26. Hong Kong

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Capítulo 26

Hong Kong


No es sólo un beso.

Ósea, si es solo un beso. Pero es mucho más que eso. 

¿Me explico? 

Estoy hecha un lío.

Su boca se mueve suave, con calma sobre la mía. Sus labios me acarician con cariño. Y cuando su lengua se abre paso hasta rozar la mía, temo que me vaya a explotar la cabeza. Completamente abrumada por él, su tacto, su perfume, el calor de su cuerpo. La fricción de su piel, haciéndome cosquillas en el estómago.

Dani. Solamente hay Dani por un momento en el tiempo. El mundo se para, o al menos el mío, mientras beso por fin al puto Plex.

Y digo, que es sólo un beso, porque literalmente, lo es. Al separarnos, con las frentes apoyadas el uno sobre el otro, le entra un ataque de risa.

No sé si tengo monos en la cara, si le estoy mirando raro o si simplemente resulta que, si es yosoygilipollas, pero se empieza a reír. Y no flojito, una carcajada silenciosa. Que va, se está riendo con esa risa de tetera estropeada que se le pone cuando algo le hace mucha gracia.

Esa que la mitad de las veces edito fuera de los vídeos porque tengo un minuto y medio de clip de Plex riéndose como si le hubieran drogado. Risa de gallina.

¿Tan fea soy? ¿Tan mal beso?

—¿Se puede saber que te hace tanta gracia?—se ha movido de encima de mí, para no aplastarme, y recostado en la cama, se agarra los cuadraditos de su tableta de chocolate.

—Nada.—consigue decir al cabo de unos segundos. De nada mis narices, que parece que le ha contado un chiste Arturo Vals.

—Dani.—se sigue riendo.—Plex.—que su apodo sea la forma seria de dirigirte a él, es icónico.

—Estoy feliz.—anda.—Y son los nervios acumulados.—sabía yo que esa cara de póker escondía algo detrás.

Ahora que sé que no se está riendo de mí, me permito contagiarme. Somos dos riéndonos como gallinas.

Se nos pasa, al rato claro. Estoy tan a gusto con él, no hay ninguna tensión extraña después del beso más que la de volver a repetirlo. Aunque no volvemos a hacerlo. Simplemente nos quedamos el uno al lado del otro hablando de cómo mañana van a venir Erra, Juan y Kruffy a los vídeos.

—Me tengo que ir, Ali.—dice mirando la hora. Ha venido a cuidarme un rato, pero sigue habiendo un vlog que grabar. Los chicos llevan ya demasiado tiempo esperándole, y por mucho que mintamos, yo sé que los comentarios de Jopa y Borja no van a faltar.

—Lo sé.—pone una mano en mi frente para comprobar que no tenga temperatura. Aunque da igual porque es su tacto el que realmente hace que mi piel se ponga caliente.—No la lieis mucho por ahí. O al menos no lo hagáis sin mí, si la cosa se pone divertida me llamas.

—Pakistán se ha acabado para ti.—su dedo índice apunta al centro de mi pecho. Se está poniendo las zapatillas y eligiendo entre dos gorras cual ponerse.—Estas en arresto domiciliario. ¿Hotelario? Lo que sea, que no te muevas de esa cama.

—¿O?—su mirada me quema al instante. El fuego con el que me miran sus ojos me recuerda el beso que hemos compartido. Trago saliva. Dios mío.—Ponte la gorra roja.

Sonríe, y me hace caso.

—Más te vale hacer lo que digo.—no me atrevo a responder, porque cómo lo haga, igual le salto al cuello y le quito la ropa.

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora