Capitulo 10

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Capítulo 10: Entrenamiento y castigo

El aire en la habitación era denso.

Jae-ji estaba de rodillas en el suelo, con la cabeza gacha y las manos sobre sus muslos, tal como Seulgi le había enseñado.

La Omega se paseaba lentamente a su alrededor, su mirada fija en ella, evaluándola como si fuera una obra de arte que debía ser corregida.

Jae-ji no se movió.

Había aprendido que, en estos momentos, la paciencia era su mejor aliada.

Seulgi se detuvo detrás de ella.

—Dime, mi Alfa —susurró, inclinándose para hablarle al oído—. ¿Sabes por qué estás aquí?

Jae-ji tragó saliva.

—Porque permití que un Omega se acercara a mí.

—Incorrecto.

Jae-ji frunció ligeramente el ceño.

Seulgi le agarró el mentón y la obligó a levantar la cabeza.

—Estás aquí porque no dejaste claro que perteneces a alguien.

Los ojos de Jae-ji se abrieron un poco más.

—Yo…

—Shhh. —Seulgi deslizó su dedo pulgar sobre su labio inferior, una caricia apenas perceptible—. No quiero excusas. Quiero que aprendas.

Jae-ji asintió lentamente.

Seulgi sonrió y la soltó.

—Ponte de pie.

Jae-ji obedeció al instante.

Seulgi la miró con aprobación antes de acercarse aún más.

—Eres mi Alfa en público, Jae-ji. —Su voz era suave, casi cariñosa—. Pero nunca olvides a quién obedeces en realidad.

Jae-ji sintió su garganta secarse.

—No lo olvidaré.

—Bien. Ahora, repite después de mí: soy propiedad de Seulgi.

Jae-ji vaciló por un segundo, su orgullo alfa luchando contra la realidad que Seulgi le había impuesto.

Pero el brillo en los ojos de la Omega la hizo ceder.

—Soy propiedad de Seulgi.

Seulgi le acarició la mejilla con ternura.

—Buena chica.

El corazón de Jae-ji latió con fuerza.

Seulgi chasqueó los dedos.

—Ven aquí.

Jae-ji dio un paso adelante, pero Seulgi negó con la cabeza.

—No así.

Jae-ji entendió el mensaje.

Con un leve suspiro, volvió a arrodillarse frente a ella.

Seulgi sonrió con satisfacción.

—Ahora, dime, ¿qué harás la próxima vez que un Omega se acerque a ti?

—Me alejaré.

—¿Y si insiste?

—Le dejaré claro que ya tengo una Omega.

—¿Y quién es esa Omega?

Jae-ji levantó la mirada y sostuvo la de Seulgi.

—Tú.

—Así me gusta.

Seulgi se inclinó y tomó el rostro de Jae-ji entre sus manos.

—Eres tan buena cuando sabes cuál es tu lugar…

Jae-ji cerró los ojos, disfrutando del contacto.

—Gracias, Omega.

Seulgi sonrió con satisfacción.

La lección había sido aprendida.

Y Jae-ji, una vez más, había sido moldeada exactamente como ella quería.

Fin del capítulo 10.

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