Capítulo 5

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POV FREEN

Pasé gran parte del fin de semana con mi cabeza reviviendo toda la situación que había sucedido con la doctora, desde el momento que ingresé a su despacho hasta nuestro encuentro en aquella habitación de hotel donde me hizo suya. Lo único que me había quedado claro es que sólo salía con mujeres, aunque todavía no podía describir cuál era su tipo.

Por un lado estaba esa mujer llamada Heidi, una mujer altanera, prepotente y extremadamente superficial (todavía sentía asco al recordar el desdén con el que me observó cada minuto que pasamos en esa oficina, evidentemente me consideraba de una clase inferior); inclusive me hacía acordar a su secretaria, Jane, que tenía un carácter similar y se consideraba mejor que el resto solo por tener confianza con la doctora. Quizás ella también disfruta de los placeres de compartir intimidad con la doctora, pensé; no tenía dudas que a la empresaria no le importaba demasiado la monogamia, así que era totalmente posible que su secretaria y ella tengan una relación que sobrepase lo profesional, aunque la idea me revolviese el estómago.

Por otro lado estaba Engfa; por los rumores que había oído en la empresa y las propias palabras de ambas mujeres, entre ellas había pasado algo aunque no sabía bien qué; se suponía que mi jefa tenía esposo e hijo, así que era difícil determinar si aún seguía sucediendo algo. En cuanto al carácter, Engfa era una mujer amable, inteligente y apacible, siempre correcta y respetuosa con absolutamente todos; era respetada por todos en la oficina y no por ser la mano derecha de la doctora, sino por su propia capacidad.

Inclusive el trato que tenía la doctora con ambas mujeres era totalmente distinto. Con Heidi, al menos desde que ingresé a la oficina, se había mostrado fría y, hasta cierto punto, irritada, casi ignorándola completamente, similar al trato que tenía con los empleados o miembros de la universidad; mientras que con Engfa se había mostrado mucho más amable y dulce, como si con ella se sintiera realmente cómoda.

Lo que no podía descifrar es qué tenía que ver yo con esas mujeres; más allá de las diferencias que pudiese haber entre ellas tres, todas parecían pertenecer a los círculos en los que solía moverse la doctora, lejos de los lugares que yo podía ocupar. En pocas palabras, no tenía nada que hacer entre esa gente, aunque no podía negarme que me había encantado. Mi piel aún se encendía al recordar el roce de sus manos y su boca sobre mi piel, el estar en sus brazos, gemir su nombre; todo el tormento que pudiera seguirle a nuestra noche valía la pena.

Mi cabeza no paraba de pensar en esa mujer por lo que comencé a buscar en internet todo tipo de información sobre la doctora; desde fotos con sus supuestas parejas, en distintas galas y eventos, de vacaciones, a publicaciones en revistas de divulgación científica. Por un lado me maravillaba todo el trabajo que había realizado, cómo había contribuido al crecimiento de la industria y se había posicionado cómo una referencia académica en el mundo; y, por otro lado, era impresionante ver los círculos y personas con las cuales se relacionaba y la vinculaban.

Sin embargo no podía evitar seguir queriendo más de ella, quererla a ella; la deseaba más de lo que me gustaría admitir.

Volver a la oficina a la semana siguiente me había tenido con los nervios de punta todo el fin de semana, ya que aún no sabía cuál sería la reacción de la doctora tras lo que había pasado; para mi decepción, pasó totalmente de mí como solía hacerlo con todos sus empleados. Al menos me tranquilizaba que nadie en la oficina hizo mención al hecho de que me había quedado trabajando con ella el viernes, pese a ser nueva en el lugar, a excepción claro de Jane, la secretaria de la doctora, quien obviamente tuvo que meterse conmigo diciéndome que agradeciera mis cinco minutos de fama como consecuencia de su inconveniente.

Doctora Armstrong (FreenBecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora