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Entró a la sala de educación de sus hijos, y vio a los tres niños haciendo unos ejercicios, ante la atenta supervisión de sus educadores. Los niños tenían nueve, seis y cuatro años, y no lo pensaba porque fueran sus hijos, pero eran los príncipes más hermosos que había visto jamás.

Los tres tenían el cabello negro, la piel en un tono tostado y los dos mayores los ojos dorados como su madre, y el pequeño de un color verde como él. Su niña tenía los ojos azules, pero no sabía si al pasar los meses le quedarían de ese color o le cambiarían a dorado como a los otros dos.

—Padre —pronunció sorprendido el mayor de verlo allí.

Izlang se acercó al niño y apoyó una de sus manos sobre la cabeza de él.

—¿Cómo vas con eso?

—Bien, he logrado comprender el tema, así que ya no tengo complicaciones —sonrió.

El rey observó a su primogénito y le sonrió levemente, antes de mirar al maestro.

—Eso quiere decir que ya le puede agregar una nueva letra a esas ecuaciones.

—Padre —se quejó el niño.

—Ragel, jamás debes quedarte en tu zona de confort, siempre debes aspirar a más, y cuanto más difícil sea, más satisfactorio será cuando lo consigas. Machos conformistas, son machos mediocres, y no se puede esperar una actitud así del futuro rey.

El niño suspiró y murmuró un okay, dándole su hoja al maestro, para que le pusiera nuevos ejercicios. Y a Izlang le fue imposible no sonreír divertido al ver aquello.

—Eso es, estoy orgulloso de ti, Ragel. Orgulloso de los tres —se corrigió viendo a los otros dos niños—. A los ignorantes se los llevan las corrientes, pero a los que tienen entendimiento y conocimiento, permanecen firmes como una roca ante ellas. La convicción y la objetividad lo es todo. Mentes frágiles, mentes fáciles de engañar.

La educación de sus hijos no era una opción para Izlang, era una obligación. Necesitaba para el futuro tener muchachos instruidos y preparados para gobernar.

***

—Vaya, no creí que volvería a verte tan pronto, no han pasado ni dos meses.

—Pasaron dos meses ya —pronunció serio el general.

—¿Y qué quieres nuevamente aquí?

—Necesito una humana.

—¿Una humana? ¿Qué pasó con la última que les traje? ¿Ya la asesinaron?

—No, está viva, pero podría estar muerta —gruñó—. ¿Cómo se te ocurre dejarlos en la frontera con los clivents? Era obvio que esas bestias asaltarían el campamento.

—Fue un error de cálculos...

—Como sea, busca una hembra, joven, en edad reproductiva. Tienes una semana para traerla a la isla, y esta vez, la dejas en las inmediaciones de Tamak'atak.

El tipo observó a aquel general felino y asintió levemente con la cabeza... No estaban en época de turismo ¿Cómo haría para llevar una chica allí?

***

—Entonces ¿Quienes cazan? —le preguntó curiosa, mientras Mofak cocinaba para ambos.

Gala estaba sentada en una de las sillas de la cocina, observando al príncipe preparar el almuerzo.

—Tamak'Atak es un reino muy extenso, y aunque el rey es Ezlang, existen diferentes tipos de comunidades dentro, las cuales forman parte también. Y dentro de estas comunidades, hay gobernadores, o también llamados representantes, incluso la sierva que estaba a tu servicio, es hija de los gobernadores de la tribu del Viento.

—¿Tariel es una princesa? —preguntó sorprendida.

—No es una princesa —sonrió divertido—. Pero pertenece a una de las familiares superiores. Ella llegó al reino para aprender y además servir al rey.

—Sí, sabía que ella le daba ese tipo de servicios a Ezlang... —pronunció bajo.

Mofak negó con la cabeza, mientras probaba con una cuchara de madera la salsa.

—Creo qué estás malinterpretando todo, Ezlang jamás tocaría a Tariel de ese modo, sería humillante, ofensivo para su casa hacerlo. Tariel está para servirlo como compañía, es... Cómo una especie de objeto preciado de la casa. Y sí, suena muy mal compararla de ese modo, pero es para que intentes entenderlo. Ella es muy valiosa, no es una simple sierva.

—Es una muchacha muy hermosa.

—Sí, su raza se caracteriza por su belleza, y agilidad. Son rapidísimos, nadie les gane en una carrera, son muy rápidos, y eso es gracias a su morfología. Si le has prestado atención a su cuerpo, habrás notado que es delgada y de piernas fuertes.

—Lo único que he notado, es que es preciosa y tiene una sonrisa única —sonrió Gala—. Es una jovencita muy linda.

—Así es...  Y luego hay otras tribus o comunidades, como los Tarels, que son la raza con la mordida más fuerte de todos. Sus machos llegan a medir unos metros menos que nosotros, pero tienen una fisionomía muy característica, además de sus manchas, y son sus fuertes cráneos y los ojos con forma más rasgada.

Gala lo observó con fascinación. ¡Todo sonaba tan increíble! Hasta podía imaginarse a esos guerreros jaguares, porque estaba segura que la raza de ellos, eran jaguares.

—¡Me encantaría poder conocerlos a todos! —pronunció con ensoñación—. Estoy segura que deben ser tan lindos como ustedes.

—¿Lindos? —le preguntó divertido, riendo bajo.

—No he conocido muchas especies de las que viven aquí, pero hasta el momento, ustedes son los más hermosos y hegemónicos que he visto.

—Bueno, quizás sea porque quien creó nuestra raza, amaba a los felinos —le contó cortando un trozo de carne—. Ella era una loca de los gatos.

—¿Ella? ¿Una mujer los hizo a ustedes?

—Una mujer sola no podría hacerlo, pero si todo un equipo a su disposición. Aunque experimentaron con todo tipo de animales, ella se centró principalmente en nosotros. Eligió meticulosamente nuestro genoma, cada una de las características que quería que tuviéramos, y así nacimos nosotros. Fuimos los últimos en llegar a la isla, ya que una creación tan perfecta, necesitaba tiempo.

—¿Tú como sabes tanto?

—Mi madre era humana —le contó poniendo la carne a cocer—. Era hija de uno de sus colegas, ella llegó a la isla para ayudar a las especies. Imagínate que cuando el mundo humano supo lo que aquí ocurría, fue muy difícil tapar todo y hacer como que nada existía. La especies tomaron el control de la isla, hubo muchas peleas y muerte hasta la formación y división de cada uno de los reinos. Para cuando los humanos regresaron, ya existían asentamientos y grupos. Ellos esta vez no venían a seguir experimentando con nosotros, sino a enseñarnos a ser libres. El problema, fue que mi mamá se involucró con quien no debía y la asesinaron por eso.

—Lo siento —murmuró Gala.

—Descuida, la recuerdo con mucho cariño y como la mujer hermosa e inteligente que era. Mi padre amaba escucharla hablar, pasaba tardes enteras con nosotros, simplemente escuchándola. Él la amaba demasiado... Con ella conoció lo que era el amor.

...

MutansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora