🍷𝔠𝔞𝔱𝔬𝔯𝔠𝔢

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Los días siguientes, Jimin y Jungkook fueron una verdadera celebración del amor

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Los días siguientes, Jimin y Jungkook fueron una verdadera celebración del amor. En las clases, se daban miradas furtivas, y sus compañeros no podían evitar notar que algo extraño le ocurría al príncipe. Incluso en las clases donde coincidían, quedaban juntos para hacer los proyectos.

Ya no le hablaba mal ni le decía cosas hirientes. Aun así, habían decidido mantener cierta distancia. Estaban dando de qué hablar, y no querían eso.

Jimin evitaba a Kylo, quien lo había invitado a salir varias veces. Jimin no sabía cómo rechazarlo. Él era todo un amor, pero por desgracia, su corazón le pertenecía a Jungkook.

Ahora mismo estaban besándose. Habían hecho el amor dos veces antes del amanecer.

—Tengo que irme, tengo que encontrarme con Zoe —dijo Jungkook, levantándose para ponerse el pantalón, mientras Jimin lo observaba.

—¿Puedo ir contigo? Yo también quiero saber qué es lo que nos está pasando.

—Amor, no lo tomes a mal, pero a donde iré es algo lejos. Además, vomitaste en la madrugada y te sentías mal. Quiero que te quedes aquí a descansar.

Jimin puso los ojos en blanco.

—Kook... hicimos actividad física hace un momento. Ya estoy bien.

—No es lo mismo. Descansa y ya.

Terminó de cambiarse y vio a su novio con un puchero bien marcado. Jungkook besó ese puchero.

—Oye, hazme caso. Te diré todo, lo prometo.

—Bien, por favor mándame un mensaje cuando llegues bien.

—Lo haré. Te quiero.

Lo besó por última vez antes de salir de su habitación. Jimin se quedó en cama a dormir un rato más para reponer energías.

Jungkook caminó durante horas a través del bosque, protegiéndose del sol con una capucha y una capa. Afortunadamente, los árboles lo cubrían con su sombra, permitiéndole avanzar sin sufrir los efectos del sol.

Después de dos horas de caminata, finalmente vio la pequeña casa de Zoe a lo lejos. La casa estaba rodeada de árboles y arbustos, y parecía ser un lugar tranquilo y seguro.

Jungkook se acercó a la puerta y tocó la campana que Zoe le había dado. La campana era una cuerda con un pequeño objeto metálico que producía un sonido suave al ser tocado.

Zoe abrió la puerta y sonrió al ver a Jungkook.

—Ah, Jungkook. Me alegra verte —dijo, invitándolo a entrar.

Jungkook entró en la casa y se sintió aliviado al estar en un lugar fresco y sombreado. Zoe lo guió hasta una habitación al fondo de la casa, donde había una gran mesa llena de libros y pergaminos.

—Lamento venir a esta hora, pero era la única manera de llegar aquí.

—No te preocupes, Jungkook. De todos modos, no pude dormir por lo impactada que estoy con lo que encontré sobre ese tal Jimin y tú.

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