21.- Disfraces a juego y algo más

3.9K 494 70
                                        


Dante

Volver a casa debería significar alivio.

Algo que definitivamente no he sentido desde que bajamos de ese avión y recuperamos la rutina.

—Tienes cita con el fisioterapeuta a las tres —me informa Val apareciendo en la cocina —tu chofer nos recogerá.

La miro, lleva puesta una de mis camisetas, porque parece que la mujer se ha adueñado de todos mis espacios personales, incluido mi armario, y pese a que porta un moño despeinado, no deja de lucir preciosa.

—De acuerdo, ¿algo más que necesite saber respecto a mi apretadísima agenda?

Valentina aprieta los labios, intentando contener una sonrisa.

—¿Has vuelto a ser el paciente insoportable?

Entrecierro los ojos hacia ella.

—Creo que hace mucho que he dejado de ser tu paciente —le recuerdo.

Soy muy consciente de como sus mejillas se sonrojan, sonrío de lado luchando contra mis impulsos de colocarla sobre la barra y besarla hasta acabarme el aliento. Pero no lo hago, y solo Dios sabe cuanto de mi autocontrol tengo que emplear para apartarme de ella.

No hemos hablado mucho de todo lo que ocurrió en nuestro viaje a Florida, en realidad, no hemos tocado el tema en lo absoluto y desearía hacerlo justo ahora, porque una parte de mí en realidad no sabe como actuar ahora que hemos vuelto a nuestra rutina, a la vida real.

—Val...—ella parece percibir mis intenciones de decir algo porque me esquiva. Tomo una inhalación cerrando los ojos brevemente mientras giro, siguiéndola con la mirada.

—¿Quieres café? —inquiere.

Su falta de interés por hablar sobre lo que realmente debemos, me irrita. Y tal vez es el hecho de que sé que en realidad no puedo obligarla a enfrentar nada, porque ni siquiera sé si lo que ocurrió entre nosotros en Florida me da derecho a exigirle algo ahora. Pero maldita sea... tampoco pienso quedarme callado y fingir que nada pasó.

—No —respondo con sequedad—. Gracias. Y de hecho creo que me daré una vuelta por la oficina, no te preocupes, puedes tomarte el día libre.

—Pero...

—Puedo llegar con el fisioterapeuta por mi cuenta. —finalizo la conversación dándole la espalda sintiendo la repentina necesidad de abandonar la casa porque su presencia me está volviendo loco.

Ella no me sigue, y por alguna razón eso me irrita más.

Llamo al chofer cuando llego a mi habitación, tomo un conjunto de ropa sencillo y aproximadamente unos quince minutos después, estoy saliendo de casa. No me cruzo con Valentina al salir, supongo que debe de estar en su habitación, pero no me molesto en comprobarlo.

Una parte de mí repite que no tengo derecho a estar enojado. Hicimos un acuerdo verbal de ocuparnos de la situación una vez que estuviésemos de regreso, pero jamás esperé que ella comenzara a actuar como si absolutamente nada hubiese ocurrido.

A medio camino llamo a Mateo, quien parece agradecido de que le de una excusa para salir del bufete y encontrarnos en mi oficina.

Mi pierna cada vez está mejor, ahora puedo caminar con muchísima más confianza y el dolor ya es casi inexistente. Saludo a varios empleados conforme avanzo hasta mi oficina, un dejo de calidez me envuelve mientras vuelvo a sentirme rodeado de mi ambiente.

Encuentro a Malcom en su oficina, quien parece sorprendido de verme.

—Jefe —dice con una sonrisa —no llamaste, pude prepararte una bienvenida.

Un desastre llamado amor.(SL#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora