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Narrativa

Alondra se encontraba llorando en su habitación. Recordando como su madrastra la había tratado la noche anterior, sintiendo nostalgia.

"Solo quiero que ella me ame y no me utilice para complacer sus retorcidos deseos, ¿es tan difícil eso?" se preguntaba ella misma colocando su rostro en sus rodillas lastimadas.

Cuando de pronto, sintió el aire más pesado. La puerta se abrió de golpe dejando ver a su madrastra con una expresión neutral y calculadora.

En cuanto Alondra la vio se limpió sus lágrimas rápidamente, pero aún se notaba que había llorado por horas.

- ¿Qué te pasa? - preguntó en el tono frío de siempre, como si le importara, pero sabíamos que solo era una farsa.

- N-Nada.. - respondió apenas audible.

Fue hacia ella y la tomó de los hombros levantándola. La menor sintió un dolor pero no dijo nada, su opinión no valía nada, ella no importaba en esa casa.

- Estoy cansada de que siempre estés así, me das una horrible jaqueca solo verte llorar, ¿acaso eso es lo único que haces? - su expresión molesta le dolió aún más.

Ella estaba decepcionada de ella.

- Si no puedes entenderme sí complacerme, entonces me iré a buscar a otra amante que sí haga lo que yo quiero. - esas palabras la acuchillaron en el corazón.

Sintió una ola de tristeza, sentía culpa por no obedecerla en todo, sintió culpa y más culpa.

Rainelis la dejó caer, y comenzó a alejarse, pero luego sintió un peso en su pie derecho.

Ahí estaba Alondra, con sus ojos hinchados, su nariz un poco roja y sus labios hinchados, haciéndola ver tierna.

- Por favor, no me dejes, todo es mi culpa prometo que no te volveré a fallar solo.. - hizo una pausa levantando su rostro y haciendo contacto visual con su madrastra - No te vayas, no sé qué haré sin ti. Seré una buena chica para ti. - lágrimas y más lágrimas caían por su rostro.

El depender emocionalmente de Rainelis la estaba matando.

¿Pero ella qué podía hacer? Solo era un títere para ella el cual controlaba a su merced, manejándolo a su gusto.

El moco escurría por su nariz, le daba el toque de sumisa y obediente. Eso le encantaba a Rainelis.

La hacía ver tan hermosa, tan, suya.

- De acuerdo, te daré una oportunidad. - al escuchar eso su estado de ánimo cambió de repente. Se arrodilló y la menor la tomó suavemente de su cadera, hundiendo su rostro en el vientre de su madrastra.

Rainelis la miró fascinada, realmente la tenía a su merced.

- No le fallaré de nuevo, haré lo que usted diga, lo prometo. - le acaricio la nuca con suavidad. Sintió como el cuerpo de la menor se estremeció al toque.

Alondra aún sollozaba un poco, su cuerpo temblaba.

- Dame toda esa ultraviolencia. - susurró para ella.

ULTRAVIOLENCE Where stories live. Discover now