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Jennie abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso de una manta sobre su cuerpo desnudo.

Parpadeó un par de veces, acostumbrando su vista a la tenue luz que entraba por la ventana. No estaba en su habitación.

Entonces, los recuerdos de la noche anterior la golpearon como una ola.

Su piel se calentó instantáneamente.

Se incorporó en la cama, buscando a Lisa con la mirada.

Vacía.

El lado de la cama donde Lisa había dormido estaba frío.

Jennie frunció el ceño y rápidamente se levantó, envolviéndose en la manta mientras caminaba descalza por la habitación.

Tal vez ya estaba en algún lugar de la mansión... entrenando como si no tuviera una herida abierta en el brazo.

Jennie bufó con fastidio.

Pero justo cuando estaba por salir de la habitación, escuchó un ligero ruido proveniente del baño.

Se giró y entreabrió la puerta con curiosidad.

Y ahí estaba Lisa.

Solo con un top deportivo negro y pantalones de chándal oscuros, su cabello aún húmedo después de la ducha.

Jennie se apoyó contra el marco de la puerta en silencio, observando cómo Lisa intentaba vendarse el brazo herido frente al espejo.

—Deberías dejar que alguien te ayude con eso —dijo Jennie, haciendo que Lisa alzara la vista a través del reflejo.

Lisa mantuvo la expresión seria, pero no dijo nada.

Jennie avanzó con calma y se detuvo justo detrás de ella.

Lisa estaba completamente enfocada en su vendaje, pero Jennie sabía que su presencia la afectaba.

Lo sabía porque Lisa se tensó cuando ella apoyó las manos suavemente sobre sus hombros.

—Te ves como un desastre —susurró Jennie, con una leve sonrisa.

Lisa soltó un suspiro.

—Tú tampoco te ves mejor.

Jennie rodó los ojos y rodeó su cintura con los brazos, apoyando el rostro contra su espalda.

—Quítate el vendaje, lo haré de nuevo —murmuró.

Lisa no protestó.

Jennie sonrió para sí misma.

Iba a asegurarse de que Lisa se cuidara, lo quisiera o no.

Jennie estaba tan concentrada en rodear la cintura de Lisa con sus brazos que no se dio cuenta de algo importante.

—Deberías ponerte algo de ropa —murmuró Lisa de repente.

Jennie frunció el ceño.

—¿Qué?

Lisa giró un poco la cabeza y alzó una ceja, con la mirada fija en el espejo.

—Sigues desnuda, princesa.

Jennie bajó la vista.

Oh.

Se había envuelto en la manta cuando se levantó de la cama, pero al caminar y moverse, esta había resbalado hasta quedar colgando apenas de sus brazos.

Jennie rodó los ojos con fastidio.

—Qué exagerada.

Se alejó de Lisa y fue directo al armario, abriéndolo sin dudar.

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora