Capítulo 11: Reafirmando el poder
El ambiente en la escuela estaba tenso.
Jae-ji lo notó de inmediato.
Las miradas furtivas, los susurros entre los estudiantes, la forma en que algunos parecían demasiado confiados para su gusto.
Alguien había empezado a cuestionar su poder.
Pero no le preocupaba.
Porque al final del día, ella seguía siendo Jae-ji.
Y nadie le quitaba lo que era suyo.
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Seulgi estaba en su casillero cuando sintió una presencia demasiado cerca.
—No sabía que las Omegas como tú podían dominar así a un Alfa.
Seulgi se giró lentamente.
Era Min-hyuk, un Beta con más ego que cerebro.
—¿A qué te refieres? —preguntó con dulzura.
Min-hyuk sonrió con arrogancia.
—A que Jae-ji ya no es la misma. No intimida como antes… parece más dócil últimamente.
Seulgi mantuvo su expresión inocente, pero por dentro se reía.
Si supieran…
—Tal vez solo encontró algo más importante que demostrar su fuerza.
Min-hyuk se apoyó en los casilleros y la miró de arriba abajo.
—Eres linda… demasiado para alguien como ella. ¿No crees que estarías mejor con alguien que sepa tratarte?
Seulgi parpadeó.
¿En serio estaba intentando coquetearle?
—Eso suena interesante —dijo con voz dulce—. ¿Pero sabes qué más suena interesante?
Min-hyuk sonrió con confianza.
—¿Qué cosa?
—El sonido de Jae-ji viniendo por ti.
Min-hyuk frunció el ceño.
—¿Eh?
Un segundo después, una sombra se proyectó sobre él.
Jae-ji estaba ahí.
Y no lucía nada contenta.
Sin decir una sola palabra, lo tomó por el cuello de la camisa y lo empujó contra los casilleros con tanta fuerza que se escuchó el impacto en todo el pasillo.
—¿Te gustaría repetir lo que dijiste? —su voz era un veneno puro.
Min-hyuk tragó saliva.
—Yo solo…
Jae-ji se inclinó peligrosamente cerca.
—Si vuelves a dirigirle la palabra a mi Omega, voy a asegurarme de que no vuelvas a hablar con nadie en tu vida.
Min-hyuk palideció.
Jae-ji sonrió con superioridad y lo soltó.
El Beta no dudó en huir.
Cuando se giró hacia los demás estudiantes, nadie se atrevió a sostenerle la mirada.
Sonrió con satisfacción.
—¿Algún otro comentario?
Silencio.
Justo como le gustaba.
Se giró hacia Seulgi y le extendió la mano.
—Vamos.
Seulgi tomó su mano sin dudarlo.
Ambas salieron del pasillo, dejando atrás un ambiente lleno de tensión.
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Cuando llegaron a casa, Seulgi cerró la puerta y se cruzó de brazos.
—Qué Alfa más territorial tengo…
Jae-ji bajó la mirada.
—Lo siento. No pude evitarlo.
Seulgi se acercó lentamente y le tomó el rostro con ambas manos.
—No estoy molesta. De hecho…
Jae-ji sintió un leve escalofrío al ver la forma en que la Omega la miraba.
—Estoy muy orgullosa de mi Alfa.
Jae-ji sintió que su corazón se aceleraba.
—¿Lo estás…?
Seulgi sonrió.
—Mucho.
Y entonces la besó.
No con la ternura con la que la besaba en público.
No con la delicadeza con la que la recompensaba a veces.
Sino con verdadera intensidad, con una pasión que hizo que las rodillas de Jae-ji temblaran.
Cuando Seulgi se separó, la Alfa apenas podía respirar.
—Te portaste muy bien hoy —susurró Seulgi—. Merecías tu premio.
Jae-ji apenas pudo asentir, completamente entregada a ella.
Y supo que haría cualquier cosa para seguir recibiendo esa mirada.
Para seguir siendo la única Alfa que su Omega recompensaba de esa manera.
Fin del capítulo 11.
