08

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Jennie no podía apartar la vista.

Lisa estaba bailando.

No solo eso, lo hacía bien. Demasiado bien.

Su cuerpo se movía con precisión, con una confianza natural que le daba un aire peligroso y atractivo a la vez. Con cada movimiento fluido, con cada paso bien ejecutado, Jennie sentía que la realidad se distorsionaba un poco más.

—Dios, Mr. General baila mejor que yo —murmuró Rosé, asombrada.

—Y con esa cara y ese porte... —Jisoo silbó—. No es justo.

Jennie seguía en shock.

Lisa no solo era letal en combate, también en la pista de baile.

—No puedo creer esto... —susurró para sí misma, sintiendo un calor extraño en el pecho.

Pero su momento de confusión fue interrumpido cuando sintió un brazo rodeando su cintura sin permiso.

—Hey, preciosa... —murmuró una voz masculina con aliento a alcohol.

Jennie se tensó y giró rápidamente, encontrándose con un chico desconocido, evidentemente ebrio, que le sonreía de manera desagradable.

—¿Qué te parece si nos divertimos un rato? —sugirió él, acercándose demasiado.

Jennie frunció el ceño e intentó apartarse, pero el tipo no la soltó.

—Quítame las manos de encima —exigió, pero él solo rió.

—No te hagas la difícil, muñeca.

Antes de que Jennie pudiera responder, una sombra apareció a su lado.

Lisa.

Su mirada era gélida.

—Suéltala —ordenó con voz baja, pero firme.

El tipo la miró de arriba abajo y soltó una risa burlona.

—¿Y tú quién eres?

—Su guardaespaldas —respondió Lisa sin titubear.

El chico bufó, claramente sin tomarla en serio.

—Relájate, no es para tanto.

Lisa no se movió.

—No lo repetiré.

La tensión se disparó de inmediato. Jennie sintió cómo los latidos de su corazón se aceleraban, pero no de miedo, sino de algo más que no podía definir.

El chico soltó una carcajada.

—¿Qué harás? ¿Golpearme?

Jennie quiso advertirle que no era buena idea desafiar a Lisa, pero antes de que pudiera decir algo, el tipo intentó lanzar un puñetazo.

Lisa se movió en un parpadeo.

Con un simple paso lateral, esquivó el golpe con facilidad y, en un rápido movimiento, torció el brazo del chico por la espalda.

—¡Agh! ¡Suéltame, maldita sea! —se quejó él, retorciéndose.

Lisa no aplicó más presión de la necesaria, pero su expresión se mantuvo impasible.

—Te dije que te fueras en paz.

—¡No puedes hacer esto!

—Puedo y lo haré si sigues tocando lo que no te pertenece.

La voz de Lisa fue baja, peligrosa. Jennie sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Algunos asistentes a la fiesta comenzaron a notar la escena y se acercaron, creando un alboroto.

Mr. General | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora