Los chicos se acercaron a ellas, mientras todos los felicitaban por la victoria. Addison, sin embargo, seguía perdida, mirando fijamente un punto en el suelo, sumida en sus pensamientos. Su mente se sentía nublada, atrapada en una tormenta de emociones contradictorias, hasta que Carlos la sacó de su ensimismamiento.
—Oye, Addy, ¿viste cómo jugué? —preguntó con una gran sonrisa.
Addison parpadeó un par de veces antes de reaccionar.
—Claro que sí —respondió con una sonrisa—. Lo hiciste de maravilla. Y para celebrar la victoria, les cocinaré algo rico. ¿Quieren?
—Suena bien —dijo Jay con entusiasmo.
Jane, que aún sostenía las manos de Addison de una forma protectora, le sonrió con dulzura. Los chicos se dieron cuenta del gesto y se miraron entre sí, intercambiando miradas cómplices. Finalmente, Jay rompió el silencio.
—Oigan, ¿les puedo hacer una pregunta? —dijo con un tono de curiosidad.
—Claro —contestó Addison, sin notar la ligera incomodidad en la voz de Jay.
—No quiero sonar entrometido, pero… ustedes dos… quiero decir…
—¿Si estamos juntas? —dijo Jane, adelantándose a la pregunta.
Jay asintió, esperando la respuesta con cierta expectativa.
—No, solo somos mejores amigas —aclaró Jane con tranquilidad.
Addison decidió bromear un poco para aligerar el ambiente.
—No lo somos porque Jane es muy gruñona cuando no ordeno mi cuarto.
—No lo somos porque cuando lavas ropa mezclas el rojo con el blanco —replicó Jane con una ceja levantada.
—¡Ay, solo pasó una vez!
—Tres —corrigió Jane con una sonrisa divertida.
—Bueno, no lo somos porque a Jane le gustan los chicos de cabello blanco —añadió Addison con picardía.
Jane sintió cómo sus mejillas se encendían de inmediato, mientras Carlos se quedaba callado, evitando la mirada de todos.
—Cierra la boca, Addison —susurró Jane, claramente avergonzada.
—Lo siento… ¿me pasé? —preguntó Addison con una sonrisa inocente.
—Bastante —respondió Jane, intentando recuperar la compostura.
—Pero Jane…
—Déjalo así. Ahora tengo que irme. ¿Estarás bien?
—Sí, tranquila.
—No hagas ninguna locura —le advirtió Jane antes de marcharse.
Los demás chicos vieron cómo se alejaba, y justo en ese momento, Ben llegó con una gran sonrisa.
—¡Hola, chicos!
—¡Hola! —respondió Mal con entusiasmo.
Addison, en cambio, se quedó callada, su expresión completamente neutral.
—Addison, creo que estás perdiendo la audición. Dije "hola" —comentó Ben, tratando de llamar su atención.
—Te escuché —dijo ella, sin mirarlo.
—¿Y por qué no contestas?
—No quiero hablar contigo ahora —respondió con frialdad.
Los demás intercambiaron miradas nerviosas. Sabían que Addison estaba molesta, pero no esperaban que fuera tan directa. Ben frunció el ceño.
—¿Hice algo malo?
—No sé, Ben. Solo… déjalo así.
—No. Dime qué pasa, Addy.
Los chicos se quedaron en silencio, convertidos en espectadores de la conversación. Podrían haberse ido, pero algo en la tensión entre Addison y Ben los mantenía en su lugar.
—¿Quieres saberlo? —preguntó Addison, cruzándose de brazos.
—Por favor.
La joven tomó aire antes de soltar la pregunta que le estaba carcomiendo por dentro.
—¿Desde cuándo estás enamorado de Mal?
Los chicos la miraron sorprendidos. Ben suspiró, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—¿Solo es eso? —respondió con tranquilidad.
—¿A qué te refieres con "solo es eso"? ¡Por supuesto que es importante! ¿Acaso estuviste jugando con los sentimientos de Audrey? ¿Tienes idea de cómo la hiciste sentir? Eso está mal, Ben.
Ben bajó la mirada por un instante.
—Escucha, yo nunca quise jugar con sus sentimientos. Solo… me enamoré, Addy.
Esa palabra golpeó a Addison como una roca. Sabía que cuando alguien estaba enamorado, ya no había nada que hacer. No podía interferir, no tenía derecho a hacerlo.
—¿Y no pudiste simplemente decírselo en privado?
—Las cosas se dieron así, Addy.
—Como digas —respondió con desgano.
—¿Por qué te molesta tanto?
—Porque jugaste con ella.
—¡Te digo que no fue mi intención!
—Te equivocas, Ben. Audrey es mi amiga, obviamente me voy a preocupar por ella.
—Mal también es tu amiga.
—Y es por eso que no le reclamo. Las mujeres deben apoyarse y cuidarse. No voy a gritarle a Mal solo por enamorarse.
—¿Y a mí sí?
—No es eso, Ben…
—Entonces, ¿qué es? ¿Por qué la defiendes tanto?
Addison abrió la boca para responder, pero nada salió. Ben la miraba fijamente, esperando una respuesta.
—Es solo que… —murmuró con voz temblorosa.
—¿Solo qué?
El silencio se hizo pesado. Addison sintió su pecho arder, como si algo dentro de ella estuviera a punto de estallar.
Y entonces, explotó.
—¡Ella me gusta, ¿ok?! —gritó de repente.
El silencio se hizo absoluto. Los chicos la miraron con los ojos bien abiertos. Mal, Evie, Jay, Carlos… todos parecían en shock.
Ben la observó, procesando lentamente sus palabras.
—Pero… Audrey es una chica…
—Ben… —susurró Addison con un hilo de voz, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.
Él se quedó callado, esperando que continuara. Pero Addison no encontró las palabras. Su pecho se apretó y sintió un nudo en la garganta.
Entonces, sin decir nada más, se dio la vuelta y salió corriendo en dirección a su habitación.
Los demás se quedaron en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido. Nadie sabía qué decir. Nadie sabía qué hacer.
Ben suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—Yo… no lo sabía…
—Ni nosotros —murmuró Jay, aún asimilando lo que acababa de ocurrir.
Evie bajó la mirada, sintiendo tristeza por su amiga.
—Creo que… necesita estar sola por ahora —susurró Mal.
Los demás asintieron en silencio.
Y así, el grupo se quedó ahí, sin saber cómo romper la tensión que había quedado suspendida en el aire.

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Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...