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Katherine Mora amaba escribir sobre el amor y aprovechaba su talento cobrando por cartas y poemas en su escuela. Todo iba bien hasta que Addison le pidió ayuda para conquistar a Owen Cooper, su mejor amigo. Katherine aceptó, incluso ofrec...
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Caminé por los pasillos de la escuela, con la mente distraída, mientras el bullicio de mis compañeros resonaba a mi alrededor. Tenía la esperanza de encontrar a Addison antes de entrar a clase, pero, por más que miraba, no la vi por ninguna parte.
El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos y me dirigí rápidamente al salón. Entré justo cuando los últimos estudiantes se acomodaban en sus lugares. Sin pensarlo, me dirigí a mi asiento y me senté al lado de Owen, quien ya estaba con los auriculares puestos, mirando su teléfono.
—¿Qué tal, flojo? —le dije en tono de broma, quitándole los auriculares.
Owen levantó la mirada, sonriendo ligeramente.
—¿Qué tal, deportiva? —respondió, haciendo un gesto con la cabeza hacia mi uniforme de equipo.
Me reí y me acomodé en mi asiento, esperando que la clase comenzara, mientras la curiosidad por encontrar a Addison seguía rondando en mi mente.
La clase de matemáticas comenzó, pero mi mente no podía evitar dispersarse. Miré a Owen, que parecía no estar tan concentrado como la mayoría de la clase. Lo conocía bien, y sabía que cuando se ponía en modo distraído, no había mucho que pudiera hacer para devolverlo a la realidad.
—Oye, ¿te has dado cuenta de que llevamos como media hora sin hablar de nada que no sea tarea? —le susurré, esperando que al menos me respondiera algo interesante.
Owen levantó la mirada de su cuaderno, me dio una sonrisa torcida y susurró de vuelta.
—¿Y qué quieres que hablemos? ¿De qué película vamos a ver el fin de semana? ¿O quizás de lo mal que me va en este examen?
Reí por lo bajo. Sabía que se estaba haciendo el desinteresado, pero al final, siempre caía en las bromas.
—No sé, algo más emocionante. ¿Por qué no me cuentas cómo te fue ayer domingo? Dijiste que irías a jugar fútbol con tus primos.
Owen me lanzó una mirada rápida, y luego se encogió de hombros.
—No fui,dije que estaba enfermo.
Lo miré con diversión, sabiendo que, en el fondo, a Owen le gustaba más que lo que decía.
—Ay, qué malo eres—dije en tono burlón— ¿Les quedaste mal a tus primitos de cinco años?¿Te dio miedo de que te ganarán?
—Como dije,conservo mi energía.
—Claro, claro, claro —dije, riendo mientras le daba un golpecito en el brazo—. Conservas tu energía para hacer… ¿qué? ¿Ver el partido de fútbol por la tele?
Owen se recostó más en su silla, mirando al frente con cara de inocente.
—Exacto. Soy el espectador perfecto. Y tú, ¿cómo te va en el tocho? Él sábado te vi jugar,claramente pero no se...