-¿Quién es mi Omega? -gruñó Harry, su voz grave, ronca, con un filo de amenaza en cada palabra.
Draco no respondió de inmediato, su orgullo luchando contra su cuerpo.
Entonces un dedo lo rozó justo ahí, provocándole un espasmo que lo dejó sin aire...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El tren a Hogwarts se movía con su clásico traqueteo, el sonido metálico casi hipnótico mientras los pasillos se llenaban de estudiantes riendo, conversando, peleando por asientos.
Harry había buscado a Draco. No con los ojos.
Con el vínculo que, aunque debilitado, seguía latiendo en algún rincón oculto de ambos.
Lo encontró solo, en un vagón al fondo. Las cortinas corridas, el aire espeso. Draco miraba por la ventana, sin decir nada.
Harry cerró la puerta tras él.
-Tenemos que hablar-dijo el Gryffindor con voz baja, con ese tono que hacía estremecer a cualquiera.
Draco no se giró. Solo soltó:
-Ya no eres mi Alfa.
Ese susurro cortó el aire como un cuchillo. Pero no logró lo que Malfoy esperaba. Porque Harry no se detuvo. Avanzó hasta él, acortando la distancia hasta tenerlo arrinconado en el asiento. El aire se volvió denso, cargado de feromonas alfa.
-No... pero lo seré otra vez.
Draco giró el rostro, con el mentón en alto. -¿Y por qué querrías eso, Potter? Ya tienes a la Weasley... o lo que sea que sea eso-
Harry gruñó suavemente. -Porque no puedo dejar de pensar en ti. En tu olor. En tu boca. En cómo me necesitaste. Y en cómo yo te quise tanto que me dolía no tocarte. -¿Y entonces por qué te fuiste?-Draco escupió la pregunta.
-Porque me dijiste que no, porque fui un cobarde. Porque no sabía cuánto me importabas hasta que dejaste de mirarme-
Un silencio tenso.
Draco bajó la mirada, su aroma cambiaba,.Vulnerable.
Caliente.
Harry se acercó más y le rozó la mejilla con la nariz, inhalando su fragancia.
-Eres un Omega malcriado... -murmuró Harry-Pero te quiero así, quiero cortejarte, quiero ganarte, quiero que elijas quedarte conmigo, no por el vínculo, no por el estro, por mí.
-Harry...-susurró Draco, por primera vez llamándolo por su nombre.
Harry tomó su barbilla con firmeza. -Si me vas a rechazar, hazlo después de esto-
Y lo besó.
No como antes.
No con rabia, ni urgencia.
Fue un beso oscuro, profundo, dominante, que hizo vibrar el alma del Omega.
Draco soltó un jadeo, cediendo, sus uñas se clavaron en el uniforme de Potter, su cuerpo tembló bajo las feromonas que llenaban el vagón.
Y por primera vez, lo aceptó. No como un error, ni como un accidente. Sino como su Alfa.
-Estás loco-susurró Draco, sus labios aún rozando los de Harry. -Por ti, sí-respondió él con una sonrisa torcida.
-Entonces... que empiece el cortejo-dijo Draco, mirándolo con un brillo desafiante.
Y Harry sonrió como el lobo que acababa de cazar a su pareja.
Ron y Hermione se cruzaron con Harry en el Gran Comedor.
El Gryffindor reía, su humor era inusualmente bueno, y su aroma, era dulce, casi como vainilla con un toque de sándalo.
Ron frunció el ceño.
-¿Desde cuándo hueles así, tío?-preguntó con media sonrisa mientras se sentaba junto a él.
-Desde que está enamorado-respondió Hermione sin siquiera mirar, removiendo su té.
Harry se rió entre dientes, sin negarlo.
-¿En serio estás saliendo con Ginny o era todo una cortina de humo?-preguntó Ron con una ceja levantada.
Harry negó con la cabeza.
-Nunca salí con ella, solo necesitaba espacio, y tiempo para pensar-dijo, tomando un sorbo de jugo-Pero ahora todo está claro.
Hermione lo observó detenidamente.
-¿Y por qué pediste permiso especial para salir del colegio, Harry?-
Harry sonrió, misterioso, y no respondió.
---
A más de mil kilómetros, en Italia, Harry caminaba por las calles empedradas de Florencia acompañado de Blaise Zabini.
El alfa de Gryffindor llevaba una bufanda oscura y una expresión decidida.
-No puedo creer que me arrastraras hasta aquí por un collar-murmuró Blaise.
-No es "un collar"-lo corrigió Harry- Es la gargantilla de cortejo.
Entraron a una joyería lujosa, pequeña, escondida entre dos callejones. Dentro, una señora de cabello blanco y mirada sabia los recibió.
-Señor Potter-dijo en voz baja-El diseño está listo.
Harry asintió, los ojos brillándole como si fuera un tesoro.
La joyera abrió un estuche de terciopelo verde oscuro.
Dentro, había una gargantilla fina de plata encantada, con un pequeño dragón enroscado alrededor de una esmeralda en el centro, símbolo del vínculo eterno.
En el reverso, había una inscripción en latín:
"Nihil sine te. Nihil sine me." (Nada sin ti. Nada sin mí.)
Blaise levantó una ceja.
-Te tomaste esto en serio -dijo, cruzado de brazos-Draco va a matarte... o besarte, aun no estoy seguro-
Harry solo sonrió.
-Por eso Pansy lo está distrayendo en Hogwarts. Tiene que ser una sorpresa. Esto es, algo que se hace solo una vez-
---
En Hogwarts, Pansy y Draco caminaban por los pasillos.
Draco iba de mal humor, como siempre desde que Harry dejó de buscarlo.
Pero ese día... ese día se sentía raro.
-¿Por qué hueles a chocolate?-le preguntó a Pansy, olfateando el aire.
-¡Porque estaba horneando con los elfos!-improvisó rápidamente, le tomó del brazo-Vamos, te haré una trenza... tienes el cabello hecho un desastre-
Draco la miró con recelo.
-¿Desde cuándo eres tan atenta?-
-Desde que decidí que me gusta vivir y no quiero que Potter me desintegre cuando vuelva-murmuró, llevándoselo a rastras.
Draco frunció el ceño, inquieto.
Algo pasaba. Algo se estaba gestando... y su Omega lo sentía.