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Jennie dio un paso más cerca de Lisa, mirándola con atención.

—¿Cómo sigues?

Lisa se encogió de hombros, tratando de actuar indiferente.

—Bien.

Jennie entrecerró los ojos.

—Lisa...

—No es nada, en serio. He pasado por cosas peores.

Jennie suspiró, frustrada.

—Siempre dices lo mismo.

Lisa desvió la mirada, sintiendo que, por primera vez, su frialdad no era tan efectiva con Jennie. Ella la leía demasiado bien.

Jennie dio otro paso más y, sin decir nada, llevó sus manos al rostro de Lisa, acariciando suavemente su mandíbula. Lisa se quedó completamente inmóvil.

Jennie se inclinó lentamente, sus labios rozando los de Lisa con una suavidad que hizo que la general contuviera el aliento.

Pero justo cuando Lisa estaba por rendirse y responder el beso...

—Jennie, ven rápido.

Jennie y Lisa se separaron en un instante.

La madre de Jennie estaba parada en la entrada de la casa, mirándolas con una leve sonrisa, como si no hubiera interrumpido absolutamente nada.

Jennie parpadeó, confundida.

—¿Mamá?

—Necesito que me ayudes a elegir los decorativos para mi fiesta de 25 años de casada.

Jennie soltó un suspiro, lanzándole una última mirada a Lisa antes de asentir.

—Está bien, ya voy.

La madre de Jennie asintió y se retiró, dejándolas solas otra vez.

Lisa exhaló pesadamente, llevando una mano a su nuca.

Jennie la miró por unos segundos más y luego sonrió con diversión.

—Parece que siempre nos interrumpen, ¿eh?

Lisa soltó una risa corta y seca.

—Parece que sí.

Jennie se giró para irse, pero antes de marcharse, se inclinó nuevamente y le susurró en el oído:

—No te confíes, Mr. General. Tarde o temprano, te atraparé.

Lisa se quedó en su lugar, viendo cómo Jennie desaparecía dentro de la casa, sintiendo que su control se hacía cada vez más débil cuando se trataba de ella.

...

Jennie intentó concentrarse en los decorativos frente a ella, pero su mente seguía atrapada en Lisa.

Lisa con su camisa arremangada, con su postura rígida, con su forma de apartar la mirada cuando Jennie se le acercaba demasiado...

—Jennie.

Jennie parpadeó y miró a su madre, quien la observaba con una sonrisa divertida.

—¿Eh?

—Estás muy distraída —dijo la señora Kim, tomando una de las muestras de tela para los manteles—. Te pregunté qué opinas de este color, pero supongo que tienes la cabeza en otro lado... ¿o debería decir en otra persona?

Jennie frunció el ceño.

—No sé de qué hablas.

La señora Kim soltó una risa ligera y dejó la tela a un lado.

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora