21. Los magos de Pemba

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Capítulo 21
Los magos de Pemba

Los peores despertares son esos en los que se te ha pegado el pelo en la frente y tienes que recolocarlo por la mañana para poder abrir los ojos.

Solo que el cabello que tengo incrustado en la cara no es mío y es el flash de un teléfono lo que me obliga a dejar de dormir.

La vida con cuatro hombres, una maravilla.

—Cuando no estáis peleándoos, parecéis hermanos.—se escuda Dani cuando le saco el dedo de en medio.—Que mal despertar tiene la princesa.—añade en un susurro.

Anoche, después del momento intenso en el que tuve que hacer uso de todo mi autocontrol, estuvimos charlando bajo las estrellas. En cierto punto, cuando nos atraparon los bostezos, nos dimos cuenta de que iba a tener que dormir con Borja y con él.

Los últimos minutos mientras se subía la obra de arte a YouTube se me hicieron eternos. Luchar contra el sueño, recostada sobre Dani y su sudadera de algodón, fue una de las misiones más difíciles a las que me he enfrentado en este servidor.

De hecho, fracase un poco, porque me tuvo que dar un par de golpecitos en la rodilla para que me despegara de su cuerpo y bajara a la cama a dormir.

Borja estaba ya tumbado, en forma de estrella de mar. Nada que entre los dos no pudiéramos recolocar. Muy divertido hacerle cosquillas a nuestro amigo para que dejara de ocupar todo el colchón.

Al final acabe siendo el relleno del sándwich entre los dos, y diré que he dormido cómoda hasta que el pelo de Borja ha hecho su aparición estelar.

—Bro, ¿nos has hecho una foto?—se queja Borja estirándose, su codo aterrizando en mi pecho.

Joder, ahora sí que estoy despierta.

—Bruto.—le lanzo su propio brazo de vuelta. Llega a caerme en la nariz y me hubiera regalado una rinoplastia.

Que no me hace falta.

Un buen baño mañanero, nada deseado más tarde, en el que Borja y Plex se ponen de acuerdo para cogerme entre los dos y lanzarme al agua. Nos ponemos rumbo a la tierra de nuevo, ya con todas nuestras cosas.

El plan para el día de hoy es buscar unos brujos que se supone que hay aquí. No tengo yo muy claro que existan de verdad, para eso soy como Jopa y Adri, me cuesta creer.

Con la ayuda de Kaka preguntamos a los lugareños, no sin antes meternos en caminos de cabras y jugar una mini pachanga con algunos niños del pueblo.

Parece que el futbol es el idioma universal de los hombres, vayas donde vayas solo hace falta una pelota para hacer amigos.

Al final, tras horas andando al sol que me dejan una marca de sudor asquerosa en la camiseta, encontramos a unos señores que dicen que si les pagamos nos preparan un ritual.

—A mí esto me huele a timo.—le susurro a Jopa mientras Dani y Kaka ultiman los detalles.

—Yo con que me quite el mal de ojo.—se encoge de hombros, aunque no se me escapa que agarra la cámara con fuerza.

Le da más respeto del que está dispuesto a reconocer.

Cae la noche y aún seguimos esperando en un campo de patatas. O algo parecido. La agricultura no es mi punto fuerte. A nuestra espalda hay una casa, que es donde nos han dicho que vamos a pasar cuando lo tengan todo listo.

Eso es lo que ha traducido Kaka. Y me fio bastante de él.

—¿Y si están planeando nuestro secuestro?

Cien Noches | YosoyPlex y AdridobylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora