Capítulo 15 - El Regalo de Potter

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El aire fresco de la tarde acariciaba los pasillos de Hogwarts mientras los estudiantes salían de clase

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El aire fresco de la tarde acariciaba los pasillos de Hogwarts mientras los estudiantes salían de clase.

Draco Malfoy caminaba, su capa ondeando con gracia, su rostro marcado por una expresión de indiferencia, pero algo en su interior seguía inquieto.

La falta de Harry Potter lo molestaba más de lo que quería admitir, pero no iba a ser él quien diera el primer paso.

Después de todo, él ya había dejado claro lo que sentía.

De repente, escuchó unos pasos rápidos acercándose y, antes de que pudiera girarse, una figura apareció ante él.

Harry Potter.

Estaba empapado en su propia energía alfa, aunque había algo diferente en él.

Había una suavidad en su porte, una calidez que Draco no recordaba.

Sin previo aviso, Harry extendió una pequeña caja decorada con papel rojo, elegantemente atado con un lazo dorado.

-Esto es para ti-dijo Harry, su voz grave y serena.

Draco lo miró fijamente, levantando una ceja.

-¿Qué es esto, Potter? ¿Algún tipo de, acto de reconciliación?-preguntó, pero su tono traicionaba su curiosidad.

Harry sonrió con una media sonrisa, esa sonrisa que hacía que Draco sintiera una mezcla extraña de frustración y atracción.

-Es solo un detalle...-respondió Harry-Sabía que te gustaban estos chocolates.

Draco levantó la tapa de la caja con un gesto lento y deliberado.

Dentro, envueltos en finos papeles dorados, estaban los famosos chocolates rusos de fresa y crema, con un toque de licor de cereza.

Los chocolates eran delicados, con una capa fina de chocolate oscuro que rodeaba un relleno suave, dulce y ligeramente ácido, que hacían que el sabor se deslizara por su lengua de manera exquisita.

-Chocolate ruso...-susurró Draco, tomando uno y observando cómo el brillo de su envoltorio reflejaba la luz.

Podía saborear la dedicación detrás del regalo, algo que él no estaba acostumbrado a recibir de Potter.

-Fui, quiero consentirte-dijo Harry, con una sonrisa traviesa. -Y no podía irme sin traerte algo-

Draco levantó los ojos, mirando a Harry con una mezcla de sorpresa y molestia.

-¿De verdad fuiste a Rusia solo para comprarme chocolates?-preguntó, claramente escéptico, pero sin poder evitar una ligera sonrisa.

Harry se encogió de hombros.

-Haría lo que fuera por ti... aunque no lo admitiría en voz alta-respondió, su tono ligero, pero con una sinceridad que Draco no pudo ignorar.

El ego de Draco se elevó inmediatamente, no lo podía evitar, esa sensación de poder que se apoderaba de él cada vez que sentía que Harry lo deseaba o lo cortejaba de esa manera tan intensa.

De alguna manera, eso le hacía sentirse exclusivo.

-¿Haría lo que fuera por mí?-repitió Draco con voz suavemente arrogante, dándose cuenta de lo mucho que le gustaba escuchar esas palabras.
-¿Y qué más traes para mí, Potter?-

Harry, viendo cómo Draco se deleitaba con el chocolate, sacó otra caja de debajo de su capa.

Esta era mucho más grande y estaba cuidadosamente envuelta en un elegante papel de seda blanca.

-Para ti también...-Harry levantó la caja y la abrió, revelando un hermoso abrigo de pieles blancas, de un diseñador ruso famoso.

El abrigo estaba adornado con detalles sutiles pero lujosos, con bordados plateados que parecían casi etéreos.

Draco dejó escapar una suave risa, el brillo en sus ojos era inconfundible. Ahora sí, pensó.

-¿Un abrigo de piel? ¿Realmente crees que puedo aceptar algo tan, tan perfecto?-Draco se acercó y acarició la tela suavemente, sintiendo la suavidad como si fuera el material más caro del mundo.

-Sé que te gustan las cosas hermosas -respondió Harry, casi en un susurro- Y tú eres, una de las cosas más hermosas que he visto-

El orgullo de Draco subió aún más. Alfa o no, Potter estaba completamente a sus pies, y él no podía evitar disfrutarlo. Aun así, algo dentro de él también quería más.

-Es... demasiado-dijo Draco, su voz ahora suave, casi melancólica.

Tomó la caja de Harry, mirándolo de arriba a abajo.

-No sabía que tenías tanto buen gusto, Potter-

Harry no pudo evitar sonreír, su rostro iluminado por una mezcla de satisfacción y amor no expresado.

-Solo trato de mostrarte lo que eres para mí, Draco-dijo con una mirada profunda, casi como si todo fuera un juego entre ellos.

Draco se acercó un poco más, su cuerpo en un contacto tan cercano que podía oler el aroma dulzón de Harry, como un susurro que lo atrapaba.

-Y lo haces bien...-murmuró Draco, sonriendo con una sonrisa que no era completamente arrogante, sino más bien, cálida.

El momento quedó suspendido en el aire, ambos sabían que las cosas entre ellos habían cambiado para siempre.

La corteja estaba en marcha, y con cada gesto, cada palabra, Harry estaba demostrando cuánto estaba dispuesto a invertir en el Omega caprichoso y altivo que tenía enfrente.

-Creo que este es el comienzo de algo, Potter-dijo Draco, lanzándole una mirada más profunda, sus ojos resplandeciendo con la promesa de lo que estaba por venir.

Harry solo asintió, sonriendo con determinación.

-El comienzo de mucho más, Malfoy-

Y así, mientras la tarde se desvanecía, el vínculo entre ellos se fortalecía cada vez más.

Un cortejo que prometía más sorpresas, más desafíos, pero sobre todo, más pasión.

𝓗𝓪𝓻𝓬𝓸-𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora