Mr. General | JenLisa

21

El aire entre Jennie y Lisa seguía cargado de tensión. Ninguna apartaba la mirada, ninguna quería dar el brazo a torcer.

—Tal vez me gusta quemarme —había dicho Jennie con atrevimiento.

Lisa la observó con una intensidad oscura, como si estuviera a punto de responder, pero entonces, un ruido ensordecedor rompió la burbuja entre ellas.

¡BANG!

Todo pasó en un segundo.

Lisa reaccionó por instinto. Su cuerpo se movió solo, empujando a Jennie con fuerza.

¡BANG!

El sonido de un segundo disparo retumbó en el jardín.

Los gritos comenzaron a llenar el ambiente, las luces de la mansión titilaron mientras la música dentro de la gala se detenía abruptamente.

Jennie cayó al suelo con el impacto del empujón, aturdida, sin entender qué acababa de pasar. Pero cuando sus ojos se alzaron, el horror la golpeó de lleno.

Lisa estaba de pie frente a ella, su mandíbula tensa y su respiración agitada. Su brazo izquierdo colgaba a un lado, y la sangre empapaba la tela de su traje.

Había recibido la bala que iba dirigida a Jennie.

—L-Lisa... —susurró Jennie con la voz quebrada.

Lisa apenas reaccionó. Sus ojos estaban analizando el entorno, buscando al tirador. Jungkook se había agachado detrás de una de las columnas, con la pistola desenfundada, listo para actuar.

—¡Todos adentro, ahora! —gritó Jungkook, y la gente corrió despavorida.

Lisa apretó los dientes. Su brazo ardía, pero no era momento de pensar en eso. Sujetó a Jennie de la muñeca y la jaló con fuerza.

—Tenemos que movernos.

Jennie no podía dejar de ver la sangre.

—P-Pero tú... estás herida...

Lisa ignoró su protesta y la obligó a seguirla.

—No es la primera vez que me disparan —dijo con frialdad—. Y no será la última.

El sonido de otro disparo hizo que Jennie se estremeciera, pero Lisa la mantuvo protegida detrás de su cuerpo mientras avanzaban hacia la mansión.

JungKook cubrió su retirada, disparando hacia el origen de los ataques. Se escuchó un quejido de dolor en la distancia.

—¡Lo tengo! ¡Uno menos! —gritó Jungkook.

Lisa no se detuvo hasta que ambas estuvieron dentro de la casa donde había sido la fiesta benéfica. Cerró las puertas y apoyó la espalda contra la madera. Su pecho subía y bajaba con dificultad, y su brazo palpitaba de dolor.

Jennie, todavía en estado de shock, sintió las lágrimas subir a sus ojos.

—P-Por qué... por qué te pusiste en el medio...

Lisa la miró fijamente.

—Porque es mi trabajo —respondió con voz grave—. Y porque jamás dejaría que una bala te tocara.

Jennie sintió que su corazón se desbocaba. Su vista se nubló por las lágrimas.

—Eres una idiota... —susurró, golpeando suavemente el pecho de Lisa—. ¡Una completa idiota!

Lisa dejó escapar una pequeña sonrisa antes de que sus piernas flaquearan un poco. Jennie la sostuvo con desesperación.

—Lisa, por favor, siéntate... necesitas que te curen...