Capitulo 1

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-¿Te gustaron los pendientes?-, pregunto mi tía Alexis por el teléfono mientras yo me colocaba uno de los de sus regalos en el lóbulo de la oreja.

-Son preciosos-, le asegure mientras miraba las pequeñas piedritas decoradas colgar a un lado de mi rostro. Eran hermosos, con un diseño artesanal, traídos directamente del estado de Chiapas, en México. El nuevo lugar de residencia de mi tía y su equipo de voluntarios.

-Feliz cumpleaños, cariño-. Sonrei ante el reflejo en el espejo, ella lo habia hecho de nuevo, siempre con algo especial para mi, se las habia arreglado para que los pendientes llegaran el dia exacto.

-¡Gracias, tía!- , conteste feliz, mas feliz que nunca.

-Espero que pases un dia esplendido, tratare de llamarte por la noche para que me cuentes los detalles jugosos-, bajo su tono de voz haciéndolo un susurro chistoso.

-¿Sobre que tía?- , pregunte riéndome y poniéndome algo colorada.

-Sobre lo que hará Gonzalo hoy para ti, tiene que ser algo especial ¿no crees? Es el primer cumpleaños que pasaran juntos siendo novios-, recalco ella mientras yo cerraba los ojos, pensaba igual y solo de imaginarme mi regalo se me ponía la piel chinita y miles de lombrices (no, no mariposas, para mi sonaba demasiado cursi), miles giraban en mi estomago.

No pude evitar reír.

-Te extraño tía-, le asegure sinceramente.

-Y yo a ti cariño-, murmuro.

Mis padres me regalaron otra cámara fotográfica, con la cual ya eran 15 para mi colección. Esta era especial, el lente tenía pequeñas ranuras que permitían captar interesantes juegos de luz y sombras.

Salí a la escuela con una sonrisa enorme en el rostro y un solo pensamiento en la

cabeza. ¨El¨.

Gonzalo Gravano había sido mi mejor amigo por muchos años, vivía a 2 casas de distancia y durante mi niñez casi todas las tardes correteaba a su lado. Cuando cumplí 15 me di cuenta de que me había enamorado de el, era casi inevitable, Gonza era perfecto: su cabello café siempre un poco mas largo del típico corte, sus ojos color miel que parecían brillar cuando reía, su cuerpo fuerte, sin llegar a ser exagerado. Pero no era eso lo que me había hecho amarlo tanto, claro que el que me derritiera con solo verlo ayudaba un poco. El me hacia sentir especial y no rara o friki, no me criticaba por andar siempre con una cámara en la mano. Me entendía y yo lo entendía a el. Estábamos hechos el uno para el otro.

Yo lo sabía, por eso deje que mi tía Alexis me convenciera de declararme. Si, yo me lance por todo y el, a pesar de su cara de sorpresa inicial, me había dicho que si, ¡el dijo que si!, de eso hace casi 5 meses un sueño.

La calle en la que vivíamos estaba conformada de lindas casas a cada lado de la acera, me encantaba caminar por ella y oler la brisa matutina o el misterioso viento nocturno. Estaba sacando de mi enorme e inseparable bolso mi nueva cámara cuando un claxon sonó a mi espalda, el auto de Gonza aparco a mi lado.

-¿Qué haces?-, pregunto con una ceja arqueada y una media sonrisa bailando en sus labios.

Yo no pude contestarle, de pronto las manos me sudaban, a veces no podía creer que el me quisiera como yo lo hacia.

-Nueva cámara-, le dije levantando mi mano y el por poco rodea los ojos, lo cual me hizo fruncir el ceño, la guarde sin decir nada y me abrió la puerta del copiloto. Me subí sin necesitar mas explicación.

-Hola-, saludo dándome un beso en la mejilla y yo asentí, todavía algo confusa, por un momento su rostro había sido el mismo de aquellos que consideraban mi deseo de capturar la belleza como algo ridículo.

Negué con la cabeza intentando despejarme, Gonza no era así, no lo era, estaba segura.

-¿Qué pasa?-, pregunto, mientras yo lo miraba, le sonreí de buena gana y toque mi pendiente izquierdo.

-Mira-, le mostré acariciando las piedritas con mis dedos.

-¿Desde cuando usas aretes tan vistosos?- , pregunto medio en broma medio en serio.

Sonreí moviendo mi cabeza un poco.

-La tía Alexis me los mando como regalo-, le conteste esperando lo que tuviera que decir el sobre mi cumpleaños.

-¿Por qué te enviaría un regalo? - , pregunto en cambio. Yo mire hacia el frente

mientras nos acercábamos a la escuela.

-¿No lo adivinas?-, le replique con una sensación extraña que comenzaba en el fondo de mi estomago.

-Bianca yo renuncie hace mucho a entender como funciona la mente de tu tía- , bromeo mientras yo me esforzaba por sonreír ante el hecho irrefutable de que Gonza había olvidado mi cumpleaños.

En cuanto estaciono el auto abrí la puerta y baje en silencio.

-¿Mucha prisa?-, pregunto divertido mientras bajaba.

-Si, algo así, ¿nos vemos en el almuerzo?-, pregunte tratando de excusar mi conducta. En todos los años que habíamos sido amigos Gonza nunca había olvidado esta fecha, aunque nunca era el primero en felicitarme, tal vez tenia demasiadas cosas en la cabeza y luego lo recordaría. Me esforcé en creer eso.

-Hoy no, los chicos quieren aprovechar el tiempo para un partido rápido-, contesto mientras yo asentía. Gonza amaba el fútbol siempre lo había hecho y no era la primera vez que anteponía eso al almuerzo o... a mi.

Cuando llegue a mi primera clase me senté justo al lado de Laura, era difícil describir a mi única amiga en la escuela, sus ojos estaban delineados de negro, su cabello rubio parecía una explosión de rizos húmedos que caían hasta su camiseta negra con la palabra ¨RAMONES¨ en el frente. Ella se divertía diciendo que era genial estar juntas, el cielo y el infierno. Ella un pequeño demonio y yo un inocente ángel de mejillas rosadas y cabello castaño.

No estaba segura si era bueno ser el querubín.

-¡Hola señorita cumpleañera!- , saludo Lau, y aunque estaba feliz porque lo recordara aquello solo formo un nudo en mi garganta.

-Hola-, le dije mientras ella fruncía el seño.

Tenia entres sus dedos con uñas pintadas perfectamente de negro, una cajita de color azul cielo, la miro y luego a mi de nuevo.

-¿Qué?-pregunto mientras yo parpadeaba.

-Nada- trate de sonreír encogiéndome de hombros.

La mirada intensa de sus ojos verdes por poco hace que rompa en llanto ahí, en medio del salón de clases, al final ella soltó un bufido poco femenino y me tendió la cajita.

-Tu regalo- , murmuro mientras yo lo tomaba y sin siquiera verlo le daba un fuerte abrazo.

-Gracias-, susurre al tiempo que ella me daba palmaditas en los hombros.

-Muestra de cariño publica ¡puaj!- , bromeo haciéndome reír.

-Yo siempre he dicho que el amor no debe ocultarse-, se burlo Florencia Vigna, la capitana del equipo de porristas y mi mayor temor escolar. Siempre me había molestado pero desde que Gonza y yo éramos novios eso se había multiplicado; bromas, chistes ofensivos, etc.

Lau creía que Gonza podía ponerle un alto, pero yo no deseaba ser quejumbrosa, eran mis batallas.

El profesor llego antes de que Lau le saltara encima.

Regrese a casa caminando pues el partido de Gonza se había alargado mas de la cuenta y los dos sabíamos que el fútbol no era lo mío, aunque dudo que el hubiera puesto mucha atención cuando le dije que me iba, de nuevo el nudo en la garganta pareció hacerse enorme y me esforcé por pensar en las cosas lindas del día.


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Espero que les guste! 

Cualquier duda contáctenme por mensaje o por twitter -> @combatefics .

Sin Amor (Bianzalo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora