Capitulo 6

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Capítulo 6: Dos caras de la misma moneda

Jae-ji no podía dejar de pensar en ello.

Seulgi la había destruido.

En solo unos días, había tomado todo lo que ella creía ser y lo había transformado en algo completamente diferente.

Jae-ji, la Alfa intocable, la reina de la escuela, la chica que nadie se atrevía a desafiar… ahora se arrodillaba ante Seulgi con solo una orden suya.

Era humillante.

Era aterrador.

Y, lo peor de todo, era que Jae-ji lo disfrutaba.

Pero había algo que todavía le daba vueltas en la cabeza.

—¿Cómo será esto afuera? —preguntó de repente, rompiendo el silencio en el departamento.

Seulgi, que estaba sentada cómodamente en el sofá con una taza de té en la mano, alzó una ceja.

—¿A qué te refieres?

Jae-ji cruzó los brazos y frunció el ceño.

—Esto… —hizo un gesto con las manos, señalando la situación en la que estaban—. ¿También será así cuando estemos en la escuela?

Seulgi dejó la taza sobre la mesa y la miró con una sonrisa divertida.

—Por supuesto que no.

Jae-ji sintió un leve alivio en su pecho.

—¿No?

—No —repitió Seulgi, apoyando el codo en el brazo del sofá y descansando el mentón en su mano—. Afuera, seguirás siendo la Alfa imponente, la líder que todos temen y respetan.

Jae-ji sintió que el orgullo volvía a inflarse en su pecho, pero la mirada de Seulgi la desarmó de inmediato.

—Quiero que todos sigan viéndote como la invencible Jae-ji —continuó Seulgi—. Quiero que el mundo piense que eres la Alfa dominante y poderosa que controla todo a su alrededor.

Jae-ji sintió que algo en su interior se relajaba.

Pero entonces, Seulgi se inclinó un poco más y sus palabras la congelaron en su lugar.

—Pero nunca olvides quién es la que realmente manda.

Jae-ji sintió que su garganta se secaba.

Seulgi sonreía con dulzura, como si estuviera diciendo algo completamente inofensivo.

Pero Jae-ji sabía que esa dulzura era solo una máscara.

Porque había un peso en sus palabras, un control absoluto que la Alfa no podía ignorar.

—En la escuela —continuó Seulgi con suavidad—, todos verán a una Omega tierna, linda y completamente devota a su Alfa.

Jae-ji sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Y si alguien te desafía?

—Tú los pondrás en su lugar, por supuesto —respondió Seulgi, como si fuera lo más obvio del mundo—. Porque todos deben saber que nadie puede tocar lo que es tuyo.

La Alfa sintió una mezcla de satisfacción y confusión.

—Entonces… ¿me dejas protegerte?

Seulgi se inclinó hacia adelante y deslizó los dedos por la mandíbula de Jae-ji, acariciándola con la misma suavidad con la que se domaría a una bestia.

—Claro que sí —susurró—. Pero recuerda esto, mi Alfa… cuando volvamos aquí, cuando cruces esa puerta, te arrodillarás ante mí y recordarás cuál es tu verdadero lugar.

Jae-ji sintió que su orgullo temblaba.

Seulgi estaba jugando con ella.

La estaba moldeando.

Dándole la ilusión de control afuera… solo para recordarle que, en realidad, el poder era suyo.

Jae-ji tragó saliva.

Seulgi sonrió, viéndola luchar con la idea.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —murmuró la Alfa después de unos segundos.

—Por supuesto.

Jae-ji frunció el ceño.

—¿Por qué yo?

Seulgi ladeó la cabeza.

—¿Por qué qué?

—Podrías haber elegido a cualquier Alfa. ¿Por qué quisiste hacer esto conmigo?

La Omega sonrió con dulzura.

—Porque desde el primer momento en que te vi, supe que eras mía.

Jae-ji sintió que su corazón se detenía por un segundo.

—Yo no soy de nadie.

Seulgi se inclinó aún más, sus labios rozando apenas la oreja de la Alfa.

—Claro que lo eres —susurró—. Solo que todavía no lo has aceptado del todo.

Jae-ji sintió que su respiración se volvía errática.

Seulgi se alejó con una sonrisa, como si nada hubiera pasado.

—Ahora —dijo con su tono dulce y casual—, será mejor que vayamos a dormir. Mañana será nuestro primer día juntas en la escuela.

Jae-ji asintió lentamente, todavía procesando todo lo que acababa de pasar.

Y mientras veía a Seulgi caminar con tranquilidad hacia la habitación, supo que estaba perdida.

Porque, por primera vez en su vida, Jae-ji se dio cuenta de algo aterrador.

Ella no tenía el control.

Seulgi sí.

Y lo peor de todo…

Es que le gustaba.

Fin del capítulo 6.

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