23. Dubái II

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Capítulo 23
Dubái II

Dubái grita dinero haya donde vayas. En el coche de los sueños de Adri, por la ventanilla, veo Lamborghini, porches, teslas y otros muchos que no sé cómo se llaman, pero brillan mucho.

Y eso en mi mente significa riqueza.

—Esta ciudad tiene el peor tráfico del mundo.—Dani lleva la vista pegada a la carretera, esquivando coches que tratan de adelantarnos por la derecha y alguno que otro que piensa que se conduce por el carril contrario.

—El tráfico de Los Ángeles es mucho peor, te lo aseguro.—estoy editando para mis jefes, porque una tiene que seguir manteniéndose y los días de vacaciones se han acabado ya. Ahora mi carga de trabajo es tres veces peor.

Por suerte esta Adri. Que yo sé que en realidad yo soy la ayuda. Pero bueno, que le vamos a hacer.

Empiezo a pensar que para aguantar el ritmo y que se puedan doblar los vídeos necesitamos tres personas. Dios mío, en que momento hemos alcanzado tal nivel de trabajo.

—He conducido en Los Ángeles, te lo recuerdo.—siento al editor tensarse a mi lado como un resorte. Espero que no se piense que Dani vino a verme, porque nada de eso.—En la vuelta al mundo, esa cosa que se ha puesto de moda.

—Idiota.—me sonríe por el espejo retrovisor.

—No pero es verdad que aquí es imposible.—ahora que tenemos un conductor más, tenemos también otra opinión. Y otro kamikaze al volante.—Como cada uno es de un país random, pues la gente conduce muy mezclado.

—El Adri que tiene carnet de una semana y ya es piloto de fórmula uno.—disimulo una carcajada al comentario de Borja.

Razón no le falta.

—No le sabes, Borja.—el que no le sabe es él.

No puedo prestar mucha atención al paisaje, porque me mareo si miro el ordenador y luego las dunas. Sin embargo, soy consciente del paso del tiempo porque la luz cambia ligeramente.

De pronto, oímos un ruido que consigue que Jopa, que llevaba un rato dormido con la cámara en la mano derecha y Tik Tok en la izquierda, se levante de un sobresalto.

Lo de que sea adicto a ver videos de quince segundos, se merece un comentario aparte.

—¿Qué pasa?—parpadea confundido.

Resulta, que uno de los plásticos de la parte frontal se ha despegado, y golpea contra la ventana del conductor con fuerza.

Pues para ser un coche de miles de euros, no tiene mucha calidad.

—Esto lo arreglo yo.—a mi lado, Adri se remanga.

—No sabía que con el carnet de conducir te habían dado el de mecánico, Iglesias.—me saca el dedo de en medio, pero se baja las mangas disimuladamente de nuevo.

Sigue llevando la camiseta térmica negra. Por un lado, le marca los músculos, no cabe duda. Aunque no está fuerte como Dani, su cuerpo sigue siendo digno de ver.

Lo digo porque se cómo es. Una auténtica obra de arte.

Ahora, con el calor que hace, ponerse una camiseta que se utiliza para esquiar, me parece un tanto raro. Sé que no soy la única, porque le han caído ya un par de comentarios.

Una vez en la cuneta, que por suerte es muy ancha, salimos los cinco del coche a analizar el percal.

—Y bien, ¿cuál es tu idea maestra?—miro al chico, esperando a que nos ilumine.

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora