Capitulo 3

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Un Nuevo Comienzo


El reflejo en el espejo no mentía.

Teresa—o Bella, como todos la conocían en esta nueva vida—observó con ojo crítico la ropa que llevaba puesta. Era un conjunto desaliñado: una camiseta gris demasiado holgada y unos pantalones de mezclilla desgastados. No tenía ni una pizca de estilo.

Frunció el ceño y suspiró.

—Definitivamente, esto no puede seguir así —se dijo a sí misma, cruzando los brazos con determinación.

Había pasado por mucho. En su vida anterior, su imagen siempre fue una de sus mayores herramientas. Sabía que la manera en la que te presentabas al mundo influenciaba cómo te trataban los demás. No era solo una cuestión de vanidad, sino de presencia, de seguridad, de poder.

Por lo poco que había visto en su habitación, el antiguo Bella no tenía un solo atuendo digno de una mujer que se respetara. Todo era ropa sin forma, colores apagados, prendas que gritaban descuido. Parecía que nunca se había molestado en arreglarse o resaltar su belleza natural.

Y eso tenía que cambiar.

Teresa no sabía qué tipo de vida había llevado la dueña original de este cuerpo, pero sí sabía que ella no iba a pasar el resto de su existencia con ropa vieja y aburrida. Su filosofía siempre había sido clara: si te ves bien, te sientes bien. Y ella necesitaba sentirse bien.

Se giró hacia el armario y lo abrió con decisión.

Su decepción aumentó.

Camisetas simples, suéteres sin forma, jeans que parecían haber sido elegidos sin ningún esfuerzo. No había ni una sola prenda elegante, ni un vestido bonito, ni un abrigo que destacara. ¿Cómo podía alguien vivir así?

Teresa suspiró y sacó un par de prendas, extendiéndolas sobre la cama.

—Bella, cariño... eras bonita, pero no sabías vestirte —murmuró para sí misma.

Si iba a empezar de nuevo, lo haría con estilo. Necesitaba ropa nueva. Mucha. Que la hiciera ver bien, que la hiciera sentir cómoda y segura, sin importar que fuera ropa barata. No necesitaba marcas caras para verse bien, solo buen gusto.

Pero para eso, necesitaba dinero.

Y ya tenía a quién pedírselo.


Bajó las escaleras con paso firme. Sentía una ligera inquietud al hablar con Charlie, pues aún no se acostumbraba a la idea de que ese hombre era su "padre". Pero si algo había aprendido en su vida pasada era que, a veces, había que pedir para poder obtener lo que se quería.

Cuando llegó a la sala, lo encontró sentado en su sillón favorito, con la televisión encendida. El sonido de algún programa deportivo llenaba el ambiente, pero Charlie no parecía prestarle demasiada atención. Tenía una cerveza en la mano y los ojos fijos en la pantalla, aunque su expresión era distante.

Teresa respiró hondo y se acercó.

—Charlie... —llamó con suavidad.

Él se sobresaltó un poco, como si no esperara escuchar su voz. Giró la cabeza rápidamente y la miró con sorpresa.

—¿Bella? —dijo con incredulidad.

Teresa le dedicó una pequeña sonrisa.

—Sí.

Charlie parpadeó varias veces, como si aún estuviera procesando el hecho de que ella había bajado de su habitación por voluntad propia. Finalmente, dejó la cerveza sobre la mesa y se acomodó en el sillón, mirándola con atención.

Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora