¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— 🍂 ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ
Un mes había pasado desde el secuestro de Kalani, y aunque todavía había noches en las que despertaba con el corazón acelerado, las cosas poco a poco mejoraban. Su cuerpo se recuperaba rápido, más rápido de lo que cualquiera habría esperado.
Las cicatrices estaban casi cerradas ahora, la piel aún rosada y sensible en algunas partes, pero sin rastro del dolor punzante de las primeras semanas. Sam solía decir que tal vez un poco del gen corría por sus venas, haciéndola más fuerte de lo que parecía, aunque también estaba convencido de que ella nunca se transformaría.
Había sido un alivio inmenso para Kalani tener a Seth en la manada. Pasaban horas juntos, caminando por la playa o sentados en la parte trasera de la casa de los Uley, donde ella le contaba todo. No solo sobre lo que había vivido, sino sobre todo lo que Seth había ignorado por tanto tiempo.
Ahora Seth entendía la relación de Kalani y Paul, las cicatrices, las extrañas actitudes de la manda. Y rápidamente empezó a conectar los puntos, a entender lo que significaba ser parte de la manada y todo lo que venía con ello. Había algo reconfortante en la forma en que Seth la escuchaba, sin juicio ni prisas, como si estuviera dispuesto a absorber cada palabra.
Entre los cuidados de la manada y la atención constante de Emily, Kalani no había tenido que hacer mucho esfuerzo para sanar. Pero si alguien había estado más pendiente de ella que nadie, era Paul. Desde que había abierto los ojos después de aquella noche, no se habían separado ni un solo día. Y si lo habían hecho, había sido solo por necesidad. Era como si el tiempo que habían pasado distanciados tuviera que ser compensado de inmediato.
Las cicatrices que Paul le había dejado en aquel accidente ya no dolían físicamente, pero de alguna forma, seguían pesando en su mente. Sin darse cuenta, había empezado a evitar la ropa que las expusiera. No lo hacía de manera intencional, y no porque le guardara rencor a Paul, pero cada vez que se ponía frente al espejo, el instinto la llevaba a elegir algo que las cubriera.
Paul no decía nada al respecto, pero Kalani sabía que lo notaba. Lo veía en la forma en que su mirada se detenía en su ropa cada mañana, en cómo sus dedos rozaban sutilmente la tela cuando la abrazaba, como si deseara poder atravesarla y asegurarse de que todo estaba bien.
La casa Uley estaba iluminada únicamente por la luz que el sol dejaba entrar. Kalani recién se había duchado ya que esa tarde, la pareja saldría con el resto de la manada a La Push.
Kalani salió del baño con el cabello todavía húmedo y el aire fresco de la habitación rozando su piel. Se había puesto un bikini negro y un short corto de mezclilla, pero al ser muy despistaba, olvidó completamente llevar consigo una camiseta.
Maldijo por lo bajo al darse cuenta y salió del baño en busca de una.
Paul , que estaba recostado en la cama con un brazo detrás de la cabeza y con su celular en la mano, desvió su atención, la cual quedó completamente atrapada por Kalani. Su mirada bajó de su rostro a sus clavículas, a la piel expuesta de su abdomen, y finalmente a las cicatrices. Su respiración se pausó un segundo.