Addison caminaba sin rumbo, pensando en lo que Audrey había hecho. Había estado a solo centímetros de su cara, y eso la había puesto bastante nerviosa. ¿Pero eso era bueno? ¿Acaso Audrey había intentado… besarla? No, claro que no. No era posible… ¿o sí?
Por un momento se sintió feliz, hasta que recordó que Audrey era la prometida de su mejor amigo. No podía hacerle eso a Ben. ¿Qué clase de amiga sería si lo hiciera? Si ya de por sí se sentía terrible por tener esos sentimientos, ahora estaba peor al pensar que Audrey tal vez casi la besaba.
Se detuvo y golpeó su cabeza contra la pared, arrepintiéndose al instante porque le dolió. Mientras se frotaba la frente, se encontró con su amiga.
—Hola, hadita.
—Hola, Addy. ¿Qué haces por aquí?
—Vagaba sin rumbo, ¿y tú?
—Estaba tratando de encontrar la habitación de Mal, pero me perdí. No sé dónde queda.
—Yo sé dónde está. ¿Vamos juntas?
—¡Claro, Addy! Muchísimas gracias.
Ambas amigas caminaron juntas hacia la habitación, charlando sobre su día. Addison aún no le había contado lo que pasó con Audrey; esperaba el momento adecuado. Lo último que quería era un regaño.
Cuando llegaron, tocaron la puerta. Se escucharon pasos y, al abrirse, apareció la linda chica de azul.
—Hola, princesa —saludó Addison—. ¿Les molesta si venimos a hacerles compañía?
—Claro que no, adelante —respondió Evie con una sonrisa.
Las chicas entraron. Evie volvió a su lugar para seguir comiendo, mientras que Mal apenas las miró por cinco segundos antes de volver a concentrarse en su libro.
—Hola, dragonsito —dijo Addison con una sonrisa traviesa.
—No me llames así.
—Tú no me mandas —respondió ella antes de acomodarse en la cama de Evie, quien le hizo espacio.
Mal ni siquiera levantó la vista.
—Dime, Jane, ¿qué tal las cosas con tu madre? —preguntó.
No es que le importara demasiado; solo necesitaba información sobre la varita.
—Nada bien. Solo me dijo: "Si un chico no ve tu belleza interna, entonces no vale la pena". ¿No es muy cruel? ¿En qué mundo vive? —se quejó Jane.
—En Auradon —respondió Mal con sarcasmo.
—Oye, Addy, ¿te gusta? —preguntó Evie de repente mostrándole una prenda.
—Es muy lindo —respondió Addison.
—Resalta tus ojos —agregó Mal.
—Ya lo sé —dijo Evie con una sonrisa orgullosa.
Jane siguió quejándose.
—Nunca voy a tener novio…
—Pues ya somos dos, hadita —respondió Addison con una risa ligera.
—Los novios no sirven de nada —opinó Mal sin apartar la vista de su libro.
—¿Y quién te dijo eso, Mal? Nunca has tenido uno —dijo Evie, cruzándose de brazos.
—No necesito un novio, Evie. Solo perdería mi tiempo.
De repente, Evie se sobresaltó.
—¡Olvidé hacer la tarea de Chad! ¡Ay no!
Se levantó de golpe y tomó su enorme mochila con prisa.
—Exacto, a eso me refiero —dijo Mal sin prestarle mucha atención.
Addison observó la escena. Era exactamente lo que Audrey le había dicho… ¿Acaso ella realmente estaba tratando de cambiar por Addison?
—¿Por qué harías la tarea de Chad? —preguntó con curiosidad.
Evie la miró con una sonrisa.
—Me lo pidió amablemente. Además, creo que le gustó.
Antes de que Addison pudiera responder, alguien más entró en la habitación.
—Hola, chicas. Soy Lonnie, la hija de Mulán.
—Oh, hola, Lonnie.
La recién llegada giró la vista al escuchar una voz familiar.
—Hola, Addy. Gusto en verte.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la pelirroja.
—Oh, sí —dijo Lonnie, dirigiendo su mirada a Mal—. Amo lo que hiciste con el cabello de Jane. Sé que nos odias y, bueno… que eres mala, pero… ¿podrías arreglar el mío?
Mal la miró sorprendida.
—¿Por qué haría eso por ti?
—Te pagaré cincuenta dólares —soltó Lonnie, levantando una pequeña bolsa con el dinero.
Evie la tomó sin dudar.
—Bien dicho, necesito comprar material. A ver… Creo que sin flecos, tal vez más capas, unos reflejos…
—Sí, lo quiero cool, como el de Mal —dijo Lonnie con emoción.
—¿En serio? ¿Con puntas abiertas? —bromeó Evie.
Mal frunció el ceño, pero Evie sacudió la bolsa de dinero delante de ella, haciéndola entrar en razón. No le quedó más remedio que aceptar.
Con un chasquido de dedos, Mal lanzó un hechizo y, en un abrir y cerrar de ojos, el cabello de Lonnie cambió por completo: más largo, en capas y con ondas suaves.
—Ya lo sé, parece una mala peluca. Creo que si lo cortamos un poco… —comenzó a decir Evie, pero Lonnie la interrumpió.
—¡Oh no! Me encanta.
—¿En serio? —preguntó Evie sin poder creerlo.
—Sí, es lindo. ¡Gracias!
Mal ni siquiera respondió y volvió a lo que estaba haciendo.
Addison se acercó a Lonnie y sonrió.
—Te queda bien, guerrera.
—¿Guerrera?
Addison asintió.
—Ese es mi apodo para ti. Tengo un apodo para todos mis amigos o personas cercanas.
—Bueno… gracias —dijo Lonnie con una sonrisa.
—Oigan… ¿creen que debería hacer algo con mi cabello también? —preguntó Addison de repente.
—No, tu cabello es lindo así como está —respondieron Evie y Mal al mismo tiempo, haciendo que Addison se sonrojara.
—Bueno… supongo que no habrá cambios para mí entonces.
Tal vez para todas en la habitación, esas palabras solo fueron un halago. Pero para Addison, significaban algo más. Significaban que, poco a poco, se estaba acercando a los villanos. Y el hecho de que Evie y Mal le dijeran eso sin siquiera pensarlo la hacía sentir feliz.
Estaba segura de que iban a ser grandes amigas.

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Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...