Addison se dirigió a su siguiente clase. Para su desgracia, ese profesor sí había asistido, pero no le molestaba tanto porque compartía la materia con Evie, aquella chica que siempre estaba sonriendo. Entró al salón y fue directamente hacia ella. A su lado se encontraba Doug; también tenía suerte de tenerlo ahí, ya que le caía bien. Luego vio a alguien más. Era Chad. Ese chico no le caía bien, se le hacía muy arrogante, pero lo ignoró y se acercó a Evie.
—¿Está ocupado? —preguntó, señalando el asiento a su lado.
—¡Claro que no! Por favor, siéntate —respondió Evie con una sonrisa.
Addison sonrió y saludó a Doug.
—Hola, Doug.
—Hola, Addy. ¿Qué tal tu día? Oí que tuviste dos horas libres porque tu profesor faltó.
Evie también dirigió su mirada a Addison, esperando una respuesta. Quería saber cómo había estado el día de la pelirroja.
—Estuvo bien. Hablé con Jane y me encontré con Mal.
—¿Con Mal? —preguntó Evie, sorprendida.
Addison asintió.
—¿No te ofendió, verdad? Si lo hizo, lo siento mucho.
—Tranquila, princesa. Solo le dije que me gustaban sus dibujos y que, si quería, podía inscribirla en la clase de arte.
Eso no era exactamente una mentira, solo estaba omitiendo la parte del baño, ya que se lo había prometido a la pelimorada.
—Ya veo… —murmuró Evie.
—Oigan, el profesor ya está por venir. Les recomiendo que bajen la voz —intervino Doug.
Addison lo miró y se disculpó.
El profesor entró y comenzó a explicar la clase. Addison odiaba cálculo. Si bien era buena en la escuela, nunca le había gustado estudiar. Pero tampoco iba a quedarse sin hacer nada y reprobar.
Mientras el profesor explicaba, Evie susurró:
—¿Crees que haya chances de que herede algún trono…? O sea, ¿que sea un heredero? —preguntó, mirando a Chad con lo que parecían ser ojos de amor.
—Chad, el príncipe encantador —dijo Doug como si lo estuviera presentando.
—El hijo de Cenicienta —agregó Addison. Ahora entendía por qué sentía que conocía a ese chico.
—Chad heredó el encanto, pero no tiene lo necesario. ¿Me entiendes? —dijo Doug.
Evie solo lo miraba con adoración.
—Tiene lo necesario y más.
—No te recomiendo hablar con él —soltó Addison.
—¿Por qué? —preguntó Evie, extrañada.
—No me da buena espina. No me gustaría que te haga algo.
—Bueno, pues viví toda mi vida en una isla y creo que puedo cuidarme sola.
—Eso no lo dudo.
El profesor interrumpió su conversación.
—Evie, tal vez esto sea un repaso para ti. Ahora dime, ¿cuál crees que sea el peso atómico promedio de la plata?
—¿El peso atómi…? —Addison estuvo a punto de responder, pero el profesor la regañó.
—Lo siento, señorita Maris Montclair, pero esta pregunta es para su compañera.

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Entre La Corona Y El Mar
FantasyAddison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer n...