Secretos que pesan más que los suspiros, dos corazones agonizantes anhelando ser salvados, aquellos corazones heridos que buscan una cura, al otro.
Unidos por una conexión que desafía las barreras del tiempo, descubren que el amor puede florecer in...
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Danna.
Jake salió de la habitación dejando atrás una sombra llena de agonía y dolor. Su alma destrozada había dejado una atmósfera dolorosa que rodeaba a mi pequeña niña.
Me acerqué hasta la camilla y aprecié sus rizos recién definidos, no pude evitar sonreír, pero como así no pude evitar sonreír tampoco pude evitar llorar.
—Sabía que pasaría algún día —dije entre sollozos, me recosté en sus piernas y me quebré en llanto —podías quedarte en mi casa, yo te daría mi habitación, podías haber dormido conmigo -susurré —pero tenías que quedarte -lloré, el alma la traía por los suelos. Los recuerdos de todas las veces en las que le dije que podía quedarse en mi casa pasan por mis ojos de forma fugaz. Todos sus rechazos, sus "no puedo, mis hermanos están ahí", "ellos no soportarían solos ese infierno". Todos esos momentos con ella se desvanecían con cada pitido de la máquina a la cuál estaba conectada.
Cada sonido de esos me hacia volver a la realidad. Una en donde ella estaba inconsciente.
Unas dos horas después yacía en los brazos de Alan recostados en la pared que estaba frente a la camilla en donde se encontraba Sam. Estábamos sentados en el suelo, ya no me quedaban lágrimas, y de lo roto que estaba no había un corazón por el cuál sufrir.
—Se ve preciosa, ¿no lo crees? —le dije a Alan, quien me abrazaba más fuerte porque pensaba que cada vez que hablaba iba a derrumbarme.
—Su cabello le da el toque —dijo en respuesta y sonreí ante el comentario. Porque siempre lucia mas hermosa cada vez que su cabello radiaba.
—Recuerdo cuando la conocí, me cayó horrible — dije y comencé a reír entre sollozos.
—¿Cómo la conociste?
—Fue gracioso, la recuerdo entrando en el aula con un moño alto —la voz se me quebró — ella odia los moños altos —, repetí nuevamente al recordar todas las veces en las que ella me dijo que le prestara mi moño porque odiaba cuando su cabello se le esponjaba y tenia que amarrarse el cabello a regañadientes porque se le veía la frente.
Hace un año. Inicios del año escolar. ~Primer día de clases~
—Mierda —susurré al ver mis libros en el suelo. Refunfuñé y los recogí para así poder ingresar al salón siendo la primera en llegar, como siempre. Sonreí satisfecha y tomé el primer asiento en la primera fila cerca de la pizarra. Luego de un rato los estudiantes comenzaron a llegar y el salón se llenó en un dos por tres.
—Buenas tardes estudiantes —la voz de una señora de cabello negro hasta la cintura y con unos lentes gigantes entra al aula llamando nuestra atención —. Bienvenidos a su último año de escuela, se acabaron los juegos. Están a un año de entrar a bachillerato, les toca pensar en...
—Buenas tardes señorita Peña —la voz de un hombre interrumpe la charla y una pequeña figura ingresa al salón. Era una chica, tenia su cabello ¿afro? No lo sé, solamente sé que lo trae recogido en un moño alto y un lazo en el. Lo que más resaltaba era su frente, era enorme.
—Que enorme —susurró un compañero detrás de mi.
—Cállate —le dije de vuelta. La chica pareció escuchar nuestra conversación ya que agachó la cabeza llena de vergüenza, y nos miró mal. Mientras el docente que la acompañaba terminaba de hablar con la miss Peña ella buscó un lugar escondido en la última fila, sacó un libro y se puso a leer. ¿Qué mierda? Reí internamente al verla ser tan extraña.
El timbre sonó y los estudiantes salieron dejando el aula vacía, a excepción de una pequeña figura en el rincón. Me acerqué a ella de manera cautelosa, sus ojos viajaron de mis pies a mis lentes y su rostro lleno de confusión me observó en silencio.
—¿Cómo te llamas? —dije y sonreí.
~Actualmente~
Sin darme cuenta las lagrimas me inundaron y en un parpadeo me estaba ahogando el sentimiento. Los brazos de Alan me abrazaban pero no sentía su calor, nada de esto me reconfortaba, nada me estaba ayudando. Me dejé caer en el dolor, mientras oía sus suspiros llenos de agonía. Por más que llorara nada podía calmar el dolor que me había atravesado el pecho. Pero aunque eso no calmara mi sufrimiento era lo único que hacía, solo... lloraba.
El sonido de la máquina llamó nuestra atención. Volteé a ver de donde provenía y pude apreciar unos ojos cafés, mi cuerpo no reacciona enseguida; pero el de Alan si, ya que en un dos por tres él estaba levantándome.
—¡Mierda! —el grito ahogado que di quedó suspendido en el aire y en cuestión de segundos estaba encima de Sam abrazándola mientras lloraba a mares.
—Hey —dijo en un hilo de voz —, me lastimas —susurró riendo. No le presté atención y continué llorando de la forma más desgarradora posible —. Estoy bien, Danna —susurró y acarició mi cabello de una manera sutil —. Vas a matarme —volvió a decir. Mi cuerpo se tensó al analizar sus palabras, ¿Qué había dicho? ¿Acaso dijo... Danna?
—¿Cómo acabas de llamarme? —susurré con la voz apenas audible y llenas de nervios, tenía las manos hechas un manojo de nervios.
—¿Danna? Así te llamas, ¿no? —dijo mirándome extrañada y soltó una risa.
—Repítelo —dije sin poder creer lo que estaba escuchando.
—¿Qué rayos te está pasando, Danna? ¿Y qué hace Alan aquí? —susurró confundida. Los nervios, la emoción me golpearon de golpe me congelaron.
—Una puta mierda —volví a los brazos de Alan y comencé a llorar nuevamente —, me recuerda —, le susurré a Alan y él me abrazó —nos recuerda —repetí sin poder creérmelo. Todo el miedo que sentía por enfrentar esta situación me estaba abrazando de golpe.
—Lo hace —respondió afirmando. Mi cuerpo temblaba y no podía calmarlo. Cada vez que volteaba a ver en dirección a su camilla y ver sus ojos abiertos llenos de confusión en vez de sus parpados cafés me hacían sentir extraña.
—Eres una llorona —dijo y comenzó a toser mientras reía. Su voz se detuvo y me giré en dirección a su mirada. Sus ojos estaban concentrados en la puerta llenos de curiosidad —¿Y él quien es? —su voz salió apagada. Sus labios se curvaron hacia arriba formando una sonrisa y sus ojos bailaron divertidos mientras sus mejillas comenzaban a adornarse de un leve tono rosa.