Jennie apretó los labios, sintiendo cómo la frustración se le acumulaba en el pecho.
Lisa solo la miraba con esa expresión imperturbable, como si su respuesta fuera suficiente para cerrar el tema.
Pero no lo era.
No para Jennie.
—¿Depende de mí? —repitió, entrecerrando los ojos.
Lisa asintió con calma.
—Tú eres la que sigue jugando, Jennie.
La menor frunció el ceño.
—¿Jugando?
Lisa soltó una pequeña risa, sin humor.
—Sí. Fingiendo que no sabes lo que quieres, pero provocándome cada vez que tienes la oportunidad.
Jennie sintió el calor subirle al rostro, pero no por vergüenza, sino por la manera en la que Lisa la estaba acorralando con sus palabras.
—¿Ah, sí? —soltó, cruzándose de brazos—. ¿Y si lo hago, qué?
Lisa se inclinó sobre la mesa de billar, sosteniendo el taco con una sola mano, y la miró con esa intensidad que le hacía sentir que estaba desnuda frente a ella.
Jennie se negó a apartar la mirada.
No se iba a rendir.
—Entonces no te quejes si decido hacer lo mismo —dijo Lisa, con voz baja y firme.
Jennie sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Porque esta vez, Lisa no hablaba con esa neutralidad con la que siempre la trataba.
Esta vez... había algo más en su tono.
Algo que le hizo tragar en seco.
Pero Jennie no estaba dispuesta a perder.
Así que, con una sonrisa desafiante, apoyó una mano en la mesa y se inclinó hacia Lisa, reduciendo la distancia entre ellas.
—¿Ah, sí? —murmuró, en un tono provocador—. Me encantaría ver cómo haces eso, Mr. General.
Lisa no se movió.
Solo la observó, su mirada recorriendo su rostro con una calma aparente.
Pero Jennie vio cómo su mandíbula se tensó ligeramente.
Y eso le hizo sonreír con satisfacción.
Lisa podía fingir que no le afectaba.
Pero Jennie sabía que no era así.
...
La tensión era tan espesa en el aire que parecía tangible.
Jennie y Lisa bajaron las escaleras de la mansión en completo silencio, con la misma distancia entre ellas que habían mantenido desde la noche anterior.
Jennie llevaba su bolso colgado en un hombro, su expresión neutra, pero con ese toque de desafío que no la abandonaba desde su último enfrentamiento con Lisa en la sala de billar.
Lisa, por otro lado, se veía igual de seria que siempre, vestida con su uniforme impecable y con su postura rígida como si no hubiera pasado nada. Como si lo de anoche no la hubiera afectado en absoluto.
Pero Jennie sabía que sí.
Y eso la molestaba.
Porque Lisa la estaba evitando otra vez.
El chofer ya tenía la puerta trasera del auto abierta para ellas. Jennie entró sin decir una palabra, y Lisa lo hizo tras ella, ocupando su lugar en el asiento del copiloto.

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Mr. General | JenLisa
FanfictionJennie, una joven egocéntrica y rica, se ve obligada a compartir su vida con Lisa, la implacable y fría militar y ahora su guardaespaldas asignada por sus padres. A medida que la protección se convierte en un juego peligroso de atracción y deseo, a...