8.- Tregua

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Dante

Bien, oficialmente me he convertido en un idiota.

—Lo entiendo, pero...—la voz de Valentina se escucha al otro lado de la puerta.

Me siento como un jodido acosador espiando la conversación que parece tener con mi hermana, pero la culpa que tengo encima me ha obligado a seguirla hasta la habitación. Estoy muy seguro de que Carina me llamará en el instante en el que cuelgue la llamada con Valentina, así que estoy más que preparado para apagar el teléfono e ignorarla.

Odio dejarlo así, en serio, pero está siendo más complicado de lo que imaginé y yo...—su voz se desvanece otra vez —no, no quiero más sueldo, no...Carina creo que no me estoy dando a entender...

Escucho el suspiro de Valentina.

—Sí, creo que puedo esperar un par de días, te lo agradezco. Adiós.

Me aparto de la puerta cuando el silencio es indicio de que ya no está hablando con Carina. Tal y como lo predije, mi celular se ilumina, tapo la bocina para ahogar el sonido y que Valentina no lo escuche detrás de su puerta, cuelgo la llamada y luego apago el celular para evitar más llamadas indeseadas.

Me guardo el celular en el bolsillo mientras me alejo, intentando hacer el menor ruido posible. Una parte de mí quiere tocar la puerta de la habitación y disculparme, decirle que en realidad el único culpable soy yo porque no he dejado de ser un cabrón, pero mi lado orgulloso repite que lo mejor que puede ocurrirnos, es que ella se marche.

Tener que verla todos los días ya es complicado, lo mejor es que ella se marche y otra persona venga en su lugar. La vida ya es suficientemente complicada para ambos como para continuar con esto.

En otras circunstancias, llamaría a mi padre. Él siempre tiene un buen consejo para darme, pero ¿cómo voy a explicar lo que realmente sucede conmigo? Lo último que quiero es tener a más familiares preocupados por mí, suficiente tengo con Carina como para aumentar la lista y luego tener a toda mi familia aquí.

Cuando llego a la sala, suelto un suspiro agotado. Cierro los ojos brevemente odiando la sensación de que no dejo de mandar las cosas al carajo. Es como si mi capacidad de resolver problemas se hubiese esfumado y ahora solo fuese capaz de crearlos.

Decido no quedarme en la sala así que me muevo hasta mi habitación, mi pierna me agradece cuando ya me encuentro en la cama, una sensación de fatiga se extiende por todo mi cuerpo mientras cierro los párpados y me convenzo de que mi vida no está arruinada.

Aún cuando tengo mucha evidencia que señala que sí.

Abro los ojos fijando mi atención en el techo, los pensamientos se arremolinan en mi mente y no dejo de recordar la mirada herida y cada palabra que Valentina pronunció.

Muerdo el interior de mi mejilla con tanta fuerza que casi me hago daño. Apoyo la cabeza contra la almohada y suelto una maldición por lo bajo.

Sé que el hecho de que nos encontremos así ahora es solo culpa mía. Fui yo quien se empeñó en mantenerla lejos. Yo fui el que convirtió esto en una guerra innecesaria, el que se aferró al resentimiento en lugar de aceptar que, al final del día, ella no es la culpable de nada.

Pero entonces, ¿por qué su presencia me pesa tanto?

Porque verla es recordar a Flavio. Es recordar a Sienna. Es recordar el momento exacto en que mi mundo se vino abajo.

—Como quisiera que esto fuese solo una jodida pesadilla —mascullo sintiendo el cansancio extenderse por mi cuerpo.

Pero no lo es.

Un desastre llamado amor.(SL#6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora