22. Dubái

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Capítulo 22

Las despedidas no nos gustan a ninguno, y es por eso que los ánimos hoy están bajos. Lo primero que hemos hecho por la mañana ha sido despedirnos de Kaka, quien ha sido nuestro guía y amigo por segunda vez en Tanzania.

Me ha parecido un gesto tan bonito que Plex le invitara a venir. Eso demuestra que más allá de las visitas y de quedar bien, lo hace por que quiere. Es sencillamente, una muy buena persona.

El vuelo se nos pasa rapidísimo. Entre editar como si no hubiera un mañana para mi trabajo y para adelantar el video de hoy, y las anécdotas con Kaka, casi no nos da tiempo a descansar.

Cuando tocamos tierra en el aeropuerto de Dubái, estamos secos pero listos para conseguir nuestra misión.

Por un lado: Adri y Dani van a volver a aquel hostel en el que estuvieron cuando vinimos en la vuelta al mundo fail. El sitio al que iba a ir con ellos, pero fueron capaces de ponerse de acuerdo en que no era un sitio seguro. Allí quieren reencontrarse con un amigo de Egipto.

Al final esta vuelta va a ser un reencontrándonos con gente alrededor del planeta. No me quejo, pero a ver cuándo vuelve Lili.

Sé cómo de especial es en realidad es volver a ver a esa persona para Plex. Porque me monte con él en un deportivo mientras conducía para distraer su mente.

Aquello le dejo huella así que es normal que trate de volver a buscarlo.

Por otro lado, Borja, Jopa y yo vamos a ir a buscar chocolate de Dubái. Mis plegarias se han escuchado y después de estar días hablando de ello, vamos a poder probarlo. Se me hace literalmente la boca agua de pensarlo.

—No hagáis nada raro.—nos advierte Dani, como si dejarnos a los tres solos fuera una mala idea.

No lo es.

Con mi inglés maravilloso, nos montamos en un taxi que resulta ser de lujo. Todo aquí es de lo más ostentoso, así que tampoco sé porque me sorprende.

—El Dubái Mall este es una locura.—llevamos diez minutos andando por los pasillos llenos de tiendas. Es como si no hubiera final.

Ojalá ser millonaria, me compraría tantas cosas. Aunque no las podría meter en la maleta, así que de poco iba a servir.

—Igual le compro algo a la parienta.—miro a Jopa de lado. Este chico adora a su novia.

Ya podían ser todos así.

—No te va a caber.—chista la lengua dándome la razón.—Además, le has comprado ya cosas como en seis países. Es un facto, la mitad de sus bolsas están llenas de regalos para la malagueña.

—Es para que sienta que ha dado la vuelta al mundo.—voy a vomitar con tanto amor.

La tienda de dulces aparece por fin. En las estanterías encontramos los bollos típicos árabes, que están buenísimos. Hay también chocolate de mango y fresas liofilizadas.

—Oye pues es caro de narices.—como los precios están en otra moneda, si no te fijas no te das cuenta.—¿Sesenta euros por la cosa esta?—sujeto la minúscula caja delante de los chicos.

—Ya puede estar bueno.—vamos a poder comer un mordisco cada uno literalmente.

Pagamos y salimos a probarlo a una de las fuentes panorámicas de la ciudad. Tengo tanto hype que me va a dar mucha rabia que este malo.

—A la de tres.—brindamos con nuestros pedacitos.

Es una mezcla deliciosa. El dulce del chocolate, el salado del pistacho, el crujiente de los hilillos que lleva por dentro.

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora