Capítulo 5: Rompiendo a la Alfa
Jae-ji no podía dejar de pensar en las reglas.
Nunca en su vida había seguido órdenes de nadie.
Siempre había sido la líder, la que imponía su voluntad sin cuestionamientos.
Pero ahora… su mente no podía dejar de repetir las palabras de Seulgi.
"Siempre pedirás permiso para tocarme."
"Cada vez que entres, te arrodillarás ante mí."
"No importa que seas un Alfa. Aquí, tú me obedeces."
Era humillante.
Y, sin embargo, la sola idea de desobedecer hacía que su piel ardiera de anticipación.
Estaba completamente atrapada en el juego de Seulgi.
Y lo peor de todo… es que Seulgi lo sabía.
—Jae-ji —la voz de la Omega sonó desde la cocina—. Ven aquí.
Jae-ji, sentada en el sofá, apretó los puños.
No quería obedecer tan fácilmente.
Pero su cuerpo se movió antes de que pudiera detenerse.
Entró en la cocina y encontró a Seulgi esperándola con una taza de té en la mano.
La Omega ni siquiera la miró.
—Arrodíllate.
Jae-ji sintió su orgullo gritar dentro de ella.
La palabra resonó en su cabeza como un golpe.
Seulgi seguía bebiendo su té, completamente indiferente a la batalla interna que se desarrollaba en Jae-ji.
—Jae-ji.
La Alfa cerró los ojos con frustración.
—Ama… —susurró.
Seulgi sonrió, complacida.
—Muy bien.
Jae-ji apretó los dientes antes de ceder.
Se arrodilló.
El suelo estaba frío contra sus rodillas, pero la mirada satisfecha de Seulgi la quemaba aún más.
—¿Cómo te sientes? —preguntó la Omega, inclinándose ligeramente.
Jae-ji tragó saliva.
—Extraño.
Seulgi dejó la taza sobre la mesa y se inclinó aún más, acariciando la mandíbula de la Alfa con sus dedos.
—No. No es extraño. Lo que sientes… es rendición.
Jae-ji sintió su orgullo desmoronarse un poco más.
—No voy a rendirme.
Seulgi se rio suavemente.
—Oh, cariño… ya lo hiciste.
Jae-ji quiso responder, pero Seulgi le tomó el mentón y lo sostuvo con firmeza.
—Tienes que aprender algo muy importante, mi Alfa. Afuera, todos te temen. Eres poderosa, inquebrantable… —la Omega deslizó su pulgar sobre el labio inferior de Jae-ji—. Pero aquí, en este departamento, solo hay una líder.
Jae-ji sintió su pecho subir y bajar rápidamente.
Seulgi la tenía completamente atrapada.
—Repite después de mí —ordenó la Omega, su tono tan dulce como afilado—. Aquí, Seulgi manda.
Jae-ji tembló.
—A-Aquí…
—Continúa.
—Aquí, Seulgi manda.
Seulgi sonrió con satisfacción y deslizó sus dedos hasta la nuca de Jae-ji, enterrándolos en su cabello con una caricia posesiva.
—Buena chica.
Jae-ji sintió que su respiración se agitaba.
Estaba perdida.
Y lo peor de todo…
Es que no quería ser encontrada.
Fin del capítulo 5.
