Cien Noches | YosoyPlex y Adridobylus

16. Erra, de Errachidia

Capítulo 16:

Erra, de Errachidia

—¿Os ha quedado claro a los dos?—como un padre regañando a sus hijos, Dani pasea su mirada entre Adrián y yo.—Bien, pues voy a intentar dormir algo.—un nudo de culpa se me forma en el estómago. Tenemos todo el día de mañana por delante y a Plex eso le supone grabar con una sonrisa de oreja a oreja.

Los demás no tenemos que disimular estar reventados. Pero él sí. Y tan sólo estamos a día tres.

Por nuestra culpa.

El vídeo ya está subido. Ha tardado un montón, pero mañana ya nos llegan los cables del satélite, así que eso debería dejar de ser un problema.

Se supone que los traen dos chicos que viven en Madrid, aunque no les conozco. Supongo que ya haremos mañana las presentaciones.

—Somos estúpidos.—por no ser capaces de dejar nuestra mierda de lado y que eso afecte a todos los demás.

No lo digo, pero lo pienso.

—Estoy de acuerdo.—la voz áspera de Adri, me recuerda que no estoy sola. Por un segundo se me había olvidado que el chico estaba a mi lado.

Hemos estado media hora, con Plex de interlocutor, dejando los asuntos en su sitio. De hecho, nosotros apenas hemos dicho nada. Ha sido el youtuber quien ha explicado la historia. Por un lado, le ha narrado a Adri como han sido las cosas desde mi perspectiva, y luego ha intercambiado los papeles y me ha contado a mi como se ha sentido el editor en este proceso.

Porque los dos hemos sido demasiado testarudos como para empatizar con el otro. Me siento idiota. Una completa idiota.

¿Cómo es que no he podido hacer algo tan simple como empatizar con Adri?

No quita el daño que he sentido estos meses, mientras el editor me aplicaba la ley del hielo y me restregaba en mi cara que estaba conociendo a otra persona. Pero puedo comprender mejor que se ha sentido públicamente humillado, y a la vez ha tenido que superar reencontrarse con su exnovia.

Exnovia, como odio esa palabra.

He estado demasiado ciega pensando que tenía la razón como para darme cuenta de que eso no era lo importante.

—Lo siento.—añade el moreno un rato después. Los dos estamos perdidos en nuestros propios pensamientos, reanalizando como se ha ido todo a la mierda.

—Yo también.—las palabras me salen del corazón. Porque me pasé toda la anterior vuelta al mundo tratando de no hacerle daño ni a él ni a Dani. Y resulta que no sólo fallé en su momento, si no que ahora he reabierto la herida para echarle sal.

No me aguanto.

En cierta manera puedo ver porque Adri ha hecho lo que ha hecho. En especial, porque yo en su lugar hubiera actuado igual. O peor.

El que seamos tan parecidos siempre ha sido un arma de doble filo.

La cuestión es ahora, ver si somos capaces de reconstruir lo que teníamos. Aunque no estoy ni siquiera segura de que él quiera hacerlo. Ahora hay otra chica en su vida, y puede ser que no haya espacio para dos.

Aunque sea como amiga.

A la mañana siguiente, los hechos se acontecen como en la sección con música indie de una película. Nos despedimos de Jordi, el actor de La que se avecina, a la par que preparamos las cosas. No es hasta que nos deja el taxi en el aeropuerto, que puedo conocer a nuestros salvadores.