en la enfermería.
Hermione y Ron estaban cerca, pero la tensión en el aire era espesa.
Ron tenía el labio roto.
Hermione sostenía la mano de Draco con fuerza.
Pansy estaba de pie, con los brazos cruzados, los ojos fijos en el techo.
Y Blaise... bueno, Blaise acababa de enviar una carta.
Una carta muy corta, con una sola línea:
"Lo tocó."
Apenas dos minutos después, en el aula donde Harry Potter estaba ensayando con su grupo de duelos, se escuchó un estallido brutal.
El suelo se estremeció. La mesa de práctica salió volando contra el muro.
Las ventanas se hicieron añicos. Los alumnos gritaron.
Harry se quedó quieto, el pecho subiendo y bajando con violencia. Sus ojos verdes ardían. El olor en el aire era salvaje.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Snape entrando, pero Harry ya se marchaba. Ya no caminaba.
Cazaba.
Y cuando lo encontró, lo hizo en el pasillo que conectaba con la torre norte.
Theo Nott.
-¡POTTER!-exclamó Theo, pero ya era tarde.
Harry lo tomó por el cuello de la túnica y lo arrastró sin una palabra.
Nadie se atrevió a detenerlo.
Abrió la puerta de la Sala de los Menesteres.
La sala respondió con un espacio amplio y silencioso, como si supiera que ese no era un momento para suavidades.
Cerró la puerta.
Sellada.
Sin salida.
-Ahora vamos, tú y yo-gruñó Harry, soltando a Theo al centro del cuarto- No querías ser macho, no querías demostrar que eras Alfa, pues adelante. Muéstramelo-
Theo jadeaba.
-Era solo un impulso, Potter. ¡Los Omegas siempre provocan! ¡No me atacó nadie cuando tú besabas a Malfoy en los pasillos como si fuera tuyo!-
Error fatal.
Harry sonri, no era una sonrisa cálida, era depredadora.
-Porque lo es, y tú lo tocaste-
Se abalanzó.
Harry no usó varita.
Solo sus puños, Sus colmillos.
Golpes. Zarpazos.
Theo intentó defenderse, pero Harry era más fuerte, más rápido, y estaba defendiendo lo que era suyo.
Cuando terminó, Theo estaba en el suelo, jadeando, la ropa rasgada y la cara hinchada.
Harry se agachó, tomándolo del cuello con firmeza.
No apretó.
Solo para que lo mirara.
-Si lo vuelves a mirar, tocar o cruzarte en su camino sin su permiso... juro que no necesitaré varita para matarte-susurró con voz baja, oscura y temblando de rabia.
Se levantó, se pasó la mano por el rostro.
-¿Dónde está mi hijo?-la voz de Sirius Black rugió por todo el pasillo del ala este del colegio. Iba con el cabello suelto, la túnica abierta, y los ojos como brasas.
A su lado, caminaba Severus Snape, sombrío y con el ceño más fruncido que nunca.
-Ya te lo dije, Black-dijo Snape entre dientes-Harry salió disparado, recibió la carta de Zabini y el aula explotó, no se le ha visto desde entonces. Y Nott tampoco-
Sirius soltó una maldición.
-¡Ese mocoso! Ese mocoso...-gruñó.
En ese instante, una nueva presencia cruzó los grandes portones de Hogwarts: Narcissa Malfoy.
Con su andar elegante, su porte noble, y el abrigo de invierno ondeando tras ella, caminó directo hacia la enfermería sin perder ni un paso.
-Minerva me llamó-dijo con voz fría pero preocupada-¿Dónde está Draco?
-Dentro-respondió Hermione, abriéndole paso-Aún está débil, pero está despierto.
Narcissa entró, y al ver a su hijo recostado, se acercó con rapidez.
Su expresión, que siempre era controlada, se quebró apenas un segundo al verlo pálido, con una manta hasta el pecho y ojeras marcadas.
-Madre-susurró Draco, con voz algo áspera pero firme. Sus labios se curvaron en una media sonrisa orgullosa-Me alegra verte-
-Mi niño-susurró Narcissa, sentándose a su lado. Lo inspeccionó, lo acarició, y luego lo vio.
El collar.
Detuvo su respiración. Con una elegancia casi temblorosa, lo tocó con las yemas de los dedos.
-¿Una esmeralda? ¿Encantada? ¿Es de...?-su voz bajó.
Draco asintió, con el mentón alto.
Sus ojos brillaban de ego puro.
-Me está cortejando-
Narcissa alzó una ceja, sus ojos azules afilados.
-¿Quién?-
-Lo sabes, madre-
Narcissa soltó una risa seca y elegante.
-¿Potter?-
-Harry-corrigió Draco con un deje dulce, lo que a su madre le sacó una pequeña y casi imperceptible sonrisa orgullosa.
Pero antes de que pudiera hablar más, la puerta se abrió de golpe.
-¿Dónde está James? Nadie lo ha visto,Y Nott tampoco
Draco bufó desde la cama-
-Oh, tranquilo, "Canuto", tu cachorro está más que capaz de partirle la cara a cualquiera-
Sirius lo miró con los ojos entrecerrados.
-¿A qué te refieres?-
-A que ya no es solo tu "cachorro". Es mi Alfa.
El silencio se volvió helado.
Narcissa solo alzó la taza de té que le acababan de servir y murmuró, sin perder la compostura:
-Al fin uno digno-
Hermione soltó una risita nerviosa.
-Bueno,creo que será mejor que alguien busque a Harry antes de que termine de matar a Theo.
Sirius giró sobre sus talones, el abrigo ondeando detrás.
-¡Snape! ¡Tú y yo! ¡Vamos a encontrar a mi hijo!-
Snape frunció el ceño, soltó una maldición y lo siguió.