Capitulo 12

9.1K 1.4K 59
                                        

El cielo sobre La Push se había oscurecido por completo cuando Jacob y Teresa regresaron a la casa de Billy. El sonido de las olas en la distancia le daba al ambiente un toque de calma que Teresa realmente apreciaba. Después de todo lo que había pasado en los últimos días, esa sensación de tranquilidad era algo que necesitaba.

Al entrar, Charlie y Billy ya estaban sentados en la mesa, conversando sobre alguna vieja historia de la reserva. La cena estaba servida, un plato sencillo pero cálido: pescado con papas asadas.

—Justo a tiempo —comentó Billy con una sonrisa—. Si hubieran tardado más, hubiera pensado que Jacob se la llevó a cazar lobos o algo así.

—No exageres, Billy —respondió Charlie con una risa, mirando de reojo a su hija—. Aunque sí me preguntaba si ibas a querer cenar, Bells.

Teresa se tensó un poco al escuchar el apodo. No le gustaba, pero no quería levantar sospechas, así que simplemente sonrió y se sentó en la mesa.

—Claro, tengo hambre —dijo con sinceridad.

Jacob se sentó frente a ella, con una expresión pensativa. Desde su conversación en la playa, se había quedado callado. Probablemente aún estaba procesando todo lo que Teresa le había contado.

La cena transcurrió tranquila. Teresa no habló mucho, pero disfrutó del ambiente familiar. Billy le recordaba un poco a su padre en su vida pasada, lo cual le generó una extraña mezcla de nostalgia y comodidad.

Cuando terminaron, Charlie se levantó y miró a su hija.

—Es hora de irnos. Mañana tienes que madrugar, y no quiero que estés medio dormida en tu primer día después de faltar casi toda la semana.

Teresa rodó los ojos con una sonrisa.

—Lo sé, lo sé.

Se despidieron de los Black y regresaron a casa. El camino de regreso fue silencioso, pero no incómodo. Charlie no era un hombre de muchas palabras, y Teresa lo agradecía. Después de todo, tenía muchas cosas en qué pensar.

Cuando llegaron, Charlie cerró la puerta con llave y se estiró con cansancio.

—A dormir, Bells. Te quiero despierta y lista mañana.

—Sí, papá —respondió ella, subiendo las escaleras.

Al entrar a su habitación, se dejó caer en la cama, sintiendo el peso del día sobre ella. Mañana sería un nuevo reto: enfrentarse a la escuela, a los compañeros de Bella... a un mundo que aún no sentía como suyo.

Pero no importaba.

Ella era Teresa Chávez, y estaba lista para cualquier cosa.

Porque entre ser y no ser, ella era.

......................


Teresa bajó del auto de Charlie con un suspiro, ajustando la mochila en su hombro. El edificio de la escuela de Forks se alzaba frente a ella, idéntico a como lo recordaba.... El unico dia que estubo ahi. 

Apenas cruzó la puerta principal, algunos estudiantes voltearon a verla con curiosidad. Sabía que era por su ausencia de casi una semana, pero no le importaba. Aceleró el paso y se dirigió al aula de su primera clase.

Al entrar, buscó con la mirada un lugar vacío. Para su desgracia, el único asiento disponible estaba junto a Edward Cullen.

—Genial... —murmuró con fastidio antes de caminar hasta su lugar.

Edward la observó en cuanto se sentó. No hizo ningún intento por hablarle, pero su mirada fija la incomodaba demasiado. Teresa trató de ignorarlo, sacando sus cosas y enfocándose en la clase, pero sentía cada segundo esos ojos dorados sobre ella.

Los minutos se hicieron eternos. Cada vez que se movía, Edward la seguía con la mirada, como si intentara descifrar algo.

"¿Qué le pasa?" pensó con molestia. "¿Por qué no puede simplemente mirar hacia otro lado?"

Cuando la campana sonó, Teresa fue la primera en levantarse. No quería darle oportunidad de hablarle ni un segundo más de lo necesario.

Se dirigió directamente a la cafetería, esperando poder comer tranquila, pero en cuanto entró, un escalofrío recorrió su espalda.

Estaban mirándola.

Giró la cabeza con cautela y, efectivamente, encontró los ojos de cinco personas fijos en ella: los Cullen.

Edward, Alice, Jasper, Rosalie y Emmett estaban sentados en su mesa habitual, observándola con una intensidad que la hizo fruncir el ceño.

"¿Qué demonios les pasa?"

No intentó disimular su molestia. Rodó los ojos con fastidio y tomó su bandeja de comida. No iba a dejar que la incomodaran más de lo que ya lo habían hecho.

"No quiero tener nada que ver con ustedes."

Pero algo le decía que no iba a ser tan fácil.

--------------------------------------

Encuentros Indeseados

Después de un día agotador en la escuela, Teresa decidió que no quería regresar a casa de inmediato. Aún sentía la incomodidad de las miradas de los Cullen sobre ella, especialmente la de Edward, que no dejó de observarla en todo momento.

"Necesito despejarme..." pensó mientras caminaba por las calles de Forks.

Sus pasos la llevaron hasta una pequeña librería que había visto de camino a la escuela. No recordaba haberla visitado antes, pero la idea de perderse entre libros le resultaba reconfortante.

Al entrar, un leve aroma a papel viejo y tinta la envolvió. Se permitió sonreír mientras recorría los estantes, pasando la yema de los dedos por los lomos de los libros. Buscaba algo que pudiera ayudarla a olvidar el caos de los últimos días.

Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho.

Sintió un par de miradas fijas en su espalda y un escalofrío la recorrió.

"No puede ser..."

Con desgano, giró la cabeza y, efectivamente, ahí estaban.

Edward y Alice Cullen.

Ambos la miraban como si esperaran que ella les dirigiera la palabra. Alice sonreía de forma misteriosa, mientras que Edward tenía la misma expresión tensa de siempre.

Teresa apretó los labios y desvió la vista de inmediato.

"No los vi. No los vi. No los vi."

Se obligó a ignorarlos y continuó hojeando un libro cualquiera, como si no existieran.

Los Cullen parecieron sorprenderse por su actitud. Alice inclinó la cabeza, como si analizara la situación, mientras Edward fruncía el ceño, confundido.

Teresa fingió no darse cuenta y se dirigió al mostrador con su libro en mano.

Pagó rápidamente y salió de la tienda sin voltear atrás.

"No quiero tener nada que ver con ellos."

No sabía qué estaban buscando con su insistente presencia, pero tenía claro que no iba a darles el gusto de acercarse.

-------------------------------------


Ala made los Cullen no la dejan en paz. 

Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora