—¿Nolan?
Genial. Años sin vernos y lo primero que hacía era casi noquearlo con la puerta de mi casillero.
—¿Olivia? —su voz sonó entre sorprendida y divertida.
No podía creerlo.
Después de cuatro años, Nolan estaba frente a mí.
Mi Nolan.
Bueno, no mi Nolan, pero… el punto es que estaba aquí, de pie, más alto, más fuerte, más… wow.
Sin pensarlo, me lancé hacia él y lo abracé con fuerza.
Él no reaccionó de inmediato, pero después de unos segundos, sentí sus brazos envolviéndome con firmeza. No era el mismo niño delgado que recordaba. No. Su cuerpo era sólido, cálido… intimidante en cierta forma. Y su aroma… Santo cielo. Olía a algo amaderado y varonil, con un toque de menta que hizo que me estremeciera un poco.
Me separé de golpe, aturdida, y para disimular mi reacción, lo golpeé en el brazo.
—Auch —se quejó, llevándose la mano al lugar donde lo golpeé—. ¿Esa es tu manera de decir “bienvenido”?
—No —dije, cruzándome de brazos—. Es mi manera de decir: ¿qué demonios te costaba llamarme y avisarme que seguías vivo? ¡Cuatro años sin saber nada de ti, Nolan!
Él me miró con diversión mientras se sobaba el brazo con drama exagerado.
—Bueno, pensé que el portazo de tu casillero en mi cara era suficiente para compensarlo.
Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreír.
Una sonrisa perezosa y ladeada se dibujó en su rostro.
—En mi defensa, no soy de redes sociales —respondió con voz grave, baja, con un matiz divertido—. De hecho, mi primer teléfono me lo dio mi papá cuando cumplí quince.
Lo miré con incredulidad.
—¿Y desde entonces no se te ocurrió mandar un mensaje?
—Mmm... no.
—Eres un idiota. ¿Cuándo regresaste? —pregunté de repente, sintiendo un pequeño nudo en el estómago.
—Anoche.
—¿Anoche? —repetí, incrédula—. ¿Y ya estás aquí como si nada?
—Sabes que me adapto rápido.
Su sonrisa ladeada me hizo rodar los ojos, pero no pude evitar notar cómo su mirada se mantenía fija en mí, como si analizara cada una de mis reacciones.
Tuve que desviar la vista.
Este no era el Nolan que recordaba.
Este Nolan era…
Alto. De hombros anchos. Brazos fuertes. Su camiseta negra se ajustaba a su cuerpo, dejando ver la musculatura de su torso. No demasiado marcado, pero sí lo suficiente como para que fuera evidente que hacía ejercicio. Y su mandíbula… era como sacada de una maldita escultura.
Sentí un calor incómodo en mi rostro y carraspeé.
—Pero espera… —dije, tratando de enfocarme en la conversación—. ¿Qué haces aquí? ¿Vas a estudiar en este instituto o solo estás de paso?
Su expresión cambió ligeramente, tornándose más enigmática.
—No estoy de paso.
Su voz era tranquila, pero había algo en la forma en la que lo dijo que hizo que mi estómago se encogiera un poco.

ESTÁS LEYENDO
Eres para mí ♡ [Completa]
Teen FictionOlivia Hall siempre ha soñado con un amor como el de sus padres: intenso, verdadero y capaz de superar cualquier obstáculo. Por eso, cuando Ryan, el chico más popular del instituto, empieza a demostrar interés en ella, Olivia cree que por fin ha enc...