Ya estaba lista con mi ropa de gimnasia y mi cabello recogido en una coleta alta. Caminé con las demás chicas hasta el gimnasio.
Apenas cruzamos la puerta, la entrenadora nos reunió con una palmada fuerte que resonó en el eco del lugar.
—Atención, chicas. Hoy no entrenaremos aquí.
Hubo un murmullo general y varias se giraron a mirarse entre sí.
—¿Y eso? —preguntó alguien.
—Están reparando la iluminación del gimnasio —explicó la entrenadora, cruzándose de brazos—. Así que hoy entrenaremos en la cancha de fútbol.
Un grupo de chicas se emocionó de inmediato.
—¿La cancha de fútbol? ¿Donde entrenan los chicos?
—Exactamente. Ellos usarán una mitad y nosotras la otra. Así que cero distracciones, ¿entendido?
Un par de chicas rieron por lo bajo. Aceptamos todas con un murmullo general, y salimos rumbo a la cancha.
El sol pegaba con fuerza esa tarde, el aire tenía ese olor a césped recién cortado y sudor masculino. En cuanto cruzamos la verja de entrada, fue como una escena salida de película.
Las chicas que iban a mi lado se detuvieron por un segundo, y yo también. Era imposible no hacerlo. Frente a nosotras estaban los chicos del equipo de fútbol. Todos en pleno entrenamiento, sudorosos, con los músculos tensos y el uniforme pegado al cuerpo por el calor. Cuerpos de infarto. Y cuando digo "todos", me refiero a que estaban todos.
Mi mirada fue directo a Ryan. Tenía el cabello un poco despeinado, las gotas de sudor corriendo por su cuello y una sonrisa engreída mientras hablaba con uno de sus compañeros. No podía negar que se veía increíble. Guapo, como siempre.
Pero mis ojos se desviaron... y ahí estaba ¿Nolan?
Parpadeé, sorprendida. ¿Desde cuándo estaba en el equipo de fútbol?
Corría por el campo con una agilidad impresionante, los músculos marcados por debajo de su camiseta mojada que se le pegaba al torso, su cabello húmedo por el sudor cayéndole en la frente, el ceño fruncido por la concentración.
—Olivia —escuché la voz de Jossy a mi lado, medio riéndose—. ¿Te comiste a Nolan con la mirada o me pareció?
—¿Qué? ¡No! —negué de inmediato, aunque sentí las mejillas arderme—. Solo me sorprendió verlo ahí, no sabía que estaba en el equipo.
—Ajá... claro —dijo ella, divertida.
Rodé los ojos y caminé más rápido para alejarme de sus comentarios.
El entrenamiento había comenzado con fuerza. Como capitana, me tocaba liderar los estiramientos y asegurarme de que todas siguieran el ritmo. Llevaba la cuenta en voz alta mientras hacíamos las rutinas básicas, y luego organizaba las líneas para practicar la nueva coreografía que estábamos preparando para la presentación del próximo partido. Me colocaba al frente, mostrándoles los pasos y corrigiendo posturas.
—¡Rodillas arriba, chicas! ¡Sonrían aunque estén sudando! —les gritaba con energía, aunque por dentro sentía que la mitad de mi atención estaba en otro lado.
Cada vez que el ritmo bajaba o me tocaba revisar los movimientos desde un lado, mi mirada se desviaba hacia la otra mitad de la cancha.
Sacudí la cabeza y traté de volver a enfocarme. No era momento de distraerse.
—¡Desde arriba! ¡Y cinco, seis, siete, ocho! —grité, y volvimos a la rutina.
Después de unos treinta minutos, la entrenadora nos dio un pequeño descanso. Me dejé caer sobre el césped y bebí de mi botella de agua, respirando hondo mientras me abanicaba con una toalla. Tenía calor, estaba sudada y quería meterme en una piscina, pero algo captó mi atención de inmediato.

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Eres para mí ♡ [Completa]
Teen FictionOlivia Hall siempre ha soñado con un amor como el de sus padres: intenso, verdadero y capaz de superar cualquier obstáculo. Por eso, cuando Ryan, el chico más popular del instituto, empieza a demostrar interés en ella, Olivia cree que por fin ha enc...