CAPÍTULO 1
Como cada mañana, Lorena se sentó en el banco a esperar a que bajase una de las amigas de toda su vida para ir las dos juntas hacia clase. Ambas cursaban segundo de Bachillerato, aunque Lorena tenía un año menos que su amiga.
Miraba el móvil distraída, con dos mechones de pelo cayéndole sobre su bonita cara, cuando un perro de tamaño mediano apareció de un callejón. Lorena sonrió y se inclinó para acariciarle, provocando que sus dos generosas tetas formaran un buen escote y se balancearan al ritmo de las caricias.
El dueño del perro apareció también desde el callejón: un vagabundo de unos 40 años, con una melena sucia cayéndole sobre su huesudo rostro. Tenía una barba mal afeitada y los dientes marrones. Estaba muy delgado y llevaba una ropa aún más sucia que su melena, totalmente raída.
Miro a Lorena. Sonrió para sus adentros: una jovencita guapísima, con una larga melena, morena, con un angelical y precioso rostro, unos labios pequeños y gruesos , unos grandes y redondos ojos de color marrón oscuro... Y un generoso par de tetas que no dejaban de balancearse mientras acariciaba a su fiel mascota.
-Le has caído bien, normalmente no se deja tocar.
Lorena se sobresaltó y miro al vagabundo. Al ver su aspecto, dejo de tocar al perro, que volvió con su dueño.
-Le suelo caer bien a los animales-es lo único que se le ocurrió decir mientras miraba su sucio aspecto.
-Pues si tienes un cigarro a mí me caerás también bien-le sonrió mientras buscaba en sus bolsillos. "Joder que tetas la niña" pensó mientras la miraba de arriba a abajo.
-Vaya pues... No fumo-contesto Lorena, incomodándose bajo su mirada.
-Chica sana, bien... No te preocupes, me caes bien igual.
A Lorena se le escapó una sonrisa, ambos se miraron fijamente. De golpe, apareció su amiga, que la saludaba desde el portal. Lorena se puso en pie y se fue, diciéndole adiós rápidamente. El vagabundo la vio irse, recreándose en el culazo que se realzaba bajo los vaqueros.
CAPÍTULO 2
Al día siguiente, estaba de nuevo sentada en el banco. Como era ya habitual, su amiga llegaba tarde. Solo que, a diferencia de otras mañanas, aquella vez no estaba centrada en su móvil, sino que lanzaba miradas al callejón...
Y no tardo en salir aquel vagabundo, como no, con el mismo aspecto sucio y abandonado
-¡Buenos días por la mañana!-dijo con una energía que impresiono a Lorena- ¿Qué tal chica sana?
Tardo en contestar, sin saber muy bien si darle conversación o no.
-Aquí estamos... Con sueño y pocas ganas de ir a clase.
-Vaya... pues te voy a dar dos buenas razones para ir a clase-y miro velozmente el poderoso par de tetas de Lorena, que destacaban bajo un top, marcando su gran volumen y potencia, dejando al aire libre su liso y definido vientre-Lograr trabajar en aquello que más te guste... y no acabar como yo
