Addison no se atrevió a mirarse en el espejo para ver su estado. Sabía que no era nada bonito. Tenía los ojos rojos e hinchados por tanto llorar, el maquillaje que con tanto cuidado se había aplicado ahora estaba esparcido por toda su cara, y además, su cabello estaba desordenado, como si la noche hubiera sido una batalla perdida contra el cansancio emocional. Al abrir la puerta, los chicos se sintieron tristes al verla en ese estado.
—¿Los dejamos solos? —dijo Evie, preocupada por su amiga.
—Entren ustedes también, después de todo, todos tienen sus dudas —respondió Addison, con una voz quebrada.
Los cuatro chicos dudaron por un momento, pero luego aceptaron. Ben fue el primero en entrar sin decir una palabra, evitando mirarla directamente. Todos se acomodaron en la habitación, y Addison se sentó junto a Jane, quien tomaba su mano con fuerza y suspiró profundamente.
—Supongo que todos están confundidos ahora, y lamento que se hayan tenido que enterar así —dijo Addison, mirando a todos en la habitación.
—Está bien, Addy, habla cuando te sientas lista —dijo Carlos, con un tono suave y tranquilizador.
Addison intentó no acobardarse, aunque era difícil, porque hablaba de la ex de su mejor amigo, la persona con la que siempre había tenido una relación especial. Ahora, todo estaba en riesgo.
—La verdad es que sí, estoy enamorada de Audrey —comenzó, pero fue interrumpida por Ben, quien parecía ansioso, aunque no quería hacerlo.
—No podía evitarlo. La vi y sentí que ella era lo que me faltaba para estar completa. Y créeme, me he sentido terrible por ello, sobre todo porque en ese momento era tu novia —continuó Addison, mientras sus ojos volvían a llenarse de lágrimas. —No había un solo día que no me castigara por mirarla, pero simplemente me enamoré. Cuando dijiste que amabas a Mal, pensé que finalmente tendría una oportunidad, pero ese pensamiento se desvaneció cuando vi que ella ya estaba con ese idiota arrogante, Chad.
Los chicos permanecieron en silencio mientras ella compartía todo lo que sentía. Nadie sabía exactamente qué decir, pero todos sentían el dolor de su amiga.
—Incluso ella había coqueteado de alguna forma conmigo, pero al parecer soy solo un juego para las personas —se sinceró Addison, sin poder controlar las lágrimas que caían nuevamente. —Lo siento, Ben, si tan solo no hubiera venido aquí...
Antes de que pudiera seguir, Ben, incapaz de verla en ese estado, corrió a abrazarla.
—No te pongas así, no es tu culpa. Yo soy el que debería pedir perdón —le susurró, mientras la envolvía en un abrazo reconfortante. —El hecho de que te sintieras mal solo por verme con ella... lo siento mucho. Mientras tú pasabas por eso, yo no estuve allí para apoyarte. Debería haberte preguntado desde el principio.
—No es tu culpa, Ben, no lo sabías —respondió Addison, aunque su voz temblaba. —Además, debí haber pensado mejor antes de enamorarme de ella, sabiendo que era tu prometida.
—No te disculpes, nadie manda al corazón —dijo Ben, mirándola con una sonrisa cálida. —Solo eres una chica que se enamoró, y no tienes que sentirte culpable. Créeme, nos tienes a nosotros.
Addison miró a su alrededor y vio las caras de sus amigos. Todos la querían, y eso la hacía sentirse un poco mejor. Sin embargo, un vacío seguía en su corazón, un vacío que nadie podía llenar.
—Gracias, pero eso no significa que mi corazón esté mejor —dijo con voz ronca, el llanto había dejado huella en su cuerpo. —Me siento vacía por dentro, no importa cuántas veces me digan que todo estará bien.
—Nosotros podemos ayudarte a sanar —dijo Evie, poniéndose en cuclillas a su altura y corriendo un mechón de cabello de su cara. —No estás sola, Addy, te ayudaremos.
—Luego de golpear a Audrey —dijo Mal en un susurro, pero todos lo escucharon.
—No golpearemos a nadie —dijo Evie, levantando una ceja.
—Eso lo dije en voz alta... —se disculpó Mal, avergonzado.
—Por favor, solo vamos a ignorarla. Siento que si la veo, lloraré de nuevo, y ya no me quedan lágrimas por ahora —dijo Addison, sacudiendo la cabeza, como si no quisiera volver a pensar en lo que había sucedido.
—Entonces haremos todo lo posible para que no se acerque —dijo Jay, decidido.
Lo único que faltaba era que todos actuaran como guardaespaldas de Addison. Pero ella no quería que eso sucediera, al menos no de esa manera.
—Chicos, eso no es necesario y lo saben —dijo, sonriendo levemente. —Estaré bien. Solo necesito evitar un tiempo a Audrey.
—O tal vez no —dijo Jane, capturando la mirada de todos, lo que la puso un poco nerviosa.
—¿A qué te refieres? —preguntó Carlos, sin entender del todo.
Jane, al escuchar su voz, sintió que su corazón latía más rápido. Aquel chico de cabello blanco, por alguna razón, le parecía algo atractivo, y eso la hacía ponerse nerviosa.
—Bueno, tal vez si Addy le dice lo que siente, se sentirá un peso menos —sugirió Jane, intentando ser directa. —Tal vez si lo hace, le será más fácil superarlo.
Al escuchar esto, los chicos no lo vieron como una mala idea. Después de todo, si Addison hablaba con Audrey, tal vez podría cerrar ese capítulo de su vida.
—Bueno, gracias por venir a verme, pero ya es hora de que se vayan, ¿bien? —dijo Addison, intentando mostrar una sonrisa.
—¿Estáras bien? —le preguntó Evie, preocupada.
—Claro, y si algo pasa, Jane está conmigo —respondió Addison, dedicándole una sonrisa a su amiga.
—Yo me encargaré de ella —dijo Jane con confianza.
—Gracias por ser sincera —dijo Ben, sonriéndole. —Te prometo que todo saldrá bien.
Addison se despidió de todos, cerró la puerta tras ellos y se dejó caer en su cama. Cerró los ojos, sintiendo el agotamiento. Había sido un día largo, pero sabía que debía descansar. Había hablado con sus amigos, se había desahogado, y ahora solo quedaba esperar que el tiempo ayudara a sanar su corazón.

ESTÁS LEYENDO
Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...