El camino de regreso a la mansión Kim fue un completo contraste con la fiesta de hace apenas una hora. No había música, ni risas, ni discusiones tontas sobre la ropa de Lisa. Solo un silencio denso y pesado, acompañado por el sonido del motor y la tenue iluminación de las calles nocturnas.
Jennie no dejaba de mirar a Lisa de reojo, todavía procesando lo que había pasado.
Había visto peleas antes, en películas o en bares cuando algún idiota buscaba problemas. Pero lo de Lisa no había sido una simple pelea. Fue una ejecución precisa, rápida y sin titubeos.
Y eso...
Eso le revolvía el estómago de una forma extraña.
Lisa, por otro lado, manejaba como si nada hubiera pasado, con el rostro inexpresivo, la mandíbula relajada y una mano firme sobre el volante.
—Estás muy callada —comentó de repente, rompiendo el silencio.
Jennie se tensó, sintiéndose descubierta.
—No tengo nada que decirte —respondió, cruzándose de brazos.
Lisa sonrió apenas.
—¿Sigues enojada porque no te dejé emborracharte?
Jennie rodó los ojos.
—No tiene nada que ver con eso.
—¿Entonces?
Jennie apretó los labios, sin querer admitir lo que le daba vueltas en la cabeza.
—Nada. Olvídalo.
Lisa la miró de reojo por un segundo, pero no insistió.
El resto del camino transcurrió en el mismo silencio incómodo.
Cuando llegaron a la mansión, Jennie bajó del auto sin decir nada y entró directo, sin esperar a Lisa.
Pero cuando estaba por subir las escaleras hacia su habitación, la voz de la general la detuvo.
—¿Te asusté?
Jennie se giró a verla.
Lisa estaba en la entrada, con las manos en los bolsillos y esa maldita expresión neutral que la hacía imposible de leer.
—¿Qué? —Jennie frunció el ceño.
Lisa inclinó ligeramente la cabeza.
—Desde el incidente con el imbécil de la navaja, has estado extraña. ¿Te asusté?
Jennie abrió la boca, pero se quedó en blanco.
¿La asustó?
No.
¿La sorprendió?
Definitivamente.
Pero no iba a admitir eso.
Jennie levantó la barbilla con orgullo.
—Por favor. He visto cosas peores.
Lisa arqueó una ceja con diversión.
—¿Ah, sí? ¿Cómo qué?
Jennie apretó los labios.
—No es de tu incumbencia.
Lisa dejó escapar una risita baja.
—Como digas, princesa.
Jennie sintió un escalofrío de rabia al escuchar ese maldito apodo otra vez.
—¡Deja de llamarme así!
—No quiero.
—¡Eres insoportable!

ESTÁS LEYENDO
Mr. General | JenLisa
FanfictionJennie, una joven egocéntrica y rica, se ve obligada a compartir su vida con Lisa, la implacable y fría militar y ahora su guardaespaldas asignada por sus padres. A medida que la protección se convierte en un juego peligroso de atracción y deseo, a...