Mi corazón se detuvo al instante en cuanto, de un momento a otro, Guido volteó la cabeza en mi dirección, no tardando en esbozar una sonrisa. El guardia se apartó apenas un paso, dándome vía libre para cruzar la puerta entreabierta. Adentro, la luz era cálida, amarillenta, y contrastaba con el frío metálico de los pasillos.
El aire en el backstage estaba cargado de un aroma denso, una mezcla de sudor, tabaco, alcohol, perfume barato y algo más oscuro, metálico, apenas perceptible. La música aún seguía retumbando en el recinto, pero allí atrás, el sonido llegaba como un eco lejano.
Había al menos seis o siete chicas más en la sala, dispersas por el lugar. Algunas sentadas en un sillón de cuero, otras apoyadas contra la pared, todas con la mirada perdida, con una calma que no encajaba con la euforia del concierto que habíamos presenciado. Ninguna hablaba, ni siquiera parecían darse cuenta de mi presencia.
Mis ojos buscaron a Guido instintivamente. Estaba ahí, recostado sobre una mesa, con un vaso en la mano y una sonrisa ladeada, como si estuviera evaluándome. A su lado, Patricio se enderezó en el sillón, acomodando su cabello hacia atrás y clavando en mí una mirada inquisitiva.
—Así que vos sos la elegida de esta noche... —murmuró Patricio, con un deje de burla en su tono, su semblante era arrollador, mis manos comenzaron a sudar en cuanto oí su voz por primera vez. —No parecés muy convencida.
—No sé qué significa eso —respondí, tratando de sonar firme, pero mi voz salió más baja de lo que esperaba. Acomodé mis manos detrás de mi espalda, en intento por esconder que no podía parar de temblar. Esto estaba lejos de ser el encuentro con mis ídolos que había soñado toda la vida, algo en mí me decía que debía salir corriendo tan pronto como me fuera posible, sin embargo, no lo hice. —. Y no puedo estar convencida de algo que desconozco.
Guido soltó una breve risa, dando un trago a su vaso antes de dejarlo sobre la mesa.
—Significa que estás acá porque yo quise que estuvieras —Respondió tajante, aún con aquella estúpida sonrisa dibujada en sus labios. Se veía angelical, casi irreal, era el hombre más hermoso que mis ojos hubieran divisado. —. Pero vos buscabas eso, ¿Me vas a decir que no?
Mi piel se erizó sin que pudiera evitarlo. Había algo en su tono, en la forma en que lo dijo, que no sonaba a simple capricho de rockstar. Detrás de su sonrisa había algo más.
—Eso no responde a mi pregunta... —Me atreví a responder, cruzando mis brazos contra mi pecho, manteniendo fija mi vista en aquel rubio. Estaba hecha un completo manojo de nervios, pero mi orgullo jamás me permitiría demostrarle eso a él. —¿Soy la elegida de ésta noche para qué?
Patricio se rió entre dientes y se puso de pie con calma. Caminó hasta quedar a mi lado, demasiado cerca, como si quisiera ponerme nerviosa. Sentí la tensión de su mirada recorriéndome de pies a cabeza.
—Guido, me parece que ésta todavía tiene dudas... —comentó, como si yo no estuviera presente, volviendo su mirada a su hermano sin distanciar su anatomía de la mía ni por un centímetro. —¿Qué decís que hagamos con ella?
Una de las chicas en el sillón finalmente se movió un poco, inclinando la cabeza, y por primera vez noté lo extraño en sus ojos. Una opacidad casi hipnótica, como si no estuviera del todo despierta.
¿Qué mierda estaba pasando acá adentro?
—Tal vez deberías ayudarla a entender —Guido habló con suavidad, pero sus palabras cayeron con peso en la habitación. Patricio sonrió, y un escalofrío recorrió mi espalda. No sabía en qué me había metido, pero una parte de mí me gritaba que ya era demasiado tarde para retroceder. —. Vos sabes cómo hacerlo.

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ESTADO SALVAJE - GUIDO SARDELLI | AIRBAG
VampireElla siempre había deseado que finalmente aquellos ojos que tanto admiraba un día se fijaran en su dirección. Observaba embelesada como sus manos recorrían aquella guitarra, con su cabello rubio descansando sobre sus hombros y su semblante enigmátic...