—Espera ¿Qué piensas hacer? ¡Mofak!
Gruñó de rabia sin escuchar al comandante y pateó la puerta de la habitación, encontrando a Ezlang sobre Gala, besándola. Fue hasta la mesa y la tomó, quebrándosela en la espalda.
Y cuando el rey rugió furioso levantándose, con la clara intención de atacarlo, Mofak tomó una de las patas de la mesa y lo golpeó en el rostro.
—¡Mofak espera! —le gritó asustada Gala—. Lo vas a-
Y sin oírla, el príncipe volvió a darle un segundo golpe en la cabeza con la pata de la mesa, derribándolo, antes de acercarse a él y gruñirle con rabia.
—Ella es mía ¡Mía! ¡Me importa un carajo quien seas, es mía!
Ezlang intentó observarlo, pero estaba tan aturdido y mareado, que ni siquiera la vista podía fijar, gruñendo bajo desde el suelo, adolorido.
—M-Mofak —susurró Gala.
El moreno se giró y la observó decepcionado.
—Esta es la única oportunidad que te doy para elegir, o vienes conmigo o te quedas aquí con él.
—Me voy contigo, pero al menos fíjate si está bien... El e-está sangrando, podría-
—Gala —gruñó Mofak.
Ella lo miró con temor y asintió con la cabeza, tomando la mano que él le estaba tendiendo. Pero, apenas comenzó a caminar detrás de Mofak, y Ezlang sintió que ella se estaba alejando, un llamado lastimero salió del rey.
—¿Qué le pasa? ¿Por qué hace ese sonido? —le preguntó preocupada a Mofak.
—Tú sólo camina —le ordenó en un gruñido.
Gala vio como el comandante se acercaba a Ezlang, y se giró por última vez, observando cómo Ezlang la miraba... Afligido, antes de volver a emitir ese sonido y extender una de sus manos hacia ella, haciendo el intento de ponerse de pie.
Y sintiendo que ella estaba dudando de su elección, Mofak ajustó su agarre.
—Él estará bien, vamos.
***
Iban de camino hacia su hogar, en una especie de carruaje real. Para proteger la isla de contaminación, allí no existían vehículos. Mofak observó a Gala y extendió una de sus manos hacia ella, tocándole el rostro.—Pronto cuando estemos en casa podrás estar tranquila, tomar un baño y descansar. ¿Cómo esta tu brazo?
—Me duele un poco, pero estoy bien.
—¿No te hizo nada, verdad? —le inquirió serio.
Ella lo miró y luego negó con la cabeza.
—No, tú llegaste junto a tiempo... Una vez más.
Mofak sonrió suavemente y cerró los ojos, apoyando su frente contra la de ella.
—Lamento mucho todo lo que has tenido que presenciar, y que me hayas tenido que ver de ese modo tan... Salvaje e irracional, pero hay situación que me superan.
—No te preocupes —le dijo apoyando una de sus manos en la mejilla de él—. Gracias.
Abrió los ojos y la miró, antes de sonreírle y darle un beso en la frente.
—Eres tan bonita.
Gala respiró profundo y se abrazó a él, cerrando los ojos nuevamente. La había salvado una vez más, le debía tanto a Mofak, que sentía que su vida le pertenecía ahora.
Sí, Ezlang le atraía mucho, pero ella no estaba preparada aún para tener sexo con nadie, no cuando sólo habían pasado dos meses desde que la habían violado.
***
—Entra y sírvele al rey, necesita sí o sí hacerlo o terminará matando a más de uno hasta que el celo se le pase.
Tariel observó horrorizada al comandante, negando con la cabeza.
—N-No señor, yo no puedo hacer eso, no soy ese tipo de siervas, el rey Ezlang-
—Eres una hembra y sólo eso importa en este momento —gruñó tomándola del brazo—. No necesitas ningún tipo de preparación para dejar que te monte.
—No, no, no lo haga —pronunció con lágrimas en los ojos—. Por favor, yo no estoy para servir al rey Ezlang de este modo, no me deje ahí adentro.
—¡Tú harás lo que yo te ordene! —le gruñó haciéndola llorar—. Y si te digo que entres ahí adentro y le sirvas al rey, lo harás ¿Entiendes? —le inquirió antes de darle un sacudón, haciéndola llorar más fuerte.
—Por favor no, el rey Ezlang jamás se lo perdonará si usted me obliga a hacerlo, entiendalo —lloró—. No, no, ¡Suélteme! —lloró desesperada, al ver que la arrastraba hasta la puerta.
En ese momento un oficial se acercó al pasillo, y al ver que el comandante estaba arrastrando a Tariel hacia la habitación real, se apresuró a llegar a ellos, gruñendo.
—Ivanska —lloró—. Ayúdame por favor.
—¿Qué demonios cree que hace con Tariel? ¡Suéltela ahora!
El comandante la soltó, y Tariel corrió detrás del guardia, llorando.
—Es una hembra, una sierva de Ezlang y él ahora necesita ser servido, está en pleno celo y si no tiene sexo cada-
—Tariel no es de ese tipo de siervas —le gruñó con rabia—. Si quiere una sierva que le sirva en la cama, vaya al harén del rey y escoja a la que quiera.
—Es una hembra y eso es más que suficiente para servirle.
—Tariel aquí no cumple esas funciones, y que sea la última vez que quiera obligar a una hembra a estar con el rey, Ezlang jamás violó a sus siervas —gruñó saliendo con la joven rubia de allí, escoltándola hasta su habitación.
—Gracias —susurró sollozando—. No sé por qué el comandante no quiso escucharme, le quise explicar y él de todos modos me quiso obligar.
—Es un imbécil, por eso está en el puesto que ocupa —le dijo abriendo la puerta de la habitación, dejándola entrar—. No estés sola en este momento, busca siempre de tener alguna sierva cerca, o algún guardia. El reino es un caos en este momento, y tú eres demasiado hermosa.
Tariel lo observó a los ojos y luego asintió levemente con la cabeza, sintiendo que su rostro se ponía rojo. El guardia la miró y sonrió levemente.
—Me quedaré aquí mientras descansas, intenta dormir un poco.
—D-De acuerdo... Gracias Ivanska por ayudarme una vez más.
—Para eso estoy.
La rubia cerró la puerta y se cubrió el rostro con ambas manos, avergonzada. Era la segunda vez que ese muchacho la defendía.
. . .
