Preguntas

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El sol de la mañana se filtraba por las ventanas de la casa Loud, pero Lynn apenas lo notaba

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El sol de la mañana se filtraba por las ventanas de la casa Loud, pero Lynn apenas lo notaba. Estaba sentada en el sofá, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada fija en el suelo. Su mente seguía atrapada en la noticia de la noche anterior: Sarah iría a las nacionales en su lugar.
Podía sentir el ardor de la frustración en su pecho, una presión molesta que no desaparecía sin importar cuánto intentara distraerse. Todo su esfuerzo, sus entrenamientos, cada gota de sudor... ¿para qué? Para que al final la reemplazaran.
El sonido de la puerta abriéndose la sacó de su trance. Cassie entró con su energía habitual, una hoddie rosa, shorts y una sonrisa dulce en el rostro.
—¡Buenos días! —saludó, cerrando la puerta con el pie mientras colgaba su bolso en el perchero.
Lynn no respondió. Solo la miró de reojo, con la mandíbula apretada. Cassie notó su expresión al instante y suspiró, recordando la discusión de la noche anterior.
—¿Desayunaste?—preguntó Cassie, en un intento por calmar la situación.
No hubo respuesta.
—¿Lynn?
—¿Qué tal te fue, te divertiste?—la voz de la chica era cruel, firme. Su furia era más que notoria.—¿Se besaron?
Cassie frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—¿De qué mierda hablas?
—¿Son un equipo ahora? ¡¿Vienen a joderme la vida y después van y se follan?!
Lynn no hablaba, gritaba. Su rostro se había teñido de rojo, su mandíbula estaba tensa y su rostro se fruncía más con cada palabra que soltaba.
—¡Cierra la boca!—Cassie explotó, alzando la voz y tensando su cuerpo.— No se cual sea tu maldito problema con Sarah, pero eso no es mi asunto.
—¿Estás defendiendo a tu puta novia?
—¡No, Lynn!—habló desesperada.— ¡Sarah no es mi novia, no la besé anoche y tampoco me la estoy follando!—Cassie respiraba con fuerza, la discusión aceleraba su corazón haciéndolo doler.— ¿Contenta?

Lucy y Lincoln observaban desde las escaleras, inmóviles. Lucy entrecerró los ojos, analizando la escena, mientras Lincoln tragaba saliva, incómodo.
Cassie pasó una mano por su rostro, frustrada, su pecho subía y bajaba con cada respiración agitada, intentando controlar la rabia que Lynn había provocado en ella.
—Eres imposible —espetó, con la voz más baja pero igual de tensa—. No sé qué diablos quieres de mí, pero no tienes derecho a hablarme así.
Lynn soltó una risa amarga.
—Claro, la princesa Cassie, ¿no? Siempre tan perfecta, tan comprensiva, tan buena —su tono era puro veneno—. Pero al final del día eres una idiota cualquiera.
Lynn apretó los puños, sintiendo su cuerpo arder de enojo. Sus ojos estaban clavados en Cassie, pero antes de que pudiera soltar otra palabra, una voz los interrumpió.
—Chicas... —Lincoln habló con calma, pero su tono tenía un matiz de preocupación— Tal vez deberían bajar la voz.
—Lo escuchamos todo —agregó Lucy, con los brazos cruzados.
El enojo de Lynn no se disipó, por el contrario Cassie desvió la mirada, sintiendo un nudo en la garganta. No quería que los niños la vieran así, gritando como si estuviera perdiendo el control.
Lynn, en cambio, bufó y pasó una mano por su cabello, sin importarle demasiado que les hubieran escuchado.
—Lo siento, no debieron escuchar..
—Claro, intenta explicarles.—Lynn la interrumpió, se dio la vuelta y se tumbó en el sofá, mirando al techo sin expresión alguna en el rostro.
El pecho de la niñera dolía, su corazón estaba acelerado y no tenía palabras para disculparse por lo sucedido.
—Quieren.. ¿Desayunar?
Lincoln asintió.
—Despertaré a las demás.
El chico subió las escaleras acompañado por Lucy.
Lynn y Cassie estaban solas de nuevo.

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