El shock aún no la abandonaba.
Teresa—o Bella, como parecía ser ahora—seguía sentada en la cama, con las manos temblorosas sobre sus rodillas. Su mente luchaba por darle sentido a lo que había pasado. Recordaba con dolorosa claridad cómo Fernando le había disparado, cómo su vida se había apagado en un instante... y, sin embargo, allí estaba, en un cuerpo que no era el suyo.
Miró a su alrededor con detenimiento. La habitación era pequeña y sencilla, muy distinta al lujo que había disfrutado en su vida anterior. Las paredes estaban pintadas de un tono opaco, con muebles básicos y una ventana que dejaba entrar la luz grisácea del día nublado.
Con el corazón latiendo con fuerza, se obligó a ponerse de pie y se dirigió al espejo. Volvió a examinar su reflejo: la chica en el espejo tenía el rostro pálido, los ojos grandes y oscuros, y el cabello largo y castaño. Pero lo que más le llamó la atención fue su complexión.
Estaba en los huesos.
Se giró un poco, levantándose la blusa holgada que llevaba puesta. Sus costillas se marcaban levemente bajo la piel, sus muñecas eran delgadas, y su rostro, aunque bonito, tenía un aire enfermizo. Estaba claro que quien fuera la dueña original de este cuerpo no había comido bien en mucho tiempo.
Un nudo se formó en su estómago. Sintió un mareo repentino, una mezcla de hambre y confusión. Su vida anterior había sido difícil, pero al menos nunca pasó hambre... ¿Quién había sido esta chica? ¿Por qué estaba en tan mal estado?
Suspiró y se apartó del espejo. Sentía la piel pegajosa, incómoda, como si llevara días sin asearse. Necesitaba despejarse, pensar... y un baño caliente sonaba como lo mejor en ese momento.
Buscó en los cajones del armario y encontró ropa sencilla: jeans, una camiseta y ropa interior limpia. No era nada del otro mundo, pero al menos serviría.
Al entrar en el baño, se detuvo frente al espejo nuevamente. Respiró hondo antes de abrir la llave de la ducha.
El agua caliente cayó sobre su cuerpo, relajándola de inmediato. Cerró los ojos y dejó que el agua se llevara parte del peso en su pecho. Frotó su piel con lentitud, como si quisiera borrar los recuerdos de la bala atravesando su cuerpo, de la sangre manchando su elegante blusa de seda. Pero no podía... porque esos recuerdos no eran de esta vida.
Cuando terminó de ducharse, se secó rápidamente y se vistió. Se miró una última vez en el espejo. No era la Teresa de antes... pero tampoco se sentía completamente Bella.
Con el cabello aún húmedo, salió de la habitación en busca de algo para comer.
Bajó las escaleras con pasos inseguros y pronto llegó a lo que parecía ser la cocina. Apenas había abierto el refrigerador cuando un sonido la hizo girarse.
—¿Bella...? —Una voz ronca y emocionada se escuchó desde la entrada.
Teresa parpadeó sorprendida. Frente a ella, de pie en la puerta, estaba un hombre con uniforme de policía. Alto, con bigote, y una expresión de absoluto asombro y alivio en su rostro.
Antes de que pudiera reaccionar, él cruzó la distancia entre ellos y la abrazó con fuerza.
—Pensé que nunca volvería a verte salir de tu cuarto... —dijo con voz quebrada.
El abrazo la tomó por sorpresa. Durante mucho tiempo, Teresa no había sentido un gesto así de sincero y protector. Dudó solo un momento antes de devolverle el abrazo con cautela. No sabía quién era exactamente este hombre, pero su corazón le decía que él se preocupaba de verdad por ella.
—Lo siento... —susurró sin saber qué más decir.
Charlie se separó lentamente, mirándola con una mezcla de alivio y preocupación. Parecía luchar por encontrar las palabras adecuadas, pero al final solo asintió.
—Me alegra que hayas salido, Bells. Tienes que comer algo.
Ella le dedicó una pequeña sonrisa y asintió. Se sirvió algo de comida sencilla: un sándwich y un vaso de jugo. No era lo que estaba acostumbrada a comer, pero en cuanto el primer bocado tocó su lengua, su estómago rugió en agradecimiento. Comió con calma, bajo la atenta mirada de Charlie, quien parecía aliviado de verla comer.
Cuando terminó, dejó el plato en el fregadero y decidió regresar a su habitación. No estaba lista para enfrentar más de este mundo nuevo todavía.
Antes de subir las escaleras, escuchó la voz de Charlie una vez más.
—Me alegra verte mejor, Bella.
Ella sonrió con suavidad, aunque en su interior aún se sentía perdida. Asintió y subió las escaleras de regreso a su habitación.
Se recostó en la cama y cerró los ojos. Su mente aún estaba en caos, pero una cosa era segura: tenía una segunda oportunidad.
Y no iba a desperdiciarla.
Porque "entre ser y no ser ella era"
Así que tardará lo que tardará esta vida iba a ser muy distinta.

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Renacer en otra piel [CREPÚSCULO]
Fantasy-En proceso de reescritura- Cuando Teresa Chávez muere a manos de Fernando, su historia debería haber terminado. Pero en ese mismo instante, en un lugar muy lejano, Bella Swan también fallece, consumida por la depresión tras el abandono de Edward Cu...