Jake.
—Mike quiere verte, hoy sale del hospital luego de estar dos días en revisión —susurré en un hilo de dolor. Verla así me estaba matando, tan frágil e indefensa estaba acabando conmigo lentamente, el mundo comenzó a desmoronarse a mi alrededor el día en el que el amor de mi vida cerró los ojos. Dos días completos de agonía, llevaba dos días sin ver aquellos hermosos ojos, sin oír su dulce voz, dos días sin ver sus ojos achinándose cuando sonreía, dos días estando muerto en vida.
No me habría separado de ella ni un solo segundo si Ashley no me hubiera obligado a irme a casa para ducharme. No me hubiera movido si ella no me prometía que no la iba a descuidar ni un solo segundo.
—¿Jake? —la voz de Ashley hizo eco en la habitación y me sacó del trance en el que me había metido. Era asombroso lo rápido que podría distraerme observando lo hermosa que era Sam. Miré a Ashley y una calidez envolvió mi corazón cuando me dio una sonrisa.En los últimos dos días Ashley había estado muy atenta a mi, sé ofrecía a cuidar a Sam mientras me obligaba a bajar a la cafetería a comer algo, en las ocsiones en las que veía que no iba a bajar ni aunque el cielo se nos cayera encima con tal de no despegarme de Sam; ella subía con una bandeja de comida y se sentaba a ver si me comía todo.
Era insoportable, pero se siente de puta madre saber que alguien se preocupa por ti.
—Mike te está llamando —susurró, volvió a sonreírme y salí de la habitación con ella pisandome los talones.Llegué hasta la habitación, vi a Mike sentado en la cama mientras doblaba sus pocas prendas de ropa para meterlas en su mochila de patitos.
—Me ofrecí a ayudarlo pero es muy delicado con la gente que le toca la ropa, me dijo que él ya era un niño grande y que podía solo. Ni tu padre pudo conseguir rozar la tela —la risa de Ashley resonó en la habitación, yo avancé hacia Mike mientras sonreía. Yo tenía el corazón destrozado, pero él era libre pequeña curita.
—Hola, campeón —los ojitos de Mike me repararon de abajo hacia arriba y una sonrisa deslumbrante adornó su rostro.
—¡Jake! —en un dos por tres Mike rodeaba mi cuello en un abrazo y caímos en la camilla riendo. Esto era lo que hacía él; me hacía olvidar los malos ratos.
—¿Qué hablamos sobre agitarse? —la voz del doctor nos hizo levantarnos de golpe.
—¡Fue Jake! —Mike me tiró al mar y me echó la culpa, el doctor soltó una risa y mi padre junto a Ashley rieron con él.
—Te mataré —le susurré y volteé a mirarlo cuando el doctor comenzó a hablar con John y Ashley.
—Tienen que aplicar la crema sobre la zona afectada cada 12 horas, sin omitir ni una sola ocasión, porque el mínimo descuido puede hacer volver a Mike a revisión una semana como mínimo—la voz del doctor estaba de fondo mientras yo miraba a Mike poner sus pocas prendas en la mochila.
—¿Crees que Sam vaya a verme a casa cuando despierte? —su pequeña voz sonó en un susurro partiendo mi alma en más pedazos de los que ya estaba.
—Así será —mentí.
—O mejor, yo puedo venir a verla —soltó una risita cuando cerró la maleta.
—No sé si eso sea lo mejor.
—Estaré bien, solo estuve aquí dos días y lo odié, ahora sé que tengo que cuidarme para no volver a este infierno —susurró— ya sé, ¿Puedo verla ahora?
—No sé si eso sea lo mejor —la idea de ver a Mike viendo a Sam apagada no es algo que me apetezca presenciar.
—Solo serán cinco minutos, le diré que ya me voy —sus ojos suplicantes me observaron.
—Estaré bien, solo estuve aquí dos días y lo odié, ahora sé que tengo que cuidarme para no volver a este infierno —susurró Mike, con una seriedad impropia de su edad—. Ya sé, ¿puedo verla ahora?
—No sé si eso sea lo mejor —dije, sintiendo un nudo en la garganta. La idea de ver a Mike enfrentarse a la fragilidad de Sam me aterraba.
—Solo serán cinco minutos, le diré que ya me voy —sus ojos suplicantes me observaron, llenos de una tristeza que me partió el corazón.
—Está bien —cedí, sabiendo que no podía negarle ese último deseo—. Pero solo cinco minutos, y yo estaré contigo. Si veo que te pones triste, nos iremos enseguida. ¿Prometes portarte bien? —. Mike asintió con entusiasmo, y juntos entramos en la habitación de Sam. El pequeño se acercó a la camilla con pasos cautelosos, como si temiera romperla. Tomó la mano de Sam, tan pequeña y pálida, y la acarició con suavidad.
—Hola, Sam —susurró, con la voz temblorosa—. Soy Mike. Me voy a casa hoy, pero volveré a verte pronto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se las limpió rápidamente, intentando mostrarse fuerte.—Te quiero mucho, Sam —dijo, con un hilo de voz—. Cuídate, ¿sí? —Le dio un beso en la frente y se apartó, con la mirada fija en su rostro —. Ya me voy —me dijo, tomándome de la mano—. Gracias.
Salimos de la habitación en silencio, con el corazón pesado. Mike se aferró a mi mano, buscando consuelo.
—¿Ella va a estar bien? —preguntó, con la voz quebrada.
—Sí, Mike —le aseguré, aunque no estaba segura de ello—. Sam es muy fuerte, se pondrá bien.
Pero la imagen de Mike despidiéndose de Sam, con sus ojitos llenos de lágrimas, me perseguiría durante mucho tiempo. La fragilidad de la vida, la impotencia ante el dolor, todo se había concentrado en esa pequeña escena.
Caminamos tomados de la mano y llegamos hasta donde se encontraban John y Ashley.
—¿Estás listo, mi amor? —. Ashley tomó la mano de Mike, y ayudó a limpiarle las pequeñas lágrimas que tenía.
—Listo —. Mike tomó la mano de Ashley y salieron del pasillo de la sala de emergencias.
—¿Vas a estar bien? —. Me preguntó mi padre atrayendo mi atención otra vez.
—Si —dije en un hilo de voz —. Estaré a su lado, aunque eso signifique estar en agonía todas horas que ella pase dormida —susurré, mi padre me abrazó y salió mientras apretaba mi hombro. Dio la vuelta y me dejó en el pasillo, totalmente solo.
Podré con esto y con más, no voy a rendirme, luego de todo lo que he pasado no voy a permitirme rendirme.
La quiero a ella, y no voy a dejarla ir, nunca.

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Una Ilusión.
Teen FictionSecretos que pesan más que los suspiros, dos corazones agonizantes anhelando ser salvados, aquellos corazones heridos que buscan una cura, al otro. Unidos por una conexión que desafía las barreras del tiempo, descubren que el amor puede florecer in...