-¿Quién es mi Omega? -gruñó Harry, su voz grave, ronca, con un filo de amenaza en cada palabra.
Draco no respondió de inmediato, su orgullo luchando contra su cuerpo.
Entonces un dedo lo rozó justo ahí, provocándole un espasmo que lo dejó sin aire...
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-No entiendo por qué estás tan distraído últimamente-le dijo Theo al rubio, mientras caminaban por los jardines nevados-Ya ni siquiera almuerzas con nosotros.
Draco apenas lo miró, acurrucado en su abrigo blanco de pieles.
-Estoy ocupado, nuevos intereses -respondió con tono vago.
-Intereses que te llenan de regalos, por lo visto-replicó Theo, señalando la gargantilla-¿Dragón y esmeralda? Muy dramático. Muy "mírame, soy deseado"-
Draco lo miró por encima del hombro, con esa expresión que combinaba orgullo y desdén.
-Quizá tú deberías aprender a ser más expresivo, los Omegas nos gustan los detalles. No los lamentos-
Theo apretó la mandíbula.
El dulce aroma de Draco flotaba en el aire, cargado de satisfacción y deseo marcado.
-¿Quién es?-preguntó con voz baja, casi ronca-¿Quién te está tocando como si fueras suyo?-
Draco se detuvo.
Sonrió, peligrosamente.
-Alguien que no necesita preguntarlo-
Y se marchó, dejando a Theo con el pecho ardiendo.
Esa noche, Theo irrumpió en la Sala Común de Slytherin, sin disimular su estado alterado.
Blaise lo miró desde su sillón, alzando una ceja.
-Vaya cara... ¿descubriste quién está cortejando a tu precioso Malfoy?-
-¿Tú sabías?-espetó Theo.
-Claro que sé, y si fueras menos idiota, tú también lo sabrías-
-¿Quién es?-
Blaise se inclinó, sonriendo.
-Solo diré esto: no te metas, porque ese Alfa es más fuerte, más obstinado... y está dispuesto a destruir a cualquiera que toque a su Omega sin permiso.
Theo apretó los puños.
-¿Potter?-
Blaise no respondió.
Solo sonrió.
Y Theo supo que esa guerra no sería silenciosa.
Porque si Harry Potter quería a Draco Malfoy, él no se lo entregaría sin pelear.
Draco salía del aula de Encantamientos, su abrigo ondeando con elegancia, la gargantilla plateada brillando bajo la tenue luz de los pasillos.
Su aroma, dulce, complejo y embriagador, flotaba tras él como una promesa sutil.
Y fue justo eso lo que atrajo al depredador.
Theodore Nott apareció desde un corredor lateral, ojos encendidos, las feromonas brotando con fuerza, invadiendo el aire como un veneno dulce.
-Te escondes detrás de collares y perfumes, Malfoy-murmuró Theo, acercándose peligrosamente-Pero no puedes esconder lo que eres. Lo que necesitas.
Draco dio un paso atrás, arrugando la nariz.
-Te estás pasando-gruñó.
Theo soltó su feromona más fuerte, una oleada densa y caliente de dominancia Alfa.
Draco se encogió, el cuerpo temblándole levemente al sentir esa presión hormonal.
Su estómago dio un vuelco.
No era su Alfa.
No era su olor.
No lo quería.
Y entonces vomitó, el cuerpo rechazando el estímulo como si fuera veneno.
-No eres él... -susurró Draco, cayendo de rodillas, los ojos brillando-No eres Potter-
Theo dio un paso más, pero justo en ese instante, una ráfaga de aroma cálido y protector cubrió el pasillo como un escudo.
Té de jazmín. Pan de higos. Hogar.
Ron Weasley apareció al final del pasillo, ojos prendidos con una furia que rara vez mostraba.
-Aléjate de él-
-¿Y tú qué? ¿Su niñera?-escupió Theo, molesto.
-Soy un Beta, Y esto... -Ron dejó salir una nueva oleada de su aroma cálido, envolviendo a Draco y calmándolo casi al instante-Esto es territorio neutral. No vas a forzar a nadie aquí.
Theo gruñó. Quiso imponerse.
Pero Ron no retrocedió.
Y entonces saltó sobre él.
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El pasillo se llenó de gruñidos, golpes y el estruendo de cuerpos cayendo contra los muros.
Theo era más fuerte, sí, pero Ron era más rápido. Más inteligente.
Más motivado.
Un zarpazo.
Un empujón.
Y entonces, los colmillos de Ron mordieron la clavícula del Alfa, rasgando carne y orgullo.
-¡Basta!-gritó Hermione, corriendo tras el patronus que Ron le había enviado.
Con un rápido hechizo, separó los cuerpos, lanzando a Theo contra el suelo mientras corría hacia Draco, que aún temblaba.
-¡Draco! ¿Estás bien?-
Draco, con los labios morados y la respiración agitada, apenas asintió.
-Él, quería forzarme-susurró.
Hermione lo abrazó.
-Ya no, no dejaré que vuelva a pasar-
Ron escupió sangre.
-La próxima vez que lo toques sin su permiso, Theo, juro por Merlín que te arranco los malditos colmillos-dijo con voz ronca.
Y por primera vez, Theo Nott tuvo miedo.
Porque ese día, un Beta demostró que la fuerza no siempre reside en el rango... Sino en el valor de proteger a quien no puede levantarse solo.