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— 🍂 ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴏɴ
Después de días y días de entrenar, Paul estaba una tarde en el bosque junto a Sam. Sam estaba lleno de emociones, y entre ellas destacaba el leído, sabía que no podía hacer nada. Así que se dirigió a Paul para indicar.
- Puedes ir con ella... yo me quedaré a patrullar esta noche.
La noche era fría, pero Paul apenas lo sentía. Su pecho subía y bajaba con fuerza por la carrera, pero no por cansancio, sino por la ansiedad que lo consumía. Su corazón latía tan rápido que casi dolía.
No había pensado en qué decir, en cómo actuar, solo sabía que tenía que verla. Y ahora estaba ahí, en la puerta de su casa, esperando.
Cuando la puerta se abrió, Paul sintió que todo su entrenamiento y toda la espera, no había servido de nada, porque se sentía igual que el primer día.
Kalani lo miró con sorpresa, con los ojos muy abiertos y una expresión de incredulidad, pero en cuanto lo reconoció, sus labios se curvaron en una sonrisa involuntaria.
- Paul...
El nombre salió de sus labios con tanta suavidad que a Paul se le hizo un nudo en la garganta. Dios, la había extrañado. La había extrañado más de lo que jamás creyó posible. Solo escucharla decir su nombre lo hacía sentir como el chico más afortunado.
No se lo pensó dos veces. Dio un paso adelante y la abrazó.
Kalani se tensó un segundo, pero luego sus brazos se deslizaron alrededor de él, hundiéndose en su espalda con confianza. Se abrazaron fuerte, como si intentaran fundirse el uno con el otro, como si los días separados hubieran sido un castigo.
El cuerpo de Paul tembló con la intensidad del momento, con lo natural que se sentía estar así. Como si algo dentro de él finalmente se hubiera acomodado en su lugar.
Cuando se separaron, Kalani lo miró con los ojos brillantes.
- Pasa - Le dijo suavemente, y él obedeció sin dudar.
Subieron juntos a su habitación. La casa estaba en silencio, pero Paul apenas lo notaba. Su mirada estaba fija en ella, en la forma en que la luz cálida iluminaba su piel morena, en su pijama suelta que contrastaba con su top ajustado, en su expresión tranquila pero curiosa.
- Te ves cansado - Comentó Kalani, frunciendo un poco el ceño.
Paul negó con la cabeza, una sonrisa ladeada asomándose en sus labios.
- He estado entrenando mucho. Sam me ha hecho pedazos esta semana.
Kalani rio suavemente, y Paul sintió su pecho llenarse de algo cálido.
Se sentaron en la cama, uno frente al otro, y Paul le contó todo. Sobre su transformación, sobre lo difícil que había sido controlarse, sobre la voz de Sam resonando en su cabeza dándole órdenes. Sobre el cambio que había sentido dentro de él cuando la vio en el bosque.