Una familia elegida

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Addison había salido de la habitación de las chicas cuando Carlos llegó. Supuso que tal vez querían privacidad, así que decidió ir a buscar a Ben para ver si necesitaba ayuda con algo. Mientras caminaba distraída, chocó con alguien, lo que la hizo caer al suelo.

—¡Oh, lo siento! —dijo el chico, ofreciéndole la mano para ayudarla.

Addison la tomó y, al levantarse, se dio cuenta de quién era.

—No te preocupes. ¿Jay, cierto?

—El mismo.

—Veo que lograste entrar al equipo. ¡Felicidades!

El chico llevaba puesta la parte superior del uniforme de juego, con el número ocho y su nombre. Addison se sintió feliz por él; supuso que ya se estaba adaptando.

—Gracias. Oye, ¿no habrás visto a mis amigos?

—Los tres están en la habitación de las chicas.

—Gracias. Hasta luego.

Jay estaba a punto de irse cuando Addison volvió a hablar.

—¡Qué suerte que te tocó el número ocho!

Él se giró y preguntó con curiosidad:

—¿Por qué?

—Porque me llevo mejor con los números pares.

Jay no entendió muy bien a qué se refería, pero prefirió seguir su camino.

Addison continuó hasta que encontró a su querido amigo.

—Hola, pequeña bestia.

Ben ni siquiera tuvo que mirarla; ya sabía quién era.

—¿Qué tal, sirenita?

—Todo bien, solo estoy aburrida. Venía a ver si tenías planeado hacer algo.

—De hecho, iba a ver a los chicos.

—Ya veo. Yo vengo de verlos.

—Oh.

—Bueno, vamos.

—¿Qué? Pero acabas de decir que…

—Sé lo que dije, pero no me haría daño verlos otra vez.

Ben rió, y ambos se dirigieron a la habitación mientras hablaban sobre la coronación. Cuando llegaron a la puerta, Ben se detuvo.

—Toca tú, Addy. Me da pena.

—Hazlo tú, eres el futuro rey.

—Vamos, Addy, no seas mala.

—Está bien, bestia llorona…

Addison tocó la puerta.

Mal abrió y, detrás de ella, se podían ver a los demás chicos. Carlos, al verla, le extendió la mano para saludarla, a lo que ella rió y correspondió el saludo.

—Hola de vuelta, Addy —dijo Evie.

—Hola.

Ben, que seguía callado, recibió un codazo de Addison para que hablara.

—¿Qué tal, Mal? No los vi hoy. Me preguntaba si tenían alguna duda o necesitaban algo —dijo nerviosamente.

Addison lo miraba divertida. Amaba ver a su amigo nervioso.

—No que yo sepa —respondió Mal—, aunque pudiste preguntar antes a Addison. Por alguna razón, siempre nos la cruzamos.

Addison rió aún más fuerte, llamando la atención de los demás.

—Lo siento, esta situación me da gracia.

Ben decidió que ya era suficiente y le tapó la boca.

—Ok. Solo quería saber cómo estaban. Si necesitan algo, solo llamen a Addison o a mí.

Antes de que se fueran, Mal habló.

—Espera. Addison nos invitó a la coronación. ¿Puede hacer eso?

—Sí. De hecho, irá toda la escuela.

—¡Vaya! Eso es emocionante. ¿Crees que podríamos sentarnos en primera fila junto al Hada Madrina, a ver si se nos pega la bondad?

—Ojalá, pero adelante estarán mis padres, mi novia y Addy.

—¿Y por qué Addy? —preguntó Carlos.

—Porque es como de la familia. Es como mi hermana.

—¿Y tu novia? —intervino Mal.

—Sí, perdón.

Era el turno de Addison de hablar.

—Aunque, si hago unos arreglos, tal vez puedan…

Ben volvió a taparle la boca.

—No puedes hacer "arreglos" esta vez. Lo siento, chicos. Ya nos vamos.

Ben prácticamente arrastró a Addison hasta su habitación.

—Escucha, mi querida pelirroja. Sabes que te quiero mucho y que eres como mi hermana, pero no puedes simplemente hacer "arreglos" cuando quieras. Tienes que aprender a respetar algunas reglas.

—Lo siento… Es que ellos parecían tan emocionados que quise ayudar.

—Lo sé. Pero aunque hubieras intentado hacer algo, no habría funcionado. Se dio la orden de que solo la familia estará en los primeros lugares.

Addison puso una expresión triste.

—Eso significa que… no estaré cerca de ti en tu coronación.

—Addy, no…

—Está bien, lo entiendo. Después de todo, no soy tu familia.

Ben la abrazó de inmediato.

—Déjame terminar. Se dio la orden de que solo esté la familia, y por eso tú también estarás cerca de mí.

Addison lo miró sorprendida.

—¿Por qué?

—Porque tú eres mi familia también. No solo para mí, sino también para mis padres. Los tres decidimos que queríamos que estuvieras cerca de nosotros.

Addison se quedó viéndolo, y de pronto Ben se alarmó. Ella no entendía por qué hasta que sintió algo recorriendo su rostro. Estaba llorando.

Ben no se resistió y la abrazó de nuevo.

—No llores. No me gusta verte así.

—Estoy bien… Solo me hace feliz saber que me consideran parte de su familia.

—Te lo ganaste. Hemos estado juntos desde pequeños. Fuiste la primera persona en apoyarme cuando quise traer a los chicos de la Isla, incluso me ayudaste a convencer a mis padres. Tú ya eres mi hermana, igual que Melody. No importa lo que otros digan. Yo te protegeré todo el tiempo que estés aquí, y cuando Melody pueda venir, ella también estará bajo mi protección.

Addison ya no sabía cómo reaccionar. Estaba feliz por el simple hecho de ser apreciada, y deseaba que eso nunca cambiara.

Entre La Corona Y El Mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora