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Jennie bajó las escaleras con paso apresurado, aún con el ceño fruncido por el incómodo encuentro con Lisa. Pero cuando estuvo a punto de salir por la puerta principal, la voz autoritaria de la general la detuvo.

—No puedes irte sola.

Jennie se giró con fastidio, encontrando a Lisa apoyada contra la pared, con los brazos cruzados y aún con su ropa deportiva.

—¿En serio, Mr. General? ¿No puedes darte una ducha antes de seguir acosándome?

Lisa ni se inmutó.

—Primero, no te estoy acosando. Segundo, ¿quieres que vaya a la universidad oliendo a sudor o prefieres esperarme cinco minutos?

Jennie suspiró con exageración.

—Lo que sea. Solo date prisa.

Lisa sonrió con suficiencia y subió a su habitación, dejando a Jennie en la sala con los brazos cruzados y el pie golpeando el suelo con impaciencia.

Un rato después, en la universidad, Jennie caminaba hacia la entrada, aún con el humor amargado por la mañana. Pero su expresión cambió cuando vio a un chico alto, de cabello oscuro y facciones atractivas acercarse a ella con una sonrisa engreída.

—Mira quién está aquí —dijo el chico, sin perder tiempo en rodearla con un brazo y atraerla hacia su cuerpo—. ¿Me extrañaste, princesa?

Jennie sonrió con coquetería, apoyando una mano en su pecho.

—Tal vez un poco, Sehun.

Lisa, que se quedó en la entrada, observó la escena en completo silencio. No era la primera vez que veía a Jennie flirtear con alguien, pero había algo en la manera en que se dejaba tocar por ese idiota que le crispaba los nervios.

Sehun le pasó un dedo por la mejilla y luego bajó la mano hasta su cintura, presionándola contra él con descaro.

—Sigues tan hermosa como siempre.

Jennie se rió, fingiendo coquetería, pero en realidad, su mente estaba en otra parte.

Sabía que Lisa estaba mirando.

Sabía que la general no era del tipo que demostraba celos, pero también sabía que no le gustaba perder.

Jennie no podía tener a la general.

Pero sí podía buscar un reemplazo que le ayudara a apagar el fuego que se estaba acumulando en su interior.

Lisa siguió observando sin decir nada, su expresión era una máscara impenetrable, pero sus ojos oscuros brillaban con algo peligroso.

Jennie no apartó a Sehun.

Y Lisa tampoco apartó la vista.

...

El sol comenzaba a ocultarse cuando Jennie salió de la universidad con Sehun a su lado. Caminaba con una sonrisa satisfecha, sintiéndose especialmente traviesa al ver la manera en que Lisa las seguía, silenciosa pero con la mandíbula tensa.

—No necesito que me lleves a casa, Mr. General —dijo Jennie con falsa dulzura mientras mostraba las llaves en su mano—. Sehun lo hará.

Lisa ni siquiera parpadeó.

—No.

Jennie arqueó una ceja.

—¿"No"?

—No te vas con él.

Jennie soltó una risita.

—No eres mi dueña, Lisa.

Y sin darle oportunidad de responder, se subió al auto de Sehun. Lisa apretó los puños, observando con frialdad cómo el chico cerraba la puerta del copiloto y, antes de hacerlo, se inclinaba para darle un beso descarado a Jennie en los labios.

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora